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domingo, 30 de diciembre de 2012

Día 46: Medio día Madrileño y Epilogo de esta aventura... Gracias a la Vida !!!


El despertar de mi último día de vacaciones fue pausado, pero muy temprano para aprovechar el tiempo, apenas me levanté salí del Hotel Carlos V, recorriendo calle Maestro Vitoria por la parte trasera del Corte Inglés, que ya engalanaba su juguetería con aires navideños, a pesar de estar recién finalizando noviembre.



Partí mi recorrido en la Plaza Mayor, la que desde ese mismo día sería sede de una Feria Navideña, estando ya a esa hora todos los puestos comenzando a armarse bajo los primeros rayos de la mañana.



Nada más atravesé los arcos de la Plaza di con el remozado Mercado de San Miguel, del cual me había enamorado cuando visité Madrid el año 2009, estando entonces recién inaugurado: dos años después sigue pulcro, lindo e iluminado y lleno de puestos de delicatessen, frutas y verduras que relucen de frescas y coloridas.



Seguí bajando por calle Mayor y entré a tomar desayuno a la Cruz Blanca,  un café muy simpático atendido a esa hora por Mario y Carmen, quienes con todo el cariño del mundo atendían a sus comensales, respecto de quienes conocían sus nombres, gusto en café y si estaban tarde para el trabajo.

Yo me tomé un latte riquísimo con tostadas con mantequilla, feliz y entretenida con la conversación y el resumen de actualidad que me hicieron desde tras de la barra.

Ya desayunada y al tanto de la situación política y económica, caminé hasta el final de la calle- un par de cuadras - hasta dar con la Catedral de Santa María la Real de la Almudena, la que fue erigida en el soglo XVII y está dedicada a la Virgen de Almudena, patrona de Madrid, la que - según cuenta la leyenda- permaneció oculta tras uno de los muros de la cuesta de la Vega, mientras duró la ocupación musulmana, descubriéndose por si misma de una cubierta de cemento, con que la habían protegido de los Moros, una vez que el Rey Alfonso VI reconquistó Madrid.


Lo primero que recibe al visitante - por la entrada lateral- son las tres puertas de bronce en las que se encuentran tallado el capítulo cuando la Virgen es encontrada tras la tapia y la visita de Juan Pablo II, que consagró la Catedral.



Una vez que ingresé a ella, quedé maravillada con su interior que relucía bajo el sol de la mañana, brillando los  muchos colores y el dorados de sus techos y los reflejos que salían de los vitrales a los pálidos pilares.





Subí al altar donde las personas hacían fila para orar frente a la imagen de la Patrona de Madrid, y luego descendían seguros que aquella intercedería para que sus peticiones fueran escuchadas...



Terminada mi visita salí hacia la Plaza de la Armería donde se encuentra su entrada principal, y se enfrenta al Palacio Real, el que a esa hora estaba a plena actividad y con una gran fila de turistas esperando su turno para ingresar.




Bajé hasta los jardines de Sabatini, que se sitúan en la parte posterior del Palacio y que permanecen  abiertos al público verdes y perfectamente recortados.



Seguí avanzando hacia la Plaza España, hasta que encontré en una porción del Parque del Oeste con una sorpresa: el Templo de Debod, un verdadero Templo Egipcio en el Centro de Madrid.

Este Templo fue un regalo del gobierno Egipcio a España por la ayuda prestada por ellos en la conservación de los Templos de Abu Simbel, cuando se construyó la represa de Aswan y reluce aún después de 2.200 años en medio de la capital.




Terminado mi paseo por el centro tomé el Metro en Plaza España para ir al Museo Tyssen Bornemisza, situado en el paseo El Prado (8 euros la entrada con derecho a la colección general), que con orgullo exhibió a nuestro maestro Matta hasta el 23 de octubre de 2011 en una colección especial con ocasión del centenario de su nacimiento.




