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jueves, 30 de enero de 2020

Fin de semana en Barcelona. Enero 2015

Teniendo a Toledo como base de operaciones por un mes, y considerando que las clases de la universidad terminaban los viernes a las 14:30, cada fin de semana  partía rauda a algún destino que AVE me permitiera llegar en no más de 3 horas. 

Como siempre Barcelona es una buena opción y mi amigo Catalán favorito estaba libre, decidí visitar la Ciutat Comtal por segunda vez. (La primera había sido en 2009, ocasión en que estuve una semana recorriendo con mi amigo Gonzalo que completaba su doctorado, y la tercera en 2017 cuando volví a acompañar a la Máster Mariela a terminar su temporada académica en su adorada Gracia).

Esta vez elegí para quedarme el Hesperia de Ramblas, al lado de la estación de metro Liceu, por precio y ubicación, 100% en la zona más turística, y que me permitía moverme caminando a mis sitios favoritos.



Está a pasos de La Rambla, que es la arteria-corazón de la porción más turística de la ciudad y que une la Plaza Cataluña con la Plaza Colón, ambas que re recorrí en esta visita, al mismo tiempo que visitaba todas las tiendas de Desigual, en busca de las segundas rebajas que estaban buenísimas. 



También me quedaba de vecina la Placa Reial, que data del siglo XIX, y que está emplazada donde antes solía haber un convento, rodeada de bares que se iluminan por las noches y que la hacen encantadora.


Ya reunida con Ramón, fuimos a recorrer sus porciones favoritas de la ciudad; él tenía una programación que incluyó la noche del viernes y la tarde del sábado, quedándome un  poco de tiempo también para andar "a mi aire" y visitar algunos sitios que quería ver como Port Vell y su Maremagnum.

En la noche del viernes nos fuimos al Born, barrio que en ese entonces estaba de lo más, con su remozado Centro cultural levantado donde antes funcionaba un próspero mercado. 

El elegido fue Llamber, de comida Asturiana, donde comimos y bebimos de lo más, conversando que todo lo que había pasado en estos cuatro años desde que nos conocimos en India y paseamos por Nueva Delhi, con boda incluida. 



La mañana del sábado, para mi partió con la turistada máxima de la visita a mi vecino Mercat de Sant Josep o simplemente la Boquería, a comer de las exquisitas ensaladas de fruta, y a sacar fotos de los mil colores que hay ahí.



Este Mercado, hoy sede turística, alimenta a todos desde 1836 y es sede del corazón turístico de la ciudad.


La ruta diseñada por Ramón para ese día fue caminar la ciudad y seguir conversando, nos saltamos los lugares más obvios que había ya visitado en mi primera vez  (parece que con excepción del Palacio de la Música, en esa oportunidad logré ver todo lo esencial y más ....), y nos detuvimos en la imperdible Sagrada Familia donde estuvimos boca abierta descubriendo los nuevos detalles de la construcción, que había avanzado mucho, considerando las fotos que yo tenía de 2009.


La Basílica ya lleva más de 130 años en construcción desde la primera piedra, fue incluida como Patrimonio de la Humanidad por Unesco en 2005 y proyecta estar terminada en 2026.


Sus colores brillan bajo el sol, y ahí se va distinguiendo la porción original, y la que se ha ido agregando a través de los años. La rodeamos completa sacando mil fotos tratando de imaginar la gran cabida que tendrá cuando esté lista.


Continuamos caminando ya de regreso hacia plaza Cataluña por Eixample, buscando mansiones para sacar fotos y seguir encantándonos con las bellezas del Passeig de Grácia. 




Si obviamos la visita al interior de la Casa Milá y la Casa Batlló, ambas obras de Gaudí y ambas listadas como patrimonio Unesco, para aprovechar de seguir paseando y conversando. 



Y ya en el Gotic, entramos Els 4 Gats, que también me repetí, esta vez para degustar el Bacalao de Islandia y cobrar la botella de Cava que había ganado en la apuesta la noche anterior y volver a probar la crema catalana con frutos rojos.



Este restaurante cuyo inicio original data de los últimos años del 1800, fue sede de grandes intelectuales y artistas, como Picasso, quien montó acá su primera exposición y el mismísimo Gaudí, hoy está en el circuito turístico, conservando el encanto no obstante ser restaurado en los años 70.


Ya separada de Ramón, prometido que nos encontraríamos nuevamente, esperemos antes de 4 años, empecé mi propia ruta de las rebajas, encontré muy buenas ofertas en mis¿ favorita de la ciudad Skunkfunk y también en Mango. En la noche volví a la Plaza Real, bien tranquila, me senté en Ocaña, a ver toda la  entretenida onda pasar, con todas sus luces y color.



