Etiquetas

domingo, 25 de noviembre de 2012

Día 42: Chefchaouen (Chaouen), la ciudad Azul...

Le Maison Hassani amaneció temprano este día; apenas me levanté Najat y Fati, tenían ya dispuesto en el comedor el desayuno, que incluyó jugo natural de Naranjas, pan rústico, mantenquilla verdadera y varias piezas de traditionel Patisserie.

Las chicas iban junto a otra amiga Francesa a una ciudad cerca de Ceuta para comprar telas y otras cosas (me contaban que era muy barata), conducidas por Medhi, el vecino Francés que hablaba español, y ofrecieron llevarme a Tetouan, que les quedaba en el camino y desde donde yo podía tomar un colectivo a Chefchaouen.

Una hora más tarde y después de haber recorrido los 55 kilómetros que separan ambas ciudades, me dejaron en la Gare Rutiere de Tetouan, donde Medhi me instruyó y aconsejo para tratar el Grand Taxi.

www.elrincondesele.com

El pasaje vale 30 dirhams por persona, pero es bueno pagar dos pasajes, o bien para ir sola en el asiento del pasajero (caben 2), o para ir solo con dos y no tres acompañantes en el asiento trasero, aunque el conductor era muy cuidadoso para evitar dejar a una mujer sola entre los hombres atrás.




Recorrimos los restantes 55 kilómetros de camino sinuoso y tranquilo de la llamada Ruta del Hachis (se dice que hay grandes cantidades que se mueven desde esta zona hacia Europa, por Ceuta y Tánger), atravesando montañas grises, salpicadas de verdes claros y oscuros y llegamos a Chefchaouen o simplemente Chaouen, la ciudad Azul.

Caminé hasta una plaza Mohammed V, desde donde se inicia el ascenso a la Medina. Un señor mayor que me vio con cara de búsqueda me acompañó amablemente hasta la puerta del Riad, pidiéndome que visitara más tarde la tienda de su familia, lo que hice gustosa, en retribuición a la amable guía y mini city tour que me hizo (a puras señas), pues me señaló el horno, el hamman y el mercado, para que lo visitara más tarde.

Llegué a Casa Perleta (www.casaperleta.com), luego de unos 7 minutos de ascenso tranquilo (no apto para maletas grandes, agradecí mi idea de dejar mi maleta en Madrid y partir con lo justo).

El Riad, lo elegí basándome en los comentarios de TripAdvisor, y no me equivoqué, la casa es hermosa, la habitación y el baño también, pero la atención es excepcional: Begoña y sus dos Mohammed, hacen lo imposible para hacer la estancia grata, desde mantener la pieza calefaccionada a ofrecer te de Verbena o Menta a cada minuto e indicaciones para donde quisiera uno ir ...y lo mejor: en Español.



Begoña me mostró la casa, llevándome al punto más alto, una terraza lindísima, desde donde se obtenía una vista amplia a la Medina y a las montañas,  la que disfruté un poco helada por el viento frío, aunque agradeciendo que no lloviera.

Exterior de Casa Perleta. (No hay letrero)
Descansé unos minutos y salí de inmediato a recorrer la ciudad; la instrucción era sencilla caminar derecho hasta la cascada cruzar el puente, bajar y al segundo puente cruzar de nuevo y adentrarse en la Plaza y el Kashba.

Se dice que Chefchaouen es azul porque ese color espanta los mosquitos,  su nombre se debe a los cuernos que forman las montañas que presiden la ciudad (Chaouen significa cuernos).




Caminé por la calle principal maravillada (aunque el camino no resultó tan derecho, porque habían unas bifurcaciones que llevaban a la confusión), queriendo fotografiar todos los rincones azules, celestes,  turquesas y algo de verde, que han hecho famosa a esta ciudad... es que todos los rincones merecían ser inmortalizados.



En mi camino encontré muchos gatos, decenas de escaleras, arcos y pasajes angostos, rodeados de salas de arte y tiendas mayormente de artesanía de lana en telar y alfombras, aunque los precios no eran muy buenos, sino mas bien de turista.





La cascada- uno de los puntos más recomendado- corre desde siempre bajando de las montañas del Rif, a su alrededor hay un paseo, lleno de escolares y hombres conversando y fumando. Un poco más abajo se apostan   los lavaderos comunitarios donde las Mujeres Chaníes - aprovechando algo del agua de su curso- lavan su ropa a la antigua, con jabón y batea.





Crucé el puente y según las instrucciones bajé un poco más obteniendo vistas lindas de la ciudad desde el otro lado del río.


Y a cada minuto se sucedía una imagen más linda que la anterior ...




