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viernes, 27 de julio de 2012

Día 28: Sarnath y el Budismo. 06 de Noviembre de 2011.


Cada amanecer es mágico en Varanasi, vale la pena el madrugón (07:00 A.M) y asomarse en pijama al balcón del Ganpati Guesthouse, para ver al sol que sale e ilumina con su luz sagrada a Mamma Ganga. (Aquí destaco que como sudamericana asocio sol/agua con los atardeceres sobre el Pacífico y no con amaneceres).



El encanto del amanecer me animó a subir para tomar desayuno, pedí jugo fresco de naranja, huevos y tostadas, que tardaron los 20 minutos habituales y costaron 130 rupias,; pero yo no tenía ningún apuro, así que me quedé disfrutando mi vista privilegiada del tráfico non stop de embarcaciones en el río.

Salí a recorrer la ciudad luego de una amena charla con un New Yorker, cuyo mejor amigo era Chileno, y quedó encantado con nuestro desierto de Atacama; Marcin, vio en el libro de registro que había una Chilena en el hostal, y no dudó en ir a comentar acerca de su amigo, el desierto, el Pacífico, aprovechando además de darme datos buenísimos respecto de mi próximo destino Kathmandu.

Circulé por el medio del mercado, encantanda con el ritmo al exterior de los templos y con los maravillosos colores de las ofrendas, declarándome desde ese minuto una enamorada del Loto.





El comercio recién comenzaba a despertar y los monos andaban felices por los techos, empezando también su día.



Al llegar a la calle principal, última donde circulan los autos, y rickshaw, antes de la bajada a los Ghats, saqué la foto al letrero para preguntar sobre mi lugar de destino en caso que me perdiera porque Dasashvamedha Ghat, para mi sigue siendo impronunciable.




Negocié con un conductor de Tuc Tuc para que me llevara a Sarnath, lugar Sagrado para el Budismo y distante sólo a 10 kilómetros, quien me cobró 300 rupias por el trayecto ida y regreso, más el tiempo de espera.

Si bien el tramo era corto tardamos muchísimo por el tráfico infernal que había esa hora, encontrándonos con una procesión enorme con ocasión del Dev Dewali que se celebraba en esos días y de Ganga Mahotsav, también coincidente y que prometía varios eventos, mayormente musicales.


En el trayecto vi de todo, es increíble como la ciudad donde es una quimera morir, haya tanta vida a la vez...  tardamos exactos 40 minutos, durante los cuales me entretuve mirado y recibiendo las frutas y dulces que nos entregaban al conductor y a mi todos quienes participaban en la procesión.



Pasamos también por barrios y ferias, llenos de vida y movimiento ...


Apenas llegamos a Sarnath, el conductor me indicó el Museo, afortunadamente no le di mucha importancia y camine directamente al Templo, dándome tiempo justo para visitarlo tranquila, porque cerraba a las 11:00 hasta las 13:30 horas.


El interior del Templo es muy sencillo, en sus paredes hay pinturas que representan los distintos pasajes de la vida de Buda y  el altar es presidido por una figura de él, dorado y en una paz que contagia, lo rodean unos monjes custodios y guardias "civiles". 



A la salida un guardia acepta posar mostrándome los lotos que adornaran el altar, en la jornada de la tarde, porque los cambian constantemente para mantener el Templo impecable.


Sarnath es un lugar trascendental para el Budismo y una de sus cuatro ciudades Sagradas, en ella hace 2.600 años Buda hizo su primer sermón, luego de su iluminación.  Estando en un parque de ciervos comunicó el Dharma a sus primeros cinco seguidores, formándose la primera comunidad Budista...

Justo  entre el 06 y 11 de noviembre, se celebraba el aniversario, comenzando ese día un gran festival, en el que se exhibirían además algunas reliquias ( en el horario entre las 06:00  y las 10:00 A.M) por lo que estaba lleno de monjes y seguidores. 