El domingo, previo desayuno en mi mismo hotel, me fui caminando hacia el mar, a la Plaza Colón y al Maremagnum, para visitar L´Aquarium



El complejo está compuesto por el acuario y en centro comercial enorme, muchos restaurantes y  una marina repleta de bellos yates.



El acuario es hermoso, aunque es una actividad para niños, me encantó haberlo visitado porque la estructura ya es bien hermosa, pero los habitantes aún más (el vídeo de la canción "Loco" de Andrés Calamaro está grabado aquí) 



Habían mil peces de colores, tiburones, caballitos de Mar, y también toda una porción dedicada a la antártica y los pingüinos.





Caminé por el Port Vell, que es la parte más antigua del Puerto, tomé sol, porque acá es mucho más amigable el invierno que en Toledo, miré y descansé, mirando a los que hacían deporte o andaban en paseos familiares, en ritmo de domingo. Desde ahí, me quedé como la escultura flotante Mirastels, sólo mirando el cielo.



Regresé por el Gotic, donde solo recogí postales, pasé a hacer unas últimas compritas ... 



Este barrio es de los más visitados de la ciudad y esconde su porción más antigua, incluyendo vestigios de la época romana, es sede de la gran Catedral, que es hermosa, pero que le roba protagonismo claramente la Sagrada Familia.



Por detrás está la calle del Obispo y el Pont del Bisbe, que une el Palau de la Generalitat y la casa dels Canonges, que es la más célebre postal de esta porción de la Ciudad, aunque data del 1928 y por lo tanto post post gótico.



Terminado mi recorrido de amistad, turismo y compras en rebaja, me devolví al hotel a buscar mi mochila y me trasladé a la Estación de Sants (donde habité la primera vez que visité la ciudad)  a tomar el AVE de regreso a Madrid y a Toledo, para empezar una nueva semana de clases !

(Volvería a la ciudad en pleno verano de 2017 a recoger más postales, y descubrir nuevos lugares de esta ciudad y sus alrededores, que me encantan en cada oportunidad).






martes, 28 de enero de 2020

Viviendo en Toledo por un mes. Enero 2015

Aquí va mi recorrido-carta-de-amor a Toledo, ciudad que me recibió por el mes que estuve cursando un Posgrado en Negociación, en los cursos de verano de la Universidad Castilla La Mancha en 2015.

Ya había visitado Toledo en mi primer viaje a España, en un viaje por el día en AVE desde Madrid (http://lavidaviajera.blogspot.com/2010/12/dia-42-toledo.html), pero aunque en un día uno de logra hacer una idea en clave de museo al aire libre, que le vale estar listada en Unesco como ciudad Patrimonio de la Humanidad desde 1986, vivir en su centro histórico es otra cosa. No muchas ciudades se pueden jactar de haber sido a la vez municipio romano, capital Visigoda, puesto Cristiano y también parte del Emirato de Córdoba. 

La primera decisión difícil para este mes, fue  donde quedarme, no había para ese entonces gran cantidad de apartamentos turísticos disponible, pero la universidad tiene varios convenios con hoteles y hostales; de ellos elegí el Hotel Carlos V (www.carlosv.com) muy antiguo, pero a la vez moderno, con una arquitectura de lo más en sintonía con la ciudad en especial el comedor del subsuelo, donde se sirve el desayuno más variado, todos los días, incluyendo churros. (A los residentes nos atendían aún más de lujo, ya al tercer día era la más consentida del salón)



Lo más bello, la vista desde la azotea- bar, que por ser invierno no funcionaba (El 2019 volví con mi hermana Marce y estaba funcionando con su mejor vista)


El Campus donde funciona la Facultad de Derecho de la Universidad Castilla La Mancha es espléndido, se respira la historia en cada uno de sus edificios (con fantasma incluida), está al lado de la iglesia de San Idelfonso, que data del siglo XVII. 




Fue una suerte que la bienvenida y la graduación se hayan hecho en un notable salón, que data desde el tiempo en que este edificio servia de sede al Convento Dominico San Pedro Mártir, en ambas oportunidades con total solemnidad.




Cada rincón de esta facultad evocaba otras épocas. El salón de conferencias fue espacio para escuchar la experiencia de la colega Guatemalteca Mercedes Hernández.