Volví a cruzar el río de regreso a la Medina, guiada solo por la Torre del Kashba, y di con el corazón de la ciudad: la plaza Outa el Hamman (Plaza de los Baños), que es el centro religioso, histórico, cultural y social, para residentes y extranjeros.




Visité el Kashba, pero solo brevemente, vi su jardín interior, puestos de vigilancia y las mazmorras, que según se dice fueron utilizadas hasta hace poco. ( Entrada:10 dirhams)

Sin desmerecer la historia de la ciudad, su mayor gracia - a mi gusto - es recorrer sus pasajes y rincones sin mapa (no sirve) y sin más guía que la intuición, nariz, ojos y oídos ... fue así llegué al área de los restaurantes de la plaza donde unos ancianos tocaban animados los tambores, mientras otros fumaban y conversaban.



Seguí mi camino ensoñada, sintiendo que estaba en otra época y claramente con un sentido del tiempo un poco trastocado, de hecho, en ningún minuto me preocupé de la hora, sólo de los colores.




Y así llegué al área del comercio que a mi más me gusta; encontré los cerros de especias con los que ya me había maravillado en Marrakesh, el 2009, tan graciosamente dispuestos para los compradores y los pétalos disecados de mil flores que despedían un olor exquisito, además de todo tipo de productos de belleza, lo que me hacía presumir que estaba cerca de una Hamman (baño), así que me decidí a recolectar los productos que necesitaría para tomar uno: savon noir para limpiar el cuerpo, Gasshoul para el pelo, y un guante para remover las impurezas.



Caminé otro poco por una calle presidida por unos arcos, y para hacer la imagen más perfecta salió el sol, ausente en toda la jornada, dotando a mi postal de claros y sombras que hacían a la ciudad simplemente encantadora.




Y regresé a la Plaza, donde ratifiqué su importancia, y me quedé viendo el mundo pasar y sintiendo su atmósfera, tranquila, pero llena de vida... en eso estaba cuando un joven se acercó y me ofreció Hachis, como si fuera te a la menta... respondí tranquila que no, gracias, pero no me quedé más y seguí mi recorrido hacia las tiendas de artesanía que estaban al fondo de la Plaza.


... Y seguí recolectando colores ...




Y retratando personajes ... los hombres vestían yelevías, coincidentes con el clima más frío de la montaña,  hechas en lana y en telas más gruesas que en otras partes del país.




Me devolví hacia el área del Riad para ver que había al lado izquierdo de él ...  sólo una respuesta posible: más rincones maravillosos, callejones, pasajes y escaleras de sueño:




Me detuve en las tiendas de artesanía hipnotizada por los colores de las colchas, lámparas y chales en lana y telar que se exhibían colgadas de techos y cornisas.


Ya cayendo la noche encontré una casa sin puerta en el interior de la cual funcionaba un horno, invitándome a pasar el olor a pan recién hecho, y también su regente, quien me dio pan calientito y me invitó a fotografiarlo con sus productos (pan, cuernos de Gacela y una bandeja con pimentones verdes y rojos).



Una vez despedida de mi nuevo amigo me devolví al hotel, donde Mohammed me dio las indicaciones para llegar al Hamman, explicándome que los baños comunitarios no eran tan buenos acá, recomendándome el que funciona dentro de uno los dos Hoteles más grandes de la ciudad, haciendo además la reserva telefónica.


Llegué al Hotel Casa Hassan (www.casahassan.com), donde por 100 dirhams pude vivir nuevamente una de mis experiencias Marroquíes favoritas: Hamman.

Me recibió la encargada, que no hablaba ni una gota de inglés ni español, pero se las arreglaba para darme instrucciones igual y, entré a la sala donde estaba dispuestas las cubas con agua a distintas temperaturas, con la que me aplicó todos los urguentos que había comprado más temprano.



Luego se puso el guante  comenzó con toda la energía del mundo a quitarme la piel muerta e impurezas, para dejarme la piel losana y brillante, mientras que sobre mi pelo descansaba la mezcla de arcilla y flores que es el Ghassoul.

Finalizada esa etapa, me lavó el pelo y me peinó, cuidando cuando me enjuagaba el pelo con sus cuencos que no me entrara agua en los ojos, como un verdadero bebé ...

La experiencia entera duró una hora y como es usual para mi, la sentí como un regalo para el cuerpo, pero también con el alma, coincido en este punto con los Musulmanes que la limpieza honra y aliviana también el espíritu, y que el cuerpo hay que cuidarlo y consentirlo para mejorar nuestra calidad de vida.