Si bien el museo alberga colecciones de artistas de los últimos 8 siglos, que incluyen en forma permanente a grandes como  Vangoh o Monet (con el bellísimo Puente sobre Charing Cross),  se destaca más bien su énfasis en la pintura contemporánea, principalmente del siglo XX, manteniendo en su colección a Matisse, el ya mencionado Matta, Picasso, Rodin, pasando además por representantes del pop art como Lichtenstein.

Saliendo de ahí volví al hotel por mis cosas, hice algunas compras de último minuto, y partí al aeropuerto en taxi, que me consiguieron del mismo hotel por 25 euros, abordando justo en la hora el Air France que me conduciría a casa, previa escala breve en París.

Estuve 1 hora y media en el moderno Aeropuerto Charles de Gaulle donde luego de comer y vitrinear abordé puntual.




El viaje de 12 horas fue tranquilo y sin sobresaltos, el servicio a bordo es excelente; la opción vegetariana, como ya se ha hecho usual, se sirve con puntualidad, siendo muy rica y variada (incluye harto queso) incluyendo el servicio abierto de noche bebidas, agua y helado de paleta de chocolate de Haggen Daz.

Durante el viaje mayormente me dediqué a ver películas y repasar las fotos de los 47 días que recorrí con toda la calma y en una ruta lógica que tuvo las correctas transiciones: cinco países en tres continentes; viaje que en minutos me hizo incluso retroceder en el tiempo, a épocas sin reloj y marcadas sólo por los ritmos de la naturaleza: Gracias a Nepal, por hacerme recuperar la esperanza en que eso es posible al igual que volver a sentir el viento de montaña y el aroma del campo.

Gracias a Turquía por mostrarme a través de su arquitectura e historia los más de  2.000 años de su asentamiento, a través del paseo de las Ruinas Romanas de Pammukale y Efeso (que me regaló la más linda sorpresa- al lado del mar Egeo- de poder visitar la casa de la Virgen María), las formaciones rocosas milenarias que originaron los valles eternos de Capadocia, y de la magia de Estambul, donde pude vivir la dicotomía de lo actual y pasado, tradición y proyección, lo oriental y occidental, Europa o Asia, a cada momento, maravillando al visitante con sus obras de arte como la mezquita Azul, Santa Sofía, y los palacios de Topkapi, y Dolmabache y deleitándolo con las delicias Turcas, el café y los baños.

Gracias a España, por mostrarme la siempre entretenida Madrid por segunda vez, y por revelar el diverso Sur de la Península marcado por la influencia Mora que los gobernó antes de los Reyes Católicos, con su arquitectura de ensueño, los colores, la comida y también la música, que resonó al ritmo de la guitarra, las palmas y el taconeo durante toda mi estadía.

Gracias a Marruecos por permitirme encantarme por segunda vez ahora con su parte norte, desde el blanco de Tánger y Assilah, hasta el azul índigo de Chefchaouen, donde pude bajar mi ritmo y sincronizar con la calma de las montañas del Rif, y descubrir la comida, los colores y la gente, disfrutando además del imprescindible Hamman.

Y finalmente gracias a India, el objetivo de esta travesía y mi viaje personal más aventurero: por las luces, los colores, el sol, el calor y la música, por Mahendra Singh y Dipa que me pasearon con profesionalismo y cariño por ciudades tan diversas como Nueva Delhi, con todas sus contradicciones Mandawa, Bikaner, Jaisalmer, Jodhpur (mi favorita), Udaipur, Jaipur, Rantambhore, Agra, Orchha y Khajuraho, abriéndome las puertas de su casa y alegrándome las jornadas con sus entretenidas conversaciones y enseñanzas.

A Varanasi, por sus enseñanzas sobre la vida, la muerte y el desprendimiento (y sobre dejar ir) y por el Ganges- el alma India- que transcurre eterno a su costado recibiendo a sus hijos en sus abluciones y   liberándolos del ciclo eterno de las reencarnaciones una vez arrojadas sus cenizas a las aguas.

