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lunes, 13 de febrero de 2012

Día 5: Castillo de algodón. Pamukkale y Hierápolis.

Alcanzamos a dormir algo más de tres horas desde que nos instalamos en el hotel vecino de la agencia hasta que nos tuvimos que levantar. El desayuno estuvo correcto y la ducha reconfortante.

Iniciamos nuestro recorrido cruzando la calle, literalmente ... ahí mismo se encontraba la entrada al parque, que es Patrimonio de la Humanidad desde 1988.


La mañana estaba muy soleada aun cuando no hacía calor, el sol hacía brillar el blanco de las laderas ...


Pamukkale significa Castillo de Algodón y debe su nombre a las formas producidas por  el escurrimiento de aguas termales con alto contenido de calcio que produce piedra caliza y travertino, la que asentada parece nieve, o nubes, y que también forma cascadas, que han ido progresivamente cubriendo laderas y formando terrazas, donde asentada el agua, destella todos los tonos de celeste y Turquesa .

Cuando ingresamos al parque la primera instrucción que nos dio nuestra guía Kupra fue quitarnos los zapatos; para la protección del suelo y porque había harta agua. En general es bien grato caminar, pero en algunos tramos el suelo en rugoso y molestan los pies... un precio mínimo por poder sentir y ver esa maravilla de la naturaleza.


Comenzamos a caminar por la orilla de las terrazas y las laderas se descubrían onduladas ante nosotras, realmente de lejos parecen de algodón, pero de cerca son de apariencia dura, el ascenso es a 160 metros, pero como entre medio se va parando a sacar miles de fotos y para meter los pies al agua se hace más liviano.



Estar aquí fue realmente un privilegio, nos sentimos felices, agradecidas y encantadas con lo precioso del lugar.



La mayoría de los visitantes (y ya lo anunciaba Lonely Planet) eran de origen Ruso .... no era difícil ver hombres y mujeres esculturales vestidos de mínimos trajes de baño posando como si estuvieran en una sesión de Soprts Illustrated y eso que a esa hora no hacía tanto calor.



Continuamos nuestra marcha tranquila admirando y sacando miles de fotos.


Cuando logramos la cima y nos aperamos con nuestros zapatos, comenzamos el recorrido por Hierapolis, una ciudad originariamente Helénica, dedicada al Dios Apolo, que pasó luego del siglo I, previos terremotos y destrucción a convertirse en una ciudad propiamente Romana ... y de la más alta estirpe por los poderes curativos de sus aguas y por creerse que allí se encontraba la belleza y la buena salud.

A esa hora ya hacia bastante calor, así que la guía decidió que el recorrido lo haríamos en un shuttle, que por una par de liras Turcas te conduce a los highlights del lugar, partiendo por el Anfiteatro, en excelente estado de conservación y la Necrópolis situada al otro extremo.



Desde la necrópolis caminamos en calma cruzando la Puerta de Domiciano, que con sus tres arcos daba la bienvenida al Agora y lo sigue haciendo hasta hoy.


Caminamos por la vía columnata, donde Kupra nos detuvo para explicarnos el proceso originario para la elaboración de aceite de Oliva.


Visitamos también las letrinas y seguimos caminando por la vía Frontino, sede principal del comercio del lugar.


Y llegamos al fin al museo Arqueológico, donde pudimos maravillarnos por la perfección de las esculturas, especialmente la de Tritón, que es realmente magnífica.

Saliendo de allí ya entramos al área comercial que rodea al Ancient Pool, con fast food y tienda de souvenir alusivo al poder curativo del agua.

Rodeamos la piscina con rumbo a los camarines, donde pudimos guardar todas nuestras cosas, y aprovechar de tomar agua de una fuente, la que realmente tenía poderes a pesar de su mal sabor ,  honestamente me sentí bastante respuesta de un resfrió que me molestaba hace días... efecto Placebo o poderes curativos del mismo Plutón?

La piscina tiene agua a 35º grados de temperatura, y está adornada con puentes, pasadizos y columnas romanas reales donde puedes sentarte a descansar, se puede acceder a ella previo pago de 25 LT.

Pudimos disfrutar de la piscina con total calma y relajo como por una hora, sumergidas, beneficiándonos del agüita y salimos rejuvenecidas :)





A la salida y por 20 dólares podías además optar al tratamiento de moda: pedicure con Garra Rufa, unos pececillos pequeños originarios Turcos que tienen una enzima en su saliva que digiere las células muertas de los pies mientras están "en remojo" ... nosotras por esta vez pasamos ...

Salimos del parque una vez duchadas y vestidas por el lado contrario desde donde entramos y nos fuimos a almorzar muy cerca del hotel. Se trató de un almuerzo bufete que compartimos con una pareja de Canadienses encantadores que estaban en una escala en su camino a Dubai.

Después de tan relajado almuerzo nos despedimos de la guía, de los comensales y tomamos la van que tres horas después nos dejó en Selçuk.

Nuestro hotel Bella, hacía honor a su nombre, el dormitorio y el pasillo por el que se accedía a a él era hermoso y con detalles muy delicados, además estaba excelentemente bien ubicado y tenía una tienda en que vendían piezas de cerámica perfectas, con unos colores lindísimos, compré un azulejo con el árbol de la vida pintado a mano, por 13 euros, que está hoy en la puerta de mi casa protegiéndola.



Decidimos salir a caminar por los alrededores y encontramos el encantador Eski Eve (The old House), con una terraza acogedora y una atención de primer nivel. Ordenamos nuestro favorito Peynerli y Patatosli, que es la  misma masa delgada a la plancha, pero rellena con puré de papas, por 7 LT cada uno, un Humus de lujo, vino Turco (sarap) y cerveza local Efes,  el total de a cuenta 39 LT.




Aprovechamos la salida para vitrinear el comercio local, caracterizado por la cerámica pintada a mano y las alfombras y cojines bordados, nuestra primera experiencia de regateo fue un total fracaso, terminé comprando una alfombra bordada en "hilos de seda", linda, pero que no tenía intención de comprar, y que después de un mes encontraría en Kathmandu por un tercio de lo que pagué :(....

De regreso al hotel subimos a su terraza que permitía una vista hermosa de la ciudad, y estaba también magníficamente decorada, pero cerraron muy temprano y nos quedamos con las ganas de fumar Narguile.




Nos quedamos mirando la basílica de San Juan Evangelista que estaba en frente, conversando de las maravillas que disfrutamos y lo rico que comimos y disfrutando de la noche, que estaba tibia y tranquila.

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