Ya vestida y secada tomé el te que me ofreció mi encargada y  comí la naranja que también me brindó, y me indicó el frasco de la propina en un perfecto español (lo que no entendí pues había hablado todo el rato en Francés); la merecía de todas formas y se la di gustosa.


El hotel era muy bonito, tenía una chimenea preciosa donde reposé después de mi baño, pero me quedo con el mio, Casa Perleta, donde me esperaban con más te a la menta y conversación...


Apenas llegué Mohammed me atacó a preguntas para ver si su dato fue acertado, creo que lo fue ... el baño fue buenísimo pero es de hotel, lo que le quita lo genuino del baño comunitario,  y lo moderniza, por ejemplo con la existencia de luz eléctrica.

Seguimos conversando largo rato en la recepción, - donde está también la chimenea- de lo humano y lo divino, política, economía y sobre la quimera que era Europa (justo un año atrás), uniéndose Begoña que hizo la conversación aún mejor, hasta que me venció el sueño y subí a mi habitación que estaba calientita y me dormí, sin una gota de tensión en mi cuerpo, feliz y agradecida por ese regalo  :)


sábado, 17 de noviembre de 2012

Día 41: Bienvenue a Tanger (desde Sevilla)

Este día me tocó madrugar, para alcanzar a armar mi pequeño bolso, tomar un café y partir a la Estación de Buses San Sebastián de Sevilla y alcanzar el bus que me conduciría a Tarifa, a orillas del Estrecho de Gibraltar.(Taxi 5 euros).

El pasaje lo compré en la misma estación por 19.5 euros.

A las 09:30 puntualmente salió el Bus de la línea COMES, que previo paso por Cadiz y Barbate, me dejó dos horas y media más tarde en la Garita (porque terminal no era) de Tarifa.

Apenas bajé  del bus tomé  ahí mismo un taxi, el que compartí con otros dos viajeros, dejándonos en el Puerto desde donde salen los Ferrys que cruzan a Marruecos (2 euros cada uno).


Llegamos al terminal cerca de las 13:00 horas, y me informaron que el próximo Ferry (FRS)  salía a las 13:30 hrs., así que compré el ticket con total tranquilidad y me senté paciente a esperar el llamado.

A la hora señalada comenzó el trámite de migración, que se hace en tierra para la salida de la Unión Europea y en alta mar para ingresar al Reino de Marruecos, con unos funcionarios que en perfecto Español se hacían los lindos.



La distancia entre puerto y puerto es de 15 kilómetros, tardando el trayecto exactos 35 minutos.

El ferry es enorme, tiene cafetería y Duty Free, y unas ventanas enormes que permiten ver todo cuanto pasa alrededor ...

Mi primera impresión de Tánger (bajo la lluvia en esos momentos)  desde el mar fue que lucía como una ciudad Mediterránea europea cualquiera y no como esas encantadoras y únicas ciudades del Sur que había recorrido dos años antes y de las que me había enamorado... (menos mal me equivoqué y tenía su encanto intacto). 



Recalados en el puerto desembarqué con expedición, por puro entusiasmo y me dirigí a la parada de Taxis, donde tuve que negociar con el conductor de un Grand Taxi el traslado a mi Riad, situado al interior de la Medina al lado del Museo del Kashba.

El conductor - Abdul - resultó ser un encanto, ubicaba perfecto Chile, porque había sido conductor personal durante dos años de nuestro querido Pintor Claudio Bravo, quien murió en Tánger en 2011, luego de haberlo elegido su lugar en el mundo ...  así que el trayecto, que tardó unos 10 minutos (4 euros), fue un agrado ... poca distancia en metros, pues parece que en realidad fue un viaje al pasado ...



Llegué a mi alojamiento, le Chambres d`Hótes Maison Hassani (www.maison-hassani.com) que elegí sólo por las referencias de TripAdvisor, donde  fue calificado como el mejor alojamiento de la ciudad. La verdad es algo caro para los precios Marroquis, pero es encantador y vale la pena cada Dirham (45 euro con desayuno). 

Me recibió Nayat, la dueña de casa, junto con su hermana Fati, quienes fueron a buscar al vecino -  Medhi, un francés que hablaba Español- para entendernos mejor  y todos me condujeron a mi dormitorio que era realmente hermoso, la decoración era lindísima y mi cama redonda una verdadera novedad ...  


No obstante la lluvia que caía a esa hora decidí salir a recorrer la Medina, caminé bajando sin rumbo por los callejones y recovecos rodeados por pequeñas tiendas ... fascinada con lo  que iba descubriendo al doblar cada esquina.


Así media perdida encontré la Mezquita Grande y un mirador precioso que miraba al Mediterráneo y al Puerto ...