Una de las ventajas de estar en estos cursos es que hacen ceremonias y reuniones en toda la ciudad, por lo que también tuvimos la oportunidad de asistir a una bienvenida en la sede del Ayuntamiento de Toledo  con un salón de lujo, que también se encuentra vecino a la Catedral desde el siglo XVI.


Como no todo es estudio en esta vida, y las clases terminaban bastante temprano, quedaba mucho tiempo para ir descubriendo y re descubriendo rincones, porque claramente había más de una postal para cada día. Me salté en este recorrido y en los dos posteriores en que he visitado Toledo, la Catedral (magnífica) y la iglesia de Santo Tomé (donde esta la célebre obra de El Greco "el entierro del Conde de Orgaz), porque ya las había visto en mi primera visita.

Lo primero, fue tomar el (Toledo Train Vision) en la plaza Zocodever, centro neurálgico, comercial y gastronómico que te da la bienvenida al centro histórico de la ciudad, y que por 7 euros te conduce por la orilla del río Tajo, rodeando la ciudad amurallada.


Tiene una parada en el Mirador del Valle que permite una panorámica hermosa de la ciudad presidida el Alcázar y la Catedral que destacan más con sus imponentes torres. Avanzando recorremos el área de los Cigarrales, que son antiguas fincas de recreo, hoy casi todas hoteles boutique o sitios para finos eventos.




La plaza Zocodever, muy cercana al hotel, te da la bienvenida a la ciudad, está conectada con la escalera mecánica que trae a los turistas desde la estación de tren y a su costado puedes tomar el bus para recorrer los alrededores de la ciudad, incluido el Centro comercial Luz del Tajo, donde aprovechamos todas las rebajas, con mis colegas argentinas compañeras de curso.


La plaza está rodeada por varios restaurantes, y también por la fábrica de mazapán Santo Tomé. la que fue mi perdición. Hay mucho comercio también para seguir perdiéndose.



Desde la plaza hay que disponerse a caminar no más, así se puede cruzar la ciudad muro a muro, para no perderse detalle, aunque es posible perderse ... me pasó, pero no me costó encontrar el rumbo de nuevo.

Caminando por la Calle del Comercio se encuentra de todo, desde Zara, hasta tiendas de souvenir, y armerías, que hacen gala del pasado de caballero andante y el arte de las espadas Toledanas, con guiño a lo medieval que resulta la historia de la ciudad.


Ahí hay que ir mirando para todos lados, porque cada curva es más linda que la otra y también para no perderse de las buenas tiendas que hay (incluyendo La Cure Gourmande y Bijou-Brigitte que amo), y las hermosas joyerías con el producto insignia: el arte del Damasquinado, que data desde los tiempos moros y que consiste en formar figuras con oro engarzado en piezas de hierro o acero, dando origen a las joyas que tanta fama le han traído a Toledo, en especial aquellas piezas que tienen la Perdiz que es el ave local más reconocida. Acá mi dato es Maldonado, que está a una cuadra de calle comercio, por la Cuesta Portugueses, bueno, bonito y más barato.




Otro clásico Toledano son los mazapanes, manjar de los dioses, que conforme cuenta la leyenda nace en tiempos de guerra, cuando no había harina, pero si almendras y azúcar, y que las monjas creativas habían adaptado estilo pan, para alimentar a los necesitados. La verdad no puedo elaborar una categorización, porque absolutamente todos los que probé eran muy muy ricos.



Siguiendo el camino por la calle del Comercio, ya hay que elegir si seguir de largo hacia la otra porción de la ciudad amurallada, o doblar bajando hacia el área de la joya principal, que es la Catedral.



Está unida al Palacio Arzobispal en la misma plaza del ayuntamiento, donde funcionaba en esa época una pista de patinaje en hielo.



La Catedral Primada de España preside la ciudad con su campanario y su cabida que es impresionante (esta vez no la visité por dentro), es la segunda más grande del país después de la Catedral de Sevilla. 



Lo bueno, es que desde la Catedral, y en realidad, donde uno se encuentre en Toledo se puede ir cambiando de cultura dando solo unos pasos. Del área más turística es posible retroceder en el tiempo si llegas a las intrincados pasajes de la judería y desde ahí unos pasos más, al barrio Musulmán, al que se accede por la puerta de la Nueva Bisagra y la Mezquita de la Luz.


Todas las tardes me iba donde pudiera tomar un poco de sol o solo me iba caminando sin rumbo, así hacia el lado contrario de mi hotel, hacia la judería, encontré la calle Santo Tomé (más mazapanes, porque hay una sede ahí) y el Café de las Monjas que tiene la vitrina más tierna y los churros más deliciosos que probé en la ciudad.