Caminé hacia el bosque de ciervos y a la vecina Estupa, donde se encontraban varios grupos grandes de gente, que recibían información respecto del lugar y la filosofía, así que me quedé cerca para aprender yo también.



... Y luego de las enseñanzas, finalmente también compraban souvenirs ...


Todos estaban preparados para la gran fiesta, con Buda, literalmente en todas partes ... y templos y refugios engalanados al máximo.


Regresé al lugar exacto donde Buda dio su primer sermón Dhammacakhappavattana Sutta, reservado para sus seguidores...


Me reencontré con mi conductor que me esperaba fuera del Templo. Si bien no hablaba nada de inglés se las arregló para comunicarme que mi paseo no terminaba allí: "China, China" me decía y condujo hasta el Templo Budista erigido por los Chinos, quienes tienen su propia representación de su figura.






Salí de ahí y el conductor me indicó "Japan, Japan" y fuimos al Templo del Budismo Japonés, erigido en forma de pagoda, hermoso, pero cerrado.





Luego de tomar una bebida con mi conductor,  lo invité en retribución a la gentileza de mostrarme aquellos dos edificios, pero el sólo pidió una Coca Cola... y regresamos a Varanasi.



Y de nuevo, en el camino pude ver de todo, hasta una pequeña equilibrista ... de no creerlo ...



Una vez en la ciudad caminé por ella, imponiéndome de su comercio  presidido sin duda por la ropa, la seda y los productos religiosos, para ofrendar al Ganges o recoger su agua Sagrada, para llevarla a casa.



Encontré cerca de mi hostal una tienda donde vendían unos vestidos preciosos, Raj, el dueño de la tienda, sacó todas las blusas, dándome su opinión además de que color iba con mi piel y cual no, explicándome además las bondades de la Seda y la forma como distinguirla del poliéster (pues al quemar los flecos, el poliéster se chamusca y la seda se desintegra, expeliendo olor a cabello quemado)... una bufanda: 3500 rupias... 


Volví al hotel, y luego de descansar me fui a tomar mi clase de yoga a OM Shanti Yoga Niketan (D3/99, Meer Ghat, Varanasi. www.banarasyoga.com),donde practicaba Joan y Sanjay, al igual que el día anterior. El maestro, que confesó encontrarse mal del estomago, me enseñó y corrigió con dedicación y cariño, ayudándome con las posturas mas complicadas para mi, diciendo a cada momento "Come one, Sissy, get to the asana" y "ohhhh, life is goooooood... " durante las dos horas que duró la práctica.


Después de la practica, ya descansada y duchada, salí hacia Manikarnika Ghat, pero sus propios asistentes, entorpecieron mi pasada, así que me devolví  y no insistí, caminando hacia el Ghat principal, encontrándome en el camino con Marcin que también iba a las celebraciones del Ganga Mahotsav.




El camino al Ghat como ya es usual estaba lleno de imágenes bellísimas de todos quienes viven la vida y la muerte a la orilla del río Sagrado... y de las ofrendas que flotan doradas en sus aguas.


El escenario principal erigido en el Dasasvamedha Ghat tenía una gradería reservada expresamente para extranjeros, nos sentamos con mi nuevo amigo, y escuchamos Ragas (no se bien como se escribe), y artistas del Sitar, disfrutando además de los fuegos artificiales que inauguraban las jornadas culturales.



Nos quedamos allí largo rato, pero cuando me di cuenta que mis pies habían sido acribillados por pulgas, decidí ir por repelente de Citronella, y por algo para comer.


Pasé por el archi conocido restaurante German Bakery, cuyas indicaciones están pintadas en cada esquina de la ciudad, y pedí una ensalada con queso Feta del Himalaya, y verduras verdes, que presumían ser orgánicas y la disfruté sentada en una colchoneta al ritmo de dos hombres mayores que tocan el tambor y el Sitar con maestría.


