El día partió temprano en el Cottage del Ankur Resort, nada más tomé un desayuno ligero (no incluido en el precio) que consistió en te y tostadas y partí a la carretera en busca de mi anhelado destino: Agra.
Debimos pasar de nuevo por el camino infernal lleno de hoyos, y en muy mal estado de conservación, pero luego empalmamos con una carretera con lindos peajes, y pudimos recorrer los 118 kilómetros que nos separaban de nuestra parada intermedia: Abhaneri.
Si bien esta es una aldea pequeña, de menos de 1.500 habitantes, guarda un secreto muy bien conservado: Chand Baori, que es un pozo invertido diseñado para guardar agua en tiempos de sequía y que dataría del siglo X.
Esta especie de cisterna, tiene más de 10 niveles y está rodeado por Templos dedicados a Ganesh y a Durga, y por paredes escalonadas que permiten el descenso hasta sus aguas hoy estancadas.
Estando aquí se pierde un poco la perspectiva respecto de la cabida del lugar que es enorme, y así queda graficado en la foto en que aparezco mínima entre las escalinatas.
Saliendo del recinto, cruzamos al Templo de Harshat Mata, que data del siglo X, y se encuentra consagrado a Parvati, esposa de Shiva.
Ya terminada nuestra visita por esta aldea viviente, retomamos en rumbo a Agra, gozando, como ya es usual, de las maravillosas imágenes de carretera, de las eternas conversaciones con Dipa a son del ritmo Punjabi. la zona desde donde él proviene y cuya música ama.
Recorrimos un par de horas de camino y llegamos al aparcamiento cercano a Fatehpur Sikri, caminé por medio de una pequeña feria de artesanía y abordé el bus que me llevaría a la Puerta de esta ciudad Imperial declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 1986.
Pagué las usuales 200 rupias e ingresé a recorrerla y encantarme con los tonos rojo y tierra y lo impresionante de sus edificaciones.
La ciudad fue levantada por el Emperador Mogol Akbar en 1571 y fue capital del Imperio durante 14 años, hasta que sus habitantes debieron abandonarla, presumiblemente por falta de agua. La ciudad está perfectamente dividida entre los edificios cívicos y el área religiosa conformada por la gran Mezquita de Jama Masjid.
Se llama Fatehpur Sikri en honor al santo Sufi Sheik Salim Chrishti que bendijo al Emperador con un hijo, que fue su heredero, y es conocida como la Ciudad de la Victoria.
Diwan-i-khas |
Como todas las ciudades amuralladas que había visitado en Rajasthan, esta también estaba compuesta por un conjunto de pabellones, jardines y palacios, cada uno con su uso particular: desde salones para las audiencias públicas y privadas del emperador, hasta el edificio de 5 pisos, precioso, donde se dice que sus mujeres jugaban Parchis.
El lugar estaba lleno de visitantes, principalmente orientales, pero pasaban por oleadas, así que en momentos incluso me pude sentir sola en ese inmenso lugar.
Cada muralla y pilar estaba finamente tallado y decorado, resultaba increíble como el trabajo en un solo material pueda llegar a llevar a imaginar que se trata de distintas texturas.
Visité con calma el complejo, que comprendía las instalaciones del Harem Imperial, el dormitorio del Emperador en el Palacio de los Sueños y la residencia de la Sultana, la esposa Turca de Akbar. Se dice que el Gobernante tenía esposas de distintos credos, por lo que se esforzó en darle el gusto a todas ...
Vista desde el Palacio de Los Sueños. |
Y de cuando en cuando aparecían estos alegres visitantes, que contrastaban verdes ante el rojizo de las edificaciones....
Caminé harto tiempo tranquila y en silencio, cruzándome con Musulmanes que caminaban y conversaban a su propio ritmo.
Cuando terminé mi visita a la porción cívica de la ciudad, caminé hacia Jami Masjid, Mezquita melliza me pareció a mi de la de Nueva Delhi.
Entré a ella luego de dejar mis zapatos en la puerta y circulé por un caminito alfombrado por su interior:, que estaba en plena actividad: los fieles rezaban apostados en sus alfombras y otros se esmeraban en mantener impecable el lugar.
Una de las primeras cosas que impactan al entrar es el tamaño de la Puerta Real, construida por el Emperador luego del triunfo en Gujarat que le da el nombre a Fatehpur de Ciudad de la Victoria.
Seguí caminando respetuosa y me encontré con la porción dedicada al santo Sufi Sheik Salim Chrishti, donde se erige su tumba hecha entera en mármol blanca, rodeada en celosías finamente hechas, que paracen un verdadero y suave encaje, por donde se colaba la luz del atardecer en forma perfecta.
Para ingresar a la Tumba debí taparme el pelo y los hombros (aun cuando acá no me obligaron a vestir el Kaftan psicodélico que debí calzarme en Delhi.).
El ambiente dentro es muy solemne: vi como las mujeres arrojaban pétalos de rosas y depositaban paños por sobre la tumba, a la usanza del Emperador, pidiendo la intercesión del Santo para que les llegara un heredero varón. Incluso me contaba luego Dipa que la misma Carla Bruni se encomendó, también con éxito, al santo para ese fin.
Otras como yo con un fin menos elevado que tener un heredero real, amarramos lanas o cintas rojas a las celosías que rodean la Tumba esperando que el Santo nos bendiga o nos conceda el anhelo que nos inquieta.
Saliendo de la Tumba me encontré con mi pequeño guía que me invitaba a la fábrica de artesanía de su familia, donde trabajaban incrustaciones de piedras semipreciosas en mármol, pasé a saludar sin mucho éxito comercial, pero me divertí mucho con él, que gozaba viendo las fotos que le tomé y que el me tomo a mi, aun cuando estaban un poco desenfocadas.
Terminada la visita a este espiritual y solemne lugar, emprendimos el camino a Agra: a pesar que estábamos sólo a 37 kilómetros de la ciudad, tardamos más de una hora y media, todo por el tráfico que a esa hora estaba infernal.
Llegamos al Hotel Clarks Shiraz, un cinco estrellas del más puro estilo occidental, en el cual por primera vez vi una recepcionista mujer, monopolio reservado sólo para hombres en todas las ciudades donde había estado las dos semanas anteriores.
La habitación estaba impecable al igual que el baño, así que después de lo básico del Cottage de Ranthambore puede gozar de un largo y reparador baño.
Una vez que estuve refrescada y arreglada subí a comer al digno restaurante del Hotel Mughal Room, especialista en cocina Mughlai y que a esa hora lucía llenísimo.
El lugar es muy agradable y la atención superior, ordené una ensalada César que estaba deliciosa y vino blanco, por 325 rupias la copa! y de postre helado de arándano servido en una copa de plata, ya nada más fino ... y todo ellos al ritmo de la música Ghazal que sonaba en vivo (y cuyo costo fue adicionado a la cuenta).
Distancia recorrida: 160 kilómetros.
Guía : Sukhdeep Singh (msshayam93@gmail.com)
Hotel: Clarks Shiraz
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