Desde ahí al Monasterio San Juan de los Reyes, mandado a levantar en el siglo XV por los mismos Reyes Católicos, ejemplo del estilo Gótico castellano, que me salté de visitar nuevamente, porque ya había venido en mi primera visita a la ciudad.


Por el mismo barrio unos pasos más lejana está la Sinagoga Santa María la Blanca, también de los monumentos que son imperdibles en la ciudad.


Uno de los sitios que no había visitado antes y al que fui ahora es el Museo casa de El Greco, quien se estableció en Toledo en el siglo XVI, regando una serie de obras, en especial el Entierro del Conde de Ogaz en la iglesia Santo Tomé, que es la más célebre, y que da ya cuenta de la simbiosis ciudad autor.






La casa no es técnicamente el lugar donde vivió el artista, sino que donde el Marqués de la Vega Inclan, decidió recrearla, para enaltecer su legado. Cuenta sí con una gran colección de pinturas, y no habitual, con nada, pero nada de gente.


Este año 2015 en especial se conmemoraban los 500 años de su fallecimiento, por lo que ya a principios de año se proyectaban grandes fiestas y homenajes a la memoria de este genio.


El barrio, que alberga también el museo Sefradí, es muy hermoso, permite la vista al río Tajo y a los mejores colores del atardecer Toledano. 




Solo quedarse ahí en silencio y en paz, valía la pena la cruzada de la ciudad de muro a muro....



Después de todos los recorridos de muro a muro, subida y bajada y aplanada la ciudad, para comer y beber entraba a cualquier lado que me llamara la atención desde fuera, a mi me encantaba ir a la Plaza Magdalena y comprar todos los quesos para armar un picoteo en el hotel (con una cavita pequeña del supermercado que hay ahí mismo, y las fresas de Huelva que tentaban desde la frutería contigua), para no comer afuera todos los días.


Bajo la plaza de Zocodever, y junto a Miguel de Cervantes en la Puerta de la Sangre está la calle Santa Fe, donde está   el bar El Trébol y la Taberna Cuchara de Palo, muy recomendables.



Mas cerca del hotel esta La Cave (www.restaurantelacave.com) , que además de rica es hermosa, tiene un suelo de vidrio, bajo los que se puede apreciar los cimientos de los edificios originales.

Mi favorito eso sí es La Abadía, donde he vuelto cada vez que visito la ciudad (ya van 5), que funciona en una casa de oficios del siglo XVI y que funciona en dos plantas, la más hermosa, la de abajo, donde estaban los aljibes y que permite comer dentro de la historia, con luz tenue y ricas tapas. (www.abadiatoledo.com)

La "picada" máxima eso sí, es el Restaurante Ludeña, bohemio y tradicional, que todo el mundo recomendaba, aunque de verdad, debo decir que en todo sitio se comía rico y a buenos precios.

Para salir de copas, lo mismo, bastaba ver de fuera, algo animado y ya, pero mención especial merece el Círculo de las artes, que funciona en lo que fue una iglesia del siglo XVI, pero ya en sintonía  más secular y bohemia, da muchos conciertos y funciona también como bar.

Una de mis actividades favoritas por mucho son los baños termales y SPA, acá visité para mi deleite los Baños Árabes Medina Mudéjar, lugar que me recibió con su arquitectura de antaño, que incluye un muro del siglo XII, y los aljibes restaurados, y que con las tres piscinas y vapor, más un masaje (corto para lo que cobran), me dejó con 10 años menos. 


Además de ir de copas de cuando en cuando y los miércoles tener una noche de intercambio estudiantil en un bar cerca de la universidad,  organizamos con Carlos, un compañero que jugaba de local un Tour Nocturno, que prometía historias de casas encantadas y fantasmas, que bien le valen la fama de misteriosa a esta ciudad.




Visitamos antiguos asentamientos, donde se dicen se reunían los caballeros cruzados, escuchamos leyendas de la misma universidad y sus fantasmas. Nos contaba nuestro guía que la más famosa es la Encarna, a quien hay que saludar y despedirse en nuestro Campus, que hasta ha salido en el programa de televisión Cuarto Milenio.

Vale la pena venir y pasar tiempo en esta ciudad, no solo por el día. A Toledo ya la siento como mi casa y por eso le declaro mi amor por siempre. Claro que volveré por más mazapán, por amistad e historias.

(Tuve que volver el 2017, dos veces para completar el trámite de la Apostilla de mi pos título y en 2018 en la Ruta de los Molinos con mi hermana Marce, quien también se enamoró de la ciudad).