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viernes, 12 de noviembre de 2010

Día 14 y 15: Recorriendo la Costa Amalfitana (Amalfi y Positano)

Salí temprano para repetir el mejor café latte de Italia, e intentar dar con la parada del Bus SITA (fermata) que me conduciría al próximo anhelado destino, la Costa Amalfitana. Había leído en una crónica que ese paradero estaba frente al hotel Ramada (Via Galileo Ferraris, 40), como a tres cuadras de la Plaza Garibaldi,  pero no se por qué lo olvidé y empecé a buscar por otro lado, luego de mil instrucciones (diestra dopo siniestra y jajaja !!!) di con ella y esperé 20 minutos que llegara el bus.El boleto me costó 4 euros.

 A pesar que Amalfi está sólo a 76 kilómetros de Napoli, el trayecto dura 2 horas, el camino es sinuoso, lleno de curvas y acantilados (algo parecido al que Aguas Calientes Machu Picchu). A esa hora estaba lloviendo y con neblina, por lo que no pude disfutar tanto del camino, además en cada curva el chofer tocaba varias veces la bocina, para alertar a los autos que venían en sentido contrario, realmente inquietante.

En fin, llegué a Amalfi, al sector de Porta Marina, y a pocos pasos de allí estaba mi Hotel Fontana, (http://www.hotel-fontana.it/, 50 euros, con desayuno), es bonito, aun cuando un poco antiguo, tenía una cama grande y baño privado, sin tina esta vez y una vista preciosa.

Salí a caminar de inmediato, frente al Hotel está la Piazza del Duomo y la Catedral, enorme e imponente, que alberga los restos del apostol San Andrés.


Saliendo de ahí ya llovía, así que caminé ahí cerca y me topé con la Paticceria Pansa, que funciona allí desde 1830, tiene una decoración preciosa y vende toda clase de cosas ricas, me decidí por el clásico mazapán y compré 100 gramos, equivalente a 3 frutas, por 4.3 euros, estaban muy ricos pero demasiao dulces... debo ser enfática en eso.


Seguí caminando hacia la playa para tener una mejor ubicación para admirar el espectáculo que es la ciudad, emplazada en los acantilados, como si estuviera colgada... era fácil imaginarse el ritmo veraniego, más movido y glamoroso, pero en otoño gris y lluvioso, no dejaba de ser encantadora y si me daba vuelta ahí estaba el inconmensurable Golfo de Salerno.

Ya dentro del pueblito, hay muchas calles angostas empinadas y escaleras, muchos restaurantes, y tiendas donde venden cerámica pintada a mano y Limoncello que es el producto local estrella y que ha hecho famosa a la zona. Otro producto que goza de mucha fama es el papel, elaborado a mano desde tiempos inmemoriales, visité "La Scudería del Duce", una tienda lindísima, donde venden toda clase de esquelas, timbres, lacre y plumas para escribir con tinta.. un espectáculo de precios inalcanzables.



Seguí caminando por los tres muelles y hacía el sector de Atriani, desde donde se obtienen magníficas vistas de la ciudad, adornada por el Duomo y por el Convento de los Capuchinos que cuelga imponente desde lo alto. La curiosidad de aquella ciudad es su 0,20 km², siendo el pueblo más pequeño de la Italia Meridional por extensión territorial y el chiste es que la ciudad se erige entre el acantilado.

Como estaba lloviendo, me devolví al hotel a descansar ... dormí una buena siesta, aún cuando las campanadas de duomo la interrumpían cada 30 minutos. Una vez depierta y acicalada me dediqué a buscar un buen restaurante para la cena, elegí Don Giuseppe, que me pareció muy familiar, de hecho el nonno jugaba con su nieto en la puerta y me invitaron a conocerlo... pedí unos gnocci a la Sorrentina y pomodoro, con muchísima Mozarella, más vino de la casa y un apettizer exquisito, el pan con aceite de oliva y orégano mas rico que había comido en mi vida, toda esa maravilla por 14 euros con propina y cubierto... esa noche me dormí feliz, después de ver una película producida por la RAI, cuyo primer capítulo vi en Roma, se llamaba una Sera d´Ottobre, que transcurre en Florencia (Giulia se enamora de un desconocido en un tren, que es bueno, pero lo implica su socio en un asesinato para quedarse con su dinero...)