Le doy gracias a la vida por permitirme hacer un viaje así, que fue una enseñanza en historia, geografía y religión, pero más allá fue también una lección de vida, sobre la tolerancia, la necesidad de adaptación y aceptación de cada realidad, sobre el amor y el destino, y la tarea urgente de volver a conectarme con la naturaleza y sus ritmos, ver las estrellas, sentir el pasto y la tierra con los pies, energizarme con el sol y arrullarme con el sonido del agua, porque no se necesita nada más y ahí están todas las respuestas ....

En palabras de la flor más importante de Chile Violeta Parra: "Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados; con ellos anduve ciudades y charcos, playas y desiertos, montañas y llanos, y la casa tuya, tu calle y tu patio"


Namasté India, Dhanyavaad, nos volveremos a ver !!!

Next Destination : Máncora, Perú!!!

martes, 18 de diciembre de 2012

Día 45: Recorriendo Madrid por Segunda Vez...

Estar en Madrid para mi es siempre un agrado. Aún cuando siempre planifico un par de días en  esta ciudad capital incluyendo visitas a ciudades cercanas y alrededores, finalmente siempre prefiero quedarme el el centro sólo a recorriendo sus calles y respirando sus barrios, descubriendo siempre un rincón interesante o una tienda linda donde hacer mis compras antes de regresar a casa.

Habiendo llegado el día anterior de un mini viaje al Norte de Marruecos me costó retomar el ritmo, pero lo logré, levantándome tarde y tomando calmada el desayuno  que brinda por 9 euros mi Hotel Carlos V (Cadena Best Western), el que incluyó varios de tipos de panes, bollería, pastelitos, quesos y una animada conversación con el Maitre Domingo quien me dio sus recomendaciones para mi último día y medio de vacaciones.

Salí a recorrer la ciudad bajo el frío sol de otoño, comenzando por la Puerta del Sol, la que bullía en actividad, incluyendo las filas para la Lotería de Navidad que se estrenaba recientemente en versión 2012.




Hice por segunda vez la fila para obtener la mejor toma del Oso del Madroño desocupado, un clásico de la ciudad.


Desde allí decidí caminar hacia el Barrio Chuecas; comenzando en una de sus tres plazas, (Vásquez de Mella), comencé a adentrarme en este estiloso barrio, bastión por excelencia de la comunidad gay, que habita y circula ondera por ahí. 


Disfruté cada rincón y fachada, todas ellas muy bien conservadas,  principalmente de los balcones que exhibían orgullosos la bandera gay a quien la quisiera ver ...




Las vitrinas lucían ordenadas y muy bien decoradas, dedicadas al vestuario, y elementos de decoración de interior mayormente.



Y me topé con esta pequeña joya Mi calle de Nueva York (www.micalleny.com), donde pude por fin hacer realidad un pendiente que tenía desde que visité Pammukale en Turquía: la Ictioterapia.

La Garra Rufa (Dr. Fish) es un pez que proviene de Turquía y que es famoso porque su saliva contiene enzimas que consumen la piel muerta, facilitando así un peeling natural, por lo que es usado hasta en tratamientos para la Psoriasis.




Como moría de la curiosidad entré y pregunté y salí con una pedicure de 35 euros que incluía 20 minutos de Ictioterapia. La experiencia, al principio inquietante,  pasó a ser del todo placentera, porque el poder de la Enzima de estos pececillos es dejar la piel lisa y suave; ademásdespués de tanto cosquilleo al final una se relaja mucho.

Las chicas que trabajan allí se esmeraron todo el tiempo en hacer el momento grato, brindando te verde y asesorando en colores y técnicas de secado rápido para que luego calcetines y botas no malogren la obra que habían hecho con mis pies.


Saliendo de mi experiencia de relajación y belleza, salí nuevamente a la ciudad a través del barrio contiguo a los Tribunales, desembocando en una de las porciones del Paseo de los Recoletos, uno de mis favoritos de la ciudad.



