Despertamos tempranísimo, pero felices de poder ver como el sol se asomaba por el río Saigón frente a nuestra ventana, esa sola imagen hizo valer la pena el madrugón de las 6:00 a.m.
Subimos a tomar el desayuno bufete que ofrecía el restaurante del piso 5º, que bien podría haber sido un almuerzo (incluía mesón de frutas, especialidades japonesas, más la plancha para omelettes y hot cakes) y que servido en la terraza nos permitió seguir disfrutando del espectáculo que es la salida del sol, sobre todo en este día tan energético: el último del año del calendario Chino: bienvenidas las serpientes de agua y su prosperidad !
Puntualmente a las 7:30 nos recogieron en recepción nuestro conductor y nuestro guía Lee, de la vecina agencia Vietjourney (www.vietjourneytours.com) , con quienes habíamos contratado el día anterior a un súper precio, considerando que como era día festivo todas las otras agencias recargaban un 50%.
Emprendimos el trayecto por una carretera amplia, con una obvia parada turística, y luego de dos horas llegamos a la primera parada: Cai Ba, puerta de entrada para nosotras al Delta del Mekong, que cruza la zona conocida como el Rice Bowl, por la fértil rivera que convierte al país en uno de los primeros productores de arroz del mundo, con sus tres cosechas al año, y además permite el crecimiento de cientos de flores y exóticas frutas.
Aboradamos nuestro Long Boat junto con Lee y el conductor, quien nos brindó sus primeras atenciones, agua de coco fresca y frutas (plátano y Mangostan).
El río Mekong finaliza en este delta luego de atravesar 4.500 kilómetros por 6 países, según nos contó Lee está a 120 kilómetros de la frontera con Camboya.
Iniciamos nuestro recorrido animadas por el rugido del motor que nos hacía volar sobre las aguas cafés del río, fascinadas con su entorno y con la "ornamentación" de los botes, que tienen caras y dientes, sombrillas y hasta plantas, y por supuesto los arbolitos cargados de flores amarillas o mandarinas, por el TET.
Llegamos a la zona del Mercado Flotante, donde se suponía encontraríamos más de 400 embarcaciones en un vivo intercambio de vegetales multi colores y otros productos provenientes de la zona más agrícola, pero en su lugar encontramos silencio y relajo, y un par de "locales" que se hacían el amén con los pocos visitantes que insistimos porfiadamente en ir no obstante saber que era altamente probable no encontrar la ebullición que promete este lugar.
Igual disfrutamos en nuestro lento deambular por las aguas de las vistas de la vida que transcurría en la orilla, imaginándonos cómo sería en día no feriado, pero también reparando en la forma de vivir, transportarse y solucionar temas tan domésticos como el lavado del cuerpo y la ropa, la evacuación de aguas servidas y la limpieza (vimos cuadrillas de jóvenes extranjeros recogiendo plásticos de las orillas)
Hasta encontramos una iglesia católica, resabio del tiempo del protectorado Francés.
Y sentaditas en nuestras cómodas sillas de madera, disfrutamos viendo el mundo pasar… sólo recogiendo postales.
Llegamos al primer punto de nuestra visita la Apícola Tu Dang, donde nos recibieron gustosos, contándonos que no esperaban a nadie ese día, por lo que con mucha dedicación nos presentaron las colmenas, invitándonos a probar la miel pura, metiendo el dedo al panal como si nada; pero valió la pena, estaba la miel exquisita.
Luego nos invitaron te, endulzado con miel obvio, y nos presentaron los otros productos que potenciaba la ONG a cargo, mayormente dedicados a la belleza. Compramos unos frascos de un ungüento con jalea real para la cara, que probamos días después y que en realidad nos dejó la piel lisa y tersa, pero como a Chile no se pueden entrar miel ni subproductos por regulación fitosanitaria, no nos entusiasmamos mucho con las compras.
Seguimos la caminata para conocer las casas y locales vecinos, convenciéndonos con nuestros propios ojos de la importancia del arroz y de todos los productos que se obtienen de él: arroz propiamente tal, papel, tortillas (especialmente para Spring Rolls), arroz inflado, dulce y materia prima para licor.
Así llegamos a una fábrica donde una señora muy amable y sonriente nos explicó el proceso para hacer las tortillas de arroz, convidándonos después unas endulzadas y otras enriquecidas con algo parecido a la linaza para que las probáramos.
Y pasamos al final de la fábrica donde descubrimos el proceso del Pop Rice, que disfrutamos como niñas, especialmente cuando empezaba a explotar con el calor, emergiendo de la arena negra que lo cubría de la cual luego despojaban colándolo, para después embolsarlo para la venta.
Continuamos la caminata a visitar al siguiente vecino encargado de la manufactura de todos los productos referidos al Coco, encontrándonos con esta sorpresiva recepcionista, con la que todo el mundo se fotografiaba.
