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lunes, 6 de julio de 2015

Playas de Pernambuco: Praia dos Carneiros y Porto das Galinhas

Salimos tempranito desde Recife, aprovechando el día libre de Michelle, para iniciar nuestro fin de semana  extendido de 3 días playeros por las playas del estado de Pernambuco: Praia Dos Carneiros, Porto Das Galinhas y Muro Alto.

- Praia dos Carneiros:

Recorrimos en auto para nuestra primera parada,  unos 100 kilómetros al sur de la ciudad hacia el Municipio de Sirinhaem, a través de campos infinitos de caña de azúcar, que fue y será integrante de la economía pernambucana y parte de sus muchos atractivos.


Llegamos a Guadalupe, cerca de las 09:30 de la mañana, y ahí mismo caminamos al Muelle a abordar el Catamarán que Michelle había reservado días antes, por 50 reales cada uno, con el que recorreríamos parte del río Formoso y sus manglares, hasta llegar a la más linda Praia dos Carneiros. (www.catamarantours.com.br/passeioBarco.php)



El viaje fue suave y entretenido, todo el mundo cargaba sus bolsos y sombreros, amenizados con banda de música, que invitaba hasta al baile.



Primera parada a disfrutar de una playa donde la arena se mezcla con arcilla, obteniendo la más natural máscara exfoliante de cara y cuerpo. El servicio incluía aplicación, y dejarte reposando un rato al sol, para luego enjuagar en la misma playa.

Algunos kioskos de Tapioca y cerveza, disponía su propia vasija con arcilla para sus comensales.



Reanudamos la marcha tranquila en nuestro catamaran, avanzando hacia Carneiros, parando algunos minutos para un chapuzón, cerca de los bancos de arena, que hacían unas playas calmas y claras y otras, para ir observando las costas llenas de palmeras, que hacían una verdadera postal.



Divisamos desde el mar la hermosa Iglesia de San Benedicto, construida en 1910, que también forma parte de la postal mental que me traje de la playa.


Luego de un poco más de una hora de viaje, el catamarán nos dejó lo más cerca que pudo de la playa, caminamos unos cientos de metros como peregrinando hacia una de los lugares más lindos que he visto.





Por elección de los dueños de casa, fuimos a la Posada Bora Bora, que garantizaba que "o paraiso é aqui". El restaurante levantado por los descendientes del fundador de lo que sirvió de hacienda cocalera (de cultivo de cocos, no confundirse) ahora dedicada al turismo, es un hit: estaba repleto.


La condición para usar el restaurante y las instalaciones (baños con duchas, bar y reposeras), es garantizar un consumo de 50 reales por personas: nosotros cumplimos felices, comiendo los más tradicionales platos de pez aguja rebosado, pescado frito (como las porteñas calugas) y obviamente macaxeira frita, que estaba deliciosa, todo amenizado además con Caipifruta.



Mientras la marea baja lo permite, pudimos caminar un poco por la playa, donde encontramos heladeros, vendedores de trajes de baño y sombreros, pero también carretas y caballos, que ofrecían paseo por la costa, hasta la iglesia para un tour fotográfico.


Y luego del paseo directo a bañarse, mientras la marea estuvo baja, en unas pequeñas piscinas que se armaban en la barrera, y después cuando subió, casi frente de nuestra mesa en Bora Bora, bajo un sol espectacular y un agua a temperatura paraíso (que acostumbrada a las gélidas aguas del pacífico se añoran).




Tipo 5 de la tarde y habiendo disfrutado del agua a más no poder, abordamos nuestro catamarán de regreso al puerto original, esta vez sin detenciones, más que una pasada a mínima velocidad para retratar el más lindo icono del paseo, a esa hora locación de una sesión de fotos.


Desembarcamos y nos reecontramos con nuestro auto para ir a nuestro siguiente destino: Porto Das Galinhas 



- Porto Das Galinhas:

Nada más llegamos a la Villa, nos instalamos en la Pousada Ourico, que reservó Michelle para todos, a dos cuadras de la calle principal, donde se ubican los bares y restaurantes. El hotel es un sitio muy agradable, con piscina, un desayuno correcto, a un precio muy conveniente, cercano a 170 reales (www.pousadaourico.com.br/)




La playa de Porto das Galinhas  es preciosa, de día y de noche, en conjunto con Muro Alto y Pontal de Maracaipe, forman 3 kilómetros de playa de postal.

Durante el día paseamos y disfrutamos de la playa y de las hermosas vistas de los barcos a vela, llamadas Jangadas, las que, a la antigua usanza, aun siguen en circulación, al vaivén del viento y las mareas.



                                                                                                                                                                  Al  Pontal de Maracaipe fuimos al segundo día cuando arrendamos un buggy, que nos llevo a toda velocidad en un paseo "con emoción".

La playa es extensa y linda, muy ventosa, especial para los deportes náuticos como el windsurf o kite surf, en la Ruta del Surf.                                                                                                                                                            


El atardecer, en cambio, es muito tranquilo, se tiñe la playa de otros colores, y las personas desaparecen... yo pienso en ese momento, qué lujo contar con estas dos caras en un mismo lugar... y el mismo día ...