Recorrí con total calma el Paseo, pero extrañé las piletas, que no se en qué etapa de la reforma  en curso estarán instaladas nuevamente o si vienen en el plan.



Bajando encontré la Plaza Colon, con su monumento homónimo, los contiguos Jardines del Descubrimiento, bajo los cuales funciona el Centro Cultural y el inicio del Paseo de la Castellana que se proyecta amplio y solemne bajo el sol otoñal.





Este paseo que parte en la Plaza Colon, alberga las mayores embajadas y edificios públicos y junto con el paseo Recoletos y el paseo El Prado constituyen el eje verde fundamental de la ciudad.





Me adentré en el Barrio Salamanca, uno de los más elegantes de la ciudad a través de la Calle Serrano, que le sirve de eje central, maravillándome con las vitrinas de las tiendas Le Pan Quotidiene y Ágata Ruiz de la Prada, que invadían la atmósfera con bellos diseños y con su paleta llena de colores.




Seguí hacia el Corte Inglés que se preparaba para Navidad, montándose en ese momento un carrusel y una casa rodeada por Osos Polares automatizados, que lucían tan tiernos que daban ganas de acurrucarse al lado de ellos.




Y así llegué a la calle Ortega y Gasset, en cuyas orillas se aposta las tiendas más elegantes como Cartier, Dior e incluso Tiffany and Co., las que no son de mi gusto y menos de mi presupuesto, por lo que me trasladé hacia la calle donde estaban las tiendas de diseño Interior, encontrando  Zara Home y Habitat (Calles Hermosilla y Coello) la que se convirtió en mi favorita, por la gran cantidad de cosas pequeñas que tenían para alegrar la casa y la oficina con algo de color, y a precios más que alcanzables.




Me senté recién a esa hora a comer algo luego de recorrer y vitrinear ya comenzando el anochecer, parada que no incluyó más que un latte y unos muffins en una café que rodea la Puerta de Alcalá, y cuyo nombre olvidé.




Crucé hacia la Plaza Cibeles, donde el Palacio de las Comunicaciones esplendía iluminado bellamente, incluyo tras el transito non stop que había a esa hora. 



Había quedado de juntarme con el hermano de una amiga avecindado por estudios en Madrid, así que Ángelo, desde esa hora se convirtió en mi guía, mostrándome su propia versión de la ciudad para estudiantes

Partimos el recorrido por el que definió como un clasíco, Cervecería 100 Montaditos, que por ser día Miércoles ofrecía toda su variedad de montaditos por un euro, incluyendo las jarras de Mahou, así que disfrutamos pidiendo nuestras selección indicando el numero en un formulario, las que aparecían en la barra, asignada al nombre de uno de los comensales, en menos de 10 minutos.

El sabor correcto y la variedad impresionante (apto para vegetarianos).


Con los estómagos felices y contentos caminamos hacia la calle Echegaray, muy céntrica también,  llena de bares y clubes, pero Ángelo ya tenía su elección: La Boca del Lobo (www.labocadellobo.com/laboca/home.php) un lugar muy ondero situado en subsuelo y donde funciona una sala de música pequeña y potente.


El ambiente estaba relajadísimo y la música pasaba de acordes rockeros, a funk y soul, con los músicos casi al alcance.... y lo mejor sin pagar entrada, sólo consumo. 


Pedimos en la barra, desde donde abarcábamos toda la escena, vodka tónica, por 8 euros, pero una medida más bien conservadora, así que tuvimos que ir por el bis, además animados por el cantante que a esa hora aullaba Shout  de The Isley Brothers.



Salimos sobre la medianoche para que mi guía y ahora buen amigo llegara sano y salvo a casa en metro, nos separamos en El Sol, y me fui caminando tranquila al hotel , observando como levantaban toda la decoración navideña ... 



lunes, 10 de diciembre de 2012

Día 44: Un adiós de casi un día en Tánger y regreso a Madrid.