Me entretuve mirando el ritmo  del lugar y de la cocina, Praveen, un chico que atendía me explicó que tenían además actividades  de voluntariado y cooperación con hogares de niños (School of life), por lo que reciben aportes en dinero, útiles escolares y ropas.


Yo había hecho el contacto previo con María de la ONG Española Semilla para el Cambio (http://www.semillaparaelcambio.org/web/quienes-somos/), comprometiendo mi aporte con ella, consistente en pequeñas cosas que pudiera transportar en mi maleta, así que llegué con un cargamento de stickers y pinches para el pelo, que fueron muy bien recibidos por ella y sus colaboradores y por supuesto por los niños cuya educación y alimentación la     organización cautela.




Regresé al hotel y subí de inmediato a la terraza para ver la ciudad y el movimiento del río esta vez de noche, pedí Masala Tea, y disfruté del Brownie que ordené para llevar en German Bakery, con Topping de Cajú, una verdadera maravilla para terminar la jornada.

martes, 17 de julio de 2012

Día 27: Sagrada Varanasi (Benarés).

Después de casi 12 horas en Tren desde Satna y cerca de las siete de la mañana, arribé a la ciudad Sagrada de Varanasi,  uno de los puntos altos de mi viaje y un sueño (otro más) hecho realidad.

Apenas me bajé en la estación pude medir su ritmo, realmente acelerado; estaba llena, pero llena de gente cargada hasta el tope con cargas imposibles, y habían también muchas vacas y un guarén. Desde ese momento asumí que estaba sola, sin Dipa, así que agarré mi mochila haciéndome la valiente y forzuda y partí siguiendo a los demás.

Subí y bajé la escalera atravesando los 5 andenes y sorteando las cargas ... y logré dar, no sin algo de dificultad, con el Meeting Point donde me esperaban del hostal que previamente había pactado por internet.

Había investigado bastante sobre los alojamientos en Varanasi; hay muchos y todos baratos, incluso el Radisson, pero estaban copados desde hace meses (reservé en julio para los primeros días de noviembre). 

Yo quería quedarme a la orilla del Ganges y a través de un relato de un periodista del Clarín de Argentina, di con el Ganpati Guesthouse (www.ganpatiguesthouse.com), que fue una excelente elección por ubicación (muy cerca del Manikarnka Ghat y del Dashashwamedh Ghat, donde todo ocurre) y precio, destacando además la calidez de las personas que lo atendían, quienes además - algunos de ellos- hablaban en español.


El auto que me fue a buscar al tren me dejó a unos 5 cuadras de la entrada alta del hostal,  por lo que debí caminar con la mochila a cuestas, agradeciéndome a mi misma llevar un equipaje ligero. Hacia las inmediaciones del río, sólo hay callejones, los que están llenos de agua, y también "tomados" a ratos por las vacas, dueñas del lugar, sin lugar a dudas, por lo que por ellos pueden circular, solo motos y bicicletas.

Llegué al hostal, donde me indicaron que mi habitación aún no estaba lista, así que subí a tomar desayuno a la terraza que tenía una vista increíble, estuve en primerísimo plano viendo el movimiento del río, que es realmente el alma de India.

Pedí French Toast y café, y me quedé largamente solo observando, pensando que ya no podía pedir más a la vida.

Bajé a mi habitación, la que era muy sencilla, pero estaba impecable al igual que el baño, con 24 horas de agua caliente y con luz asegurada por generador, lo que se agradeció, dado los cortes de luz frecuentes en la ciudad. El precio de la habitación fue de 1.000 rupias diarias y del transporte desde la estación de tren en auto 300 rupias más.