Durante estos días la dieta simplemente se redujo a pescado y  más pescado, deleitándonos con la famosa Moqueca de Peixe, que conforme la tradicional receta, no lleva agua, sino solo pescado, tomate, y otras verduras, cocinado por horas en aceite de palma y leche de coco, y servido humeante, con arroz y Macaxeira Frita (<3 p="">



Otra incursión culinaria fue la tradicional Tapioca, en un clásico en la calle principal, imposible de perderse porque siempre hay fila de golosos, esperando el turno para probar la mejor (mi favorita de queso).


Para no ser todo ocio y playa pasamos a visitar el Proyecto Hippocampus, para la conservación del Caballito de Mar (www.projetohippocampus.org), que es un lugar precioso, y muy educativo, donde se estudia y protege a los más lindos habitante de las aguas de este cristalino mar.

Hay muchas peceras, donde está en exhibición cientos de peces de colores, recreando su habitat. 


Y los más célebres, aunque los más tímidos habitantes, que flotaban en sus peceras con tal gracia y belleza, que hacían todo el sentido para quienes luchan por su conservación.



Durante las noches anduvimos deambulado por la Villa de Pescadores,  por las tiendas llena de artesanía, mayormente alusiva a las Gallinas que dan nombre a la playa, como guiño a la contraseña utilizada por los contrabandistas de esclavos, quienes viajaban en embarcaciones escondidos debajo de las jaulas de gallinas.  

Paseamos además por varios bares y restaurantes en la Ruta de la Caipirinha, que había iniciado en Recife y seguí profundizando acá, en cada uno de los graciosos bares.



Y hasta nos toco de publico para la final de Miss Brasil...


La noche es tranquila y animada, había mucha música en vivo, la temperatura es muy grata, y es también muy seguro para recorrer caminando.

3° Muro Alto:

Una de las mejores formas de recorrer Porto das Galinhas es en Buggy.  Guga negoció uno para nosotros por medio día,  que nos condujo en el recorrido Ponta a Ponta, desde Muro Alto a Pontal de Maracaipe, con tiempo para el baño, que además incluía conversación, guía  y música de Skank.




Nuestra primera parada fue la Praia Do Muro Alto,  una de las más lindas que he visto, y, en mi concepto la más bella de las tres de esta zona: por la onda, muito tranquila, el agua y las vistas preciosas, salvo Petrobras, cuyas chimeneas instaladas a media distancia, elegí no ver.

Su nombre se debe a que frente a la arena, hay un arrecife natural muy alto, que forma efectivamente un muro perfecto el que además permite se forme esta piscina tranquila especial para el relajo.



Guga arregló con el encargado un quitasol para nosotras, así que nada más dejamos asegurados los bolsos y al agua!  ... estaba deliciosa, tibia y clara ....


Después de varias inmersiones, salimos a disfrutar del entorno y beber agua de coco, que hizo aún más paradisíaco el paseo, nos refrescamos y volvimos al agua... 



Después de Muro seguimos en nuestro recorrido "Ponta A Ponta", hacia la playa de la Villa, y  Pontal de Maracaipe, hasta completar plan de 3 días 2 noches, dibujado con total experticia y cariño por mis más expertos guías, amigos y familia Pernambucana.

De regreso del paraíso a Recife, y previo almuerzo familiar, me dejaron en el aeropuerto, donde nos despedimos con emoción, yo llena de enseñanzas, de historia, geografía, cultura, danza y música, pero además  testigo del inmenso amor de Michelle y Guga (ahora padres de Lara), que alcanza para derrocharlo sin medida con esta visitante, infinita y eternamente agradecida, por abrirme su casa y su corazón ( e incluyendo el Bolo de Milho).

Abordé mi avión con emoción, con destino a la segunda etapa de mi plan Brasil:  Salvador de Bahía, con la promesa de  volvernos a ver: here, there or everywhere !

Gracias a mis amigos del alma !!!







miércoles, 3 de junio de 2015

Paseando por Olinda Colonial. Oh! Linda!

Recorrimos esta hermosa porción del estado de Pernambuco, que debe su nombre- conforme la creencia popular- a la exclamación de su fundador: "Oh! linda situacao para fundar uma vila". 

La ciudad fue la primera capital del estado fundada en 1535, y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, en 1982, está ubicada a casi 9 kilómetros de distancia de Recife, pero el recorrerlos implica un verdadero viaje en el tiempo a la época colonial.

Iniciamos nuestro recorrido, nuevamente junto a mi amigo-guía especializado Guga, quien diseñó un recorrido circular, en Alto de la Misericordia, presidido por la Iglesia del mismo nombre y la Academia de Santa Gestrudes.



Caminamos por las coquetas calles adoquinadas rodeadas de atelieres, y tiendas de souvenir y artesanías, pintadas de colores, con una atmósfera muy tranquila, que combinaba perfecto con el ritmo de la porción histórica, en esa época del año, porque en Carnaval está repleta a más no poder y se pone muy alocada.