La Maison Hassani despertó hoy en total silencio, lo que me costó creer, por lo revoltosas que habían sido Nayat y Fati los días anteriores; la explicación era muy simple estaban desayunando en la terraza con Daniel que había llegado en la madrugada desde París, todos en bata. 

Me incluyeron amables en la preciosa mesa que habían dispuesto bajo el sol que hacía la vista a la Medina y al mar brillante y compartimos el desayuno compuesto por café recién preparado, jugo natural de naranja, pan calientito y pasteles.





Después de tan grato momento de conversación trilingüe (con una palabra en español, una francés y una en inglés), salí a caminar hacia nuestra vecina Kashba, con toda la calma del mundo.


Encontré en mi camino con la Puerta de la Kashba que ha inspirado a pintores como Matisse y Bruno Richter, quien la inmortalizó, tal como existe hoy (salvo por el farol con energía eléctrica).




 

Visité el Museo del Kashba, que funciona en un Palacio que fue levantado en el siglo XVII y,que sirvió como casa del Sultán,  pero ese día estaba cerrado, no se si por la hora o porque no funciona del todo....




Me devolví por la Puerta Mágica (lo digo porque entrar a la Medina es retroceder en el tiempo de inmediato) y bajé adivinando al Socco hasta que di con la Plaza 9 de abril situada en las afueras del Grand Socco y rodeada de edificios tan importantes y emblemáticos como le Cinemateque Rif, la Mezquita Sidi Bou Arrakia y el café Al Mountanzah, con una gran terraza de la que había disfrutado la noche anterior.. 




Me quedé largo tiempo mirando a la gente pasar, y midiendo el ritmo acelerado de esta zona, y disfrutando del sol que iluminaba y alegraba aún más la escena. 

Crucé la calle y la Puerta de ingreso a la Medina y al Socco, y el comercio se vino encima; mayormente dedicado al cuero en esa parte y también a las imitaciones de grandes marcas, que la verdad no me interesaban mucho.





Pasé a la pastelería a comprar algunas piezas para no olvidarme del sabor de mis favoritas Corns De Gazelle, hechas de almedras, azúcar y agua azahar y seguí mirando ropa, zapatos y souvenir.




Continué mi recorrido por otra parte del Socco, dedicada a la alimentación, donde encontré todo tipo de panes, más pasteles y cerros de dátiles.



Seguí por otro pasillo donde aparecieron los colores de las frutas y verduras ...


Regresé a la Maison a despedirme y a agradecer por la gran estadía, a todos sus habitantes y al vecino Medhi que desinteresadamente me aconsejó, acompañó y condujo por la ciudad (y lo mejor en Español).

Pasé a Café Baba por mi último te a la Menta y pasó Mohammed Ali a buscarme para llevarme al aeropuerto, (100 dirhams) por encargo de Nayat.


Llegué a Ibn Batoute International Airport, el que se encuentra a 30 minutos de la Medina (11 kilómetros), con bastante tiempo para abordar el avión que había reservado y comprado desde Chile en Ryanair, por 30 euros.(solo incluía el pasaje una pieza de equipaje de mano - la maleta grande la había dejado en Madrid- viajar ligera de equipaje es mi mejor consejo).

El viaje fue tranquilo- obviamente no incluyó nada- y tardó 1 hora 15 minutos. 

Una vez en el aeropuerto de Barajas compré el ticket de metro combinado y por 4.95 después de 45 minutos estaba en Estación El Sol, camino a mi hotel Carlos V, Best Western, que siempre me acoge en mis estadías en Madrid.(54 euros, sin desayuno).

Salí una vez instalada a caminar hacia Callao donde aproveché de comer algo ligero y de vitrinear por FNAC ( a punto de cerarr) y sus ofertas que estaban muy atractivas como es usual, sobre todo en la selección de Greatest Hits, así que me fui feliz con mis discos, alimentada y cansada a soñar con mis últimos dos días de vacaciones en la capital Ibérica :).