Varanasi, es una de las cinco ciudades sagradas para el Hinduismo, el Jainismo y el Budismo. Se cree que fue fundada por el mismísimo Shiva, cuyos cabellos dan origen al Río Ganges, y sería la ciudad viviente más antigua de la historia, con sus más de 3.000 años. Todo el mundo aquí citaba a Mark Twain, quien refiriéndose a la ciudad escribió: "es más antigua que la historia, más antigua que la tradición, más antigua incluso que la leyenda, y luce es doble más antigua que todas ellas puestas juntas"

La ciudad es el centro de peregrinación  por excelencia para los Hindues, quienes tienen la creencia que Mama Ganga lava los pecados, y además que si se muere en esta ciudad o sus alrededores queda uno librado del ciclo eterno de las reencarnaciones, siendo mandato religioso venir acá una vez al menos en la vida.


Bajé al Mir Ghat y desde allí me dediqué a caminar tranquila por estas escalinatas que bordean el río, las que bullen de actividad ininterrumpida, observé hipnotizada la actividad de la gente que en el mismo río lavaba sus cuerpos, sus animales y su ropa, la que flameaba al viento, esparciendo los colores, o forman graciosas formas en las gradas aledañas.




También vi a los sabios con sus grupos de seguidores, tal como los Brahmanes de antaño, apostados bajo unas sombrillas, personas reparando sus barcas y más y más vacas ...



En esta ciudad todo es sobre la vida y la muerte; y es la orilla del Ganges donde todo ello ocurre. A cada paso que yo daba, me iba convirtiendo en testigo de los rituales que siguen a la muerte, como el del hijo mayor del difunto se rapa la cabeza, o como la viuda vestida de blanco queda ajena a los ritos de la cremación.

Más cerca de uno de los principales crematorios Harischandra Ghat, ya el panorama era más inquietante y yo menos bienvenida, a pesar que lo primero que hice fue guardar la cámara, taparme el pelo y caminar rápido, para no ser irrespetuosa con su sagrados ritos.

Aún así las miradas no eran receptivas, la mayoría de los asistentes eran hombres y una que otra turista,  por lo que me concentré en las gradas, donde habían grandes cantidades de madera de Sándalo apostada ordenada en montones a la orilla de una balanza enorme. Al lado opuesto de las gradas, a la orilla del río, esperaban cuatro cuerpos forrados con paños naranjos y otros dorados su turno para la pira que los librará del Karma... nadie lloraba, ni sufría, había sólo silencio y solemnidad.
  


Continué mi caminata y me encontré con el que sería en adelante mi Sadhu favorito: Había leído en un blog amigo sobre la existencia de este hombre y de sus desafinados cánticos, pero conocerlo resultó ser encantador, me bendijo mil veces y me invitó a sentarme con él, pidiéndome que nos sacáramos auto fotos para verlas luego desde la pantalla de la cámara ... yo no le entendía nada, pero a señas y risas, nos quedamos un largo rato ...




Continué, ya despedida de mi estrella, mi caminata atenta para no perderme detalle de las cien actividades que transcurrían a mi alrededor; es que esta ciudad tiene un ritmo alucinante y decidí dar la vuelta,  cuando me topé con un tramo de galerías que estaban totalmente tapados de barro.





Decidí caminar hacia el lado contrario del Hostal y sin saberlo di con el Manikarnika Ghat, que como buen crematorio estaba lleno de hombres, quienes me abordaron en forma un poco ruda, a pesar que iba yo sin cámara, y les explicaba que sólo quería pasar al otro lado y no quedarme a curiosear ... no hubo caso y debí devolverme al Nepali Ghat, presidido por un Templo precioso, erigido en forma de pagoda y luego al Mir Ghat donde estaba mi Hostal.





Y me quedé nuevamente observando todo cuanto pasaba... la vida transcurría ante mis ojos, creo que no me sentí nunca tan viva como en ese momento, a pesar que estaba donde todos quieren morir ...





Subí a pasear por la parta alta del Hostal, por donde había ingresado en la mañana, y salí al medio del Bazar, que transcurría acelerado entre callejones y comercio, mayormente dedicado a la ropa (muy pero muy barata) y a la seda, el bien más preciado, y a las figuras religiosas, ofrendas y cántaros de todos los tamaños para transportar agua del Ganges.