Entramos a cada una de las ferias encontrándome en cada sitio con guiños a los iconos del estado de Pernambuco,   su bandera y a algunos de sus más célebres personajes, como Lampiao y María Bonita.


En busca de mi Lampiao

Las pinturas se roban toda la atención, representan en  diferentes estilos las vistas de la ciudad, y hacen difícil decidir cual de las dos imágenes es más bonita. 



Avanzando más hacia el faro, nos encontramos con todas las instalaciones en función del carnaval- cerradas en la época de mi visita- y que sirven de base a todos los blocos que también hacen sus apariciones en esta porción de la ciudad, al compás de los ritmos Pernambucanos del Frevo y Maracatú.





Cruzamos la calle y subimos al mirador Caixa de Agua da Sé, desde cuyo tope se obtienen desde 1937, las más lindas vistas de la ciudad histórica, de las torres de las iglesias coloniales y también de la zona urbana de Olinda con sus grandes edificios y hasta del borde costero de Recife. 



También se logra avistar el Observatorio, una torre pequeña de fines del siglo XIX, que sirvió en sus inicios de observatorio, luego de estación meteorológica y que hoy ha sido rescatado para popularizar el conocimiento de astronomía (www.espacociencia.pe.gov.br)



Ya avanzada la hora y el paseo, Guga sugirió para almorzar un clásico: Olinda, Art & Grill, un restaurante precioso, lleno de luz, color y una vista privilegiada y linda a la ciudad, iglesias y casas, con sus techos de tejas de greda y al mismo Atlántico que preside la postal desde más lejos.


El plato rey de la carta es la Carne de Sol, un plato típico de la zona, que consiste en carne reposada en sal durante 4 días o más y luego re hidratada y puesta a las brasas, que daba un aspecto de postal; yo no como carnes rojas hace años, pero igual me tenté a probar un pedacito, además porque venía con queso blanco fundido imperdible.

El plato además venía acompañado de frijoles, y otra de mis favoritas Macaxeira frita y una especie de pebre que estaba también muy a la altura.


Nos quedamos en una larga sobremesa, que incluyó también un paseo guiado por las obras de arte que se exhiben en el local y que le dan su nombre como atelier, la ventana eso si, contenía la obra de arte más linda... de la naturaleza.


Durante la tarde iniciamos el recorrido por las iglesias, que no son pocas, todas abiertas al público y gratuitas, que es una gracia, para el bolsillo y los ojos ... tomamos el auto y recorrimos la cuesta de la misericordia, hacia la otra porción de la ciudad histórica..




De las principales que visitamos, y además de las cuyo nombre me acuerdo, es el Convento de Sao Francisco, que data del siglo XVI y una de las pocas que sobrevivió al fuego Holandés, cuando temporalmente arrebataron la ciudad al reino de Portugal. 



Su interior está profusamente decorado y cuenta con un techo pintado a mano también original, y conforme reza su placa, fue sede del primer asentamiento Franciscano en Brasil.


También nos encontramos con la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario dos Hommes Pretos, levantada en el siglo XVII,  por la hermandad Africana y que perteneció a los esclavos y en cuyo funcionamiento se fueron rescatando e incorporando las ceremonias propias del continente africano.



Finalizamos la ruta de las iglesias, visitando a otra orden pionera en Brasil, la iglesia de las Carmelitas, asentadas en la zona en el siglo XVI, pero que siendo destruida por los Holandeses y fue edificada en su actual disposición en el siglo XVIII


Saliendo de ahí seguimos caminando distraídos, recogiendo postales coloridas, yo ya maravillada con los colores, las formas y las tejas, respirando el aire colonial, y a la vez festivo que define Olinda.



Continuamos el recorrido y llegó el turno de otra marca registrada de la ciudad carnaval: los bonecos gigantes de Olinda, incorporados a las fiestas a principios del siglo XX, y que hoy representan en masivos desfiles a los personajes más queridos de la cultura brasileña e internacional, y también a políticos y personajes de actualidad. 


Acá también tuve la oportunidad de oír y ver el Passo de Frevo, también declarado Patrimonio inmaterial de la Humanidad por UNESCO. 

Los dos chicos repetían para los visitantes los pasos con frenesí, haciendo galas con sus acrobacias, y compitiendo entre ellos, quien saltaba o hacia piruetas más impresionantes, ataviados, a la vez, con sus coloridos trajes y con la infaltable sombrilla tamaño mini, que acompaña la performance.




Saliendo de ahí, continuamos nuestra caminata y conversación, ya teniendo yo una idea más precisa de la ciudad colonial, su pasado, sus iglesiaw,  su ritmo relajado entre carnavales que la hacen pensar como una ciudad medio dormida, pero que despierta al primer sonido de tambor ....

Volvimos al auto, recogiendo más postales, para reunirnos con Michelle, y continuar con los enérgicos días de recorrido con mi familia Pernambucana, que incluirían Praia dos Carneiros y Porto das Galinhas.