La verdad a mí no me gustan nada los reptiles, pero Lee fue entusiasta en contarnos que esa era zona de Pitones así que mas valía acostumbrase o armarse de un ramito de Lemos Grass, único antídoto para espantarlas: igual no accedí, sólo la toqué.
Lee fue un guía total, nos entusiasmaba a experimentar los productos pero también las actividades y el mismo nos explicaba algunos procesos, como las cien maneras de partir un coco, o la más extrema, darnos a probar un licor de hierbas contenido en un recipiente plástico, con una serpiente enrollada en su interior que sabía más fuerte que cualquier licor que haya tomado antes, incluido el Ouzo.
Nos explicó el proceso de elaboración de unos dulces de coco exquisitos, invitándonos sonrientes los niños que los estaban envolviendo a probarlos, lo que les sirvió de estrategia de marketing, porque compramos varias cajitas.
Después de la triple visita culinaria interactiva de la miel, el arroz y el coco, continuamos el trayecto haciendo un breve stop en una lancha del mercado, para imaginarnos su funcionamiento multiplicado por 400. El punto es que la señora estaba tan contenta que nos hizo subir y posar con todas su frutas, incluso el pesado Jack, regalándonos Manzanas de agua (parecidas a nuestras Royal Gala, pero más pequeñas y aguadas, pero igual de dulces).
Nos despedimos de nuestra amable anfitriona, luego de comprarle frutas y bebidas y partimos a nuestro siguiente destino distante a una hora para la próxima parada. La sorpresa esta vez fue que nuestro conductor dispuso hamacas en la parte posterior del bote por lo que el recorrido lo hicimos durmiendo.
Llegamos a otra granja, donde nos recibió una exhibición de bonsáis y artesanía, mayormente ropa bordada y artículos de madera.
Al interior encontramos varias mesas donde nos ubicamos para escuchar la música - dos hombres interpretando con guitarra y monocordio hermosas melodías, uniéndose después dos mujeres aportando dulces voces - y disfrutar una bandeja de frutas de producción propia que han de ser las más dulces que he probado: Jack Fruit, Longan, Guava y Durian (el más fétido fruto del mundo).
Caminamos hacia el interior de la granja donde nos esperaba otra sorpresa, una señora nos calzó el sombrero típico y nos invitó a subirnos a una canoa a los tres para recorrer un canal por el cual regresaríamos a nuestra embarcación.
La verdad el paseo fue lindo, pero a esa hora hacía mucho calor y el canal tenía muy poca agua, por lo que la tarea me supuso bien titánica para la señora, aunque ella nunca perdió la sonrisa.
El trayecto fue tranquilo y pudimos sentir la calma y silencio de la naturaleza, sin ninguna interferencia más que unos lejanos motores que a medida que se acrecentaban nos indicaban el fin del apacible paseo.
Nos despedimos de nuestra conductora casi disculpándonos (y regalándole toda la fruta y las bebidas que habíamos comprado a la señora del mercado, preguntándonos después si la quería y necesitaba si vivía en ese vergel) y nos subimos a nuestro bote.
Avanzamos otro poco en el trayecto pasando por porciones más pobladas donde la vida transcurría también tranquila y llegamos a Binh Island.
Almorzamos en el restaurante Night Dragon (incluido, sin bebidas 30 Dongs), donde nos ofrecieron camarones, Elephant Ear Fish, con menta, pepino y arroz para envolver en papel de arroz, hacer un rollito y comerlo previo paso por un rápido remojo en aceite de ajo, como un taco mexicano, pero pequeñito y, disponiendo además plátano y sandía a modo de postre.
Recorrimos de sobremesa los jardines del lugar y caminamos un poco por el lugar, recogiendo postales de las docenas de flores que lo adornaban y volvimos a nuestro barco.
Llegamos luego de otra hora de viaje a Vingh Long, donde se supone también funciona un mercado, pero que estaba totalmente vacío, saltándonos también la visita a la fábrica de cerámica, cerrada por las razones ya conocidas.
Emprendimos el camino de regreso a la ciudad, que esta vez se extendió por tres horas, así que aprovechamos de ponernos al día en el sueño "robado" de la mañana, y decidimos bajarnos en el mercado para ver si encontrábamos algo abierto para completar nuestra visita, lo que logramos parcialmente.
El Mercado Cho Ben Thanh estaba cerrado, pero caminando por la misma calle encontramos una tienda llamada Bamboo, donde comprarmos para nuestros familiares más jóvenes unas poleras de algodón preciosas y de muy buena calidad, con 10% de descuento por el TET (al fin algo bueno).
Regresamos al paseo peatonal que inicia en el Ayuntamiento que estaba repleto de gente, de luces y adornos, y encontramos a estos niños vestidos de gala, a quienes sus padres permitieron amables posar para nosotras.
Continuamos caminando por la calle del hotel tratando de registrar un poco la decoración de las tiendas y calles muy alusivas al venidero año de la serpiente, pero también a la flor de loto, llenando las calles de luz y color.