Y mientras caminaba me topé con la que sería mi escuela de Yoga, OM Shanti Yoga Niketan (www.banarasyoga.com), donde pude practicar durante dos horas, por 200 rupias. Rajuiji, el maestro, nos dirigía a los tres practicantes Joel, from U.S.A y Sanjay de Australia, expertos y, yo a pesar que practico hace años, una verdadera principiante.

El maestro era todo un personaje, pero fue muy preocupado de hacer la clase en inglés, indicándome con atención y rigor las asanas, exigiéndome todo el tiempo para que no me dejara vencer por la mente, y guiándome en una relajación a través de la respiración, que me dejó más que en paz.



Una vez duchada y refrescada bajé nuevamente al Ghat para tomar uno de las muchas embarcaciones que dan una vuelta por el Ganges al atardecer. El precio negociado 100 rupias, más 10 rupias por la ofrenda floral que le dedicaría a Mama Ganga, por bendecir mi día, mi viaje y mi vida.

Rahoul, mi botero, era muy joven y muy interesado en mi vida en Chile (preguntándome lo usual: cuanto gano, en que trabajo yo, y mi padre y por que viajo sola), se tomó el tiempo para sacarme fotos, aun cuando yo me moría de miedo que se cayeran los remos ....







Recorrimos a ritmo tranquilo este río espiritual, viendo desde el agua casi todo lo que había visto más temprano caminando, pero con mejor perspectiva, por la luz del atardecer y por la influencia mágica del Ganges, que hacía todo el cuadro más solemne.




Comenzamos el regreso cuando ya había caído el sol y solté mi pequeña ofrenda, más que nada agradeciendo mi fortuna ... ya no podía pedir nada más ...  y se fue nadando con las cientos de ofrendas que intencionadas dejaban los visitantes. 



De regreso en el punto de partida partí derecho al Dasashwamedh Ghat (el nombre es tan impronunciable) y me quedé a ver la ceremonia que cierra la jornada en la ciudad Sagrada todas las tardes a las 18:30 horas.


La ceremonia, llamada Ganga Aarti,  es muy solemne, salen 7 hombres y ofrendan pétalos de flores al río, haciendo solemnes y sincronizados movimientos primero con incienso y luego con velas y plumas, al ritmo de unos tambores, de forma muy rítmica.



Me quedé sentada ahí mirando la ceremonia y también a los asistentes, sentándose a mi lado Sylvia, una Canadiense que por casualidad también alojaba en mi hostal, y que al igual que yo recorría India por primera vez, como viajera solitaria... conversamos largo rato sobre nuestras impresiones, y sentimientos acerca de todo lo que habíamos visto, hasta que llegó un toro enorme y nos tuvimos que correr, no entendíamos nada, hasta que descubrimos que estábamos casi en la puerta de un comedor comunitario y el toro esperaba para recibir su ración que devoró desde un gran balde.


Como era temprano aún, a pesar que anochecía, camine otro rato por el Bazar, cuyos callejones estaban custodiados por Policías armados, principalmente cerca de los Templos; cada vez que regresaba a mi Hostal tenía que pasar por el lado de estos guardianes, que a pesar de lucir intimidantes con sus metralletas, hacían un espacio para saludar amablemente al visitante.

Me habían contado en el Hostal que el toque de queda era a las 10, así que regresé directo al restaurante, donde pedí Pakoras y agua y me quedé conversando con mi nueva amiga, que también había llegado, y con  un francés avecindado en Australia, que pasaría los próximos 4 meses en la ciudad tomando clases de percusión en nuestra vecina escuela de Música Baba.

Una vez en mi dormitorio, caí rendida después de este ajetreado día, lleno de impresiones y emoción, de tranquilidad y vida, y dormí acunada con  el olor suave del incienso que amorosamente habían prendido antes que llegara.


Dato: Citronella para los mosquitos.