Creo que fue la misma Medina que me fue conduciendo hacia rincones encantadores, entre ellos la puerta de salida que conducía hacia la Ville Nouvelle ...



La Ciudad Nueva como tal comenzó a desarrollarse a contar de la llegada al poder de Mohammed VI en 1999, pues fue su proyecto personal rescatar el norte del país e instituirlo como destino turístico de categoría mundial y potencia portuaria, lo que ha llevado a la ciudad a ser nombrada como el Saint Tropez de Marruecos (según Travel and Leisure) rescatando su antiguo esplendor pre sesentero.

Recorrí parte de la avenida Mohammed VI, pero como esa hora ya llovía,  intenté apurar el paso para llegar desde abajo a Mohammed V o Avenue Pasteur, a la Place de France y al mítico Café Paris, definido tradicionalmente como un refugio para literatos expatriados de la talla de Paul Bowls, quienes eligieron al igual que nuestro afamado pintor esta ciudad como "su" lugar ...


Este  lugar literalmente es de otra época (como toda la ciudad para mi gusto), sentada ahí pude ver al mundo pasar por fuera y también transcurrir dentro frente a mis ojos, estaba lleno de hombres tomando té, fumando y hablando de cosas importantes, que yo no supe comprender, pero detrás de ellos y del humo había una señora muy mayor y muy arreglada sentada leyendo un libro ... si ya es raro ver mujeres en los cafés de Marruecos, ver a una sola es un evento; me imaginé a mi misma en unos años más y esperé de corazón que se repitiera esa imagen ... y que fuera yo la anciana que lee tranquila, mientras una más joven descubre el mundo a su propia manera ... estaba en eso cuando hicimos contacto visual, nos sonreímos y fue como si  hubiésemos estado pensando lo mismo ...

Pedí una teterita de te a la Menta (9 Dirhams) que me sirvieron con la gracia y rigor Marroquì y yo me quedé feliz refugiada de la lluvia y viendo a los demás mojarse ...


Cuando amainó la lluvia salí a recorrer de regreso caminando por la Rue de la Libertè, y nuevamente la ciudad me condujo a al mítico Hotel El Minzah, al Petit Socco o mercado de Frutas y Verduras (muy barato),  y al Grand Socco, ya adentrado en la Medina .



Recorrí tranquila sus recovecos y me fui encontrando (guiada por el olor a pan) con los hornos que funcionaban a plena actividad (pensaba para mis adentros que debía haber un Hamman cerca ... pues siempre es así) y llegué al área más comercial que bullía de actividad aún bajo la lluvia.

Las tiendas estaban llenas de artículos de cuero, ropa, piedras, joyas y artículos de belleza, que son mis favoritos; así que estuve largo rato probando ungüentos y pomadas hechas a base de Rosas y Azahares, además de los productos ya conocidos que compré para mi baño como Gasshoul, Savon Noir y Aceite de Argán, el oro de Marruecos, que tiene mi pelo brillante e hidratado hasta hoy. (80 dirhams, 100 ml.)




Terminadas mis compras seguí recorriendo, hasta que empezó la lluvia de nuevo y en dos minutos convirtió en río los pasajes y escaleras que me separaban del Riad, así que llegué empapada ... por lo que no me quedó otra que inaugurar mis nuevos productos y llenar la tina de mi baño, redonda y honda, con agua calientita y relajarme  ...



Una vez seca y abrigada crucé mi callejón para visitar otro mítico de la era Hippie, el café Baba, (Best cafe in Medina). Compré sólo agua, pero me quedé un largo rato, disfrutando del ambiente, lleno de humo y de gente.

La persona que me atendió con mucho orgullo me contó que los mismísimos Rolling Stones lo visitaron en el año 1965 y que a través de los años ha seguido recibiendo a todos los bohemios, mayormente jóvenes (pero aquí si habían varias mujeres) los que han  hecho al café "su" lugar ...

De regreso pasé a conversar con las hermanitas a la cocina de la casa - Daniel, el otro dueño andaba de viaje en Francia - quienes me brindaron Te a la menta y unos Gateaux deliciosos, ellas no hablaban inglés, ni yo árabe, pero nos logramos comunicar igual, con una palabra en inglés, una en español, otra en francés y Google Traductor ... así que reímos de buena gana hasta tarde en la noche ...

Me fui feliz y relajada a mi pieza de cuento, que estaba calientita porque las chicas habían encendido el calefactor, y  pensé acurrucada en mi cama redonda, hasta que me quedé dormida cual será mi lugar en el mundo ....  creo que Marruecos ....


Dato: 1 euro = 11.6 Dirhams.