Cuando llegamos a nuestro Hotel Majestic ya fue todo una fiesta, afuera estaban ya los grupos que ejecutarían las danzas del dragón y dentro, un señor que con una estupenda caligrafía y mucho glitter nos regalaba lo que quisiéramos para nuestro año junto a nuestro nombre (Happiness to Cecilia)
El día anterior nos sugirieron de la misma recepción que eligiéramos a qué fiesta queríamos asistir de las tres que brindaba el hotel (por poco menos de 2 millones de Dongs, o sea 100 dólares). Nosotras habiéndonos ahorrado harto en el alojamiento al haberlo reservado por booking con tarifa non refutable, decidimos darnos en gusto y celebrarlo en el Bar M, del piso 8º, que se veía más relajado, creo que no nos equivocamos, porque además permitía una estupenda vista al show pirotécnico.
Nos arreglamos como pudimos con lo que llevamos (nunca incluyo al menos ropa para una fiesta más elegante, así que me delataron las hawaianas a pesar del esfuerzo) y bajamos a disfrutar de nuestra cena.
El bufete fue súper completo e incluía bar abierto de aguas, bebidas (excepto light) y vino.
Nuestra mesa nos permitió una vista privilegiada al show, que incluyó tres cantantes que entonaban a todo pulmón en más de tres ocasiones la canción Happy New Year de Abba, mientras paseaban entre nosotros Fu Hsing, Lu Hsing y Shaw Syn, tres personajes que representan la riqueza, la salud y la longevidad, quienes además nos regalaban - como manda la tradición (aunque se limitaría a los niños) - sobres rojos con dinero (Lucky Money) con 100 dongs) como regalo del hotel a sus huéspedes.
Luego llegó el turno de las danzas del León y del Dragón, mediante las cuales conforme la tradición, se promueve la protección de hogares y negocios y se espanta a los malos espíritus.
Los jóvenes hacían sus acrobacias, al ritmo de los tambores y bajo los coloridas máscaras, paseando con maestría entremedio de las mesas, encantándonos a todos.
A medida que pasaba la hora llegaba más gente y aumentaba la expectación, sintiéndose el aire de festividad en el aire.
Una de las cosas más divertidas fue que en el programa se anunciaba una banda de Flamenco, por lo que nos alegramos mucho, sobre todo yo, porque me encanta, pero al momento de presentarse resultó que sólo cantaban música en español (que ya era una gracia, no me mal entiendan), así que nos conformamos con escuchar una "espanviet" Corazón Espinado, Hotel California y La Bamba !!!!
Después del minuto latino vino el show del barman, quien con maestría sacudía botellas y las lanzaba por los aires, aumentando su truco con fuego para clausurar.
Luego de algunas pausas, salieron tres mujeres bailando con abanicos, despertando ya las pasiones de algunos que habían aprovechado bien su bar abierto, aumentando aún más cuando bailaron el hit universal del momento: Gangam Style.
Y para finalizar el show, casi a las 11:30 horas, con broche de oro, apareció la señorita de los abanicos con unos bastones con fuego, aros y antorchas que dejaron a todos los varones, incluidos los jóvenes del grupo de danza con la boca abierta.
A esa hora también empezaron a servir Champaña para el rito universal de año nuevo, y nos cambiamos a la terraza para disfrutar en primera linea de los fuegos artificiales, impresionándonos con la cantidad de gente que estaba celebrando y esperando el show en la calle.
El show pirotécnico se extendió por 20 minutos y fue muy bonito y variado, disfrutamos todos felices como se veían sus luces reflejadas perfectas en el río. (Como no van a ser espectaculares si ellos los inventaron reflexionaba un alemán avecindado por trabajo en Saigon, visitado por su hijo y nuera, con quien hicimos amistad)
Una vez finalizado y ya cerca de la 1:30 la fiesta se dio por cerrada, sin baile para nuestra sorpresa como buenas latinas que somos, y no nos quedó más que tomar nuestros sobres e ir a acostarnos.
Una vez en la calma de nuestra habitación reflexioné, primero sobre la suerte de vivir el año nuevo lunar, pues si bien sabíamos que era por esta fecha, nunca tuvimos claro si alcanzaríamos a estar acá o ya en Camboya donde no sería tan celebrado, por lo que conocer un poco los ritos y usos me encantó y me hizo sentirme más afortunada aun, y segundo, por la oportunidad de empezar de nuevo, con nuevos propósitos y energías, tal como me pasó en India, cuando también casualmente pude vivir la Fiesta de Dewali, lo que me hizo dormir profundamente feliz y en un estado de genuina gratitud…
(Sin embargo había otra sorpresa para todos: a las 6:00 A.M despertamos con los tambores y dragones en nuestra puerta, porque tradición manda y el hotel también cumple ritos para asegurar prosperidad y riqueza debiendo ellos pasar y batir tambores en todas las estancias del hotel).
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