A las 7:00 sonaron las canpanas de mi vecina catedral  y aunque dormí un poquito más, las de las 7.30 lograron levantarme, obligándome a ir por el desayuno frugal. Lo bueno es que salí temprano a disfrutar la ciudad, y afortunadamente había sol aunque mucho viento, la luz tiñó de lindos colores la ya perfecta postal que había visto el día anterior.

Caminé al Museo della Carta, donde se fabrica papel desde el siglo XIII, subí y bajé con entusiasmo, pero cuando llegué era solo una casa con una tienda !, bajé de regreso y pude ver más tiendas y la actividad de los Amalfitanos del día a día, Pepperoncino incluído.



A las 12:15 en teoría salía desde la Marina un barco a Positano, pero por ser temporada baja ese servicio no funciona, debí entonces tomar el bus unos metros más lejos, por detrás de mi hotel, que por 2 euros me llevó hasta la parte más alta del pueblo.

A pesar que Amalfi es la ciudad patrimonio de la Humanidad, Positano es una maravilla del mundo, el color verde del agua, aún cuando estaba nublado es muy intenso ... sus calles son estrechas y empinadas están llenas de tiendas de ropas de telas naturales y también con estampados de corales rojos y más limones. Una vez allí bajé hasta la playa (Spiaggia) en el sector de la Marina, pasando por la Iglesia Santa María della Asunta... estando allí no quedaba más que pensar e intentar decidir si es más bonito lo que tenía delante, mirando al mar, o la parte de detrás con este magnífico pueblo... voté por el pueblo.





El cielo estaba amenazante de lluvia, así que decidí subir en busca de mi camino de regreso, tomé el bus en la carretera y no tenía billete, así que unas cuadras más adelante el chofer paró para que lo comprara en un cafe (3 euros), creo que eramos 4 personas en la misma situación y nos esperó todo el tiempo que fue necesario, luego de eso enfilamos hacia Sorrento, nuevamente por un camino sinuoso y de maravillosas vistas.

Una vez en Sorrento se puso a llover torrencialmente, tomé un tren turístico muy malo, por 6 euros (regalan un video) con audioguía, el chofer paró a poner bencina y cambió las plumillas del carrito, con total tranquilidad y por supuesto con todos nosotros arriba. El recorrido fue muy corto, paseamos por un par de plazas y fuera de edificios, escuchando "O Sole Mio"  por vez número mil.


Estaba tan feo el día que decidí volver a Napoli, vía tren en la línea Circinvesuviana, por 3.3 euros y, 1 hora después ya estaba de vuelta en el Hotel.

Lo único que rondaba en mi cabeza a esa hora era una pizza, así que partí de inmediato a Da Michelle, no estaba tan lleno porque era temprano, así que me comí mi pizza Margherita feliz, y tuve tiempo hasta para copiar la receta que estaba pegada en la pared : farina de grano tierno, formaggio di Agerola, pomodoro di San Marzano, aqua di Napoli, sale di mare, aglio. olio ... todo ello por 5.5 euro.

Terminando el capítulo Napolitano, debo mencionar al Pulcinella, cuya figura está presente en todas partes, y lo veden como amuleto de suerte; se trata de la expresión del pobre, alguien que parece ingenuo e inexperto, maltratado y un poco tonto, pero en realidad es un hombre de mil recursos, que con simpatía y astucia logra arreglarselas en las situaciones más complicadas ... si bien dicen que es la caricatura del napolitano, otros piensan que es su definición.


... Y así terminó el capítulo italiano, justo 15 días de viaje ... lo más para mi, Venezia, irreal de maravillosa,  Florencia me sorprendió, Assisi me conmovió, Roma, me pareció un gran museo y no una ciudad... aun así, me regaló un día mágico en la Vía Appia y en las catacumbas con mi Santa... y el Vaticano... mucha ostentación, arte y riqueza acumulada sin sentido y sin responder a los mandatos de la humildad y austeridad que profesan ...  Napoli, encantadora, simpática aún cuando caótica y ratos desastrada... Capri y Positano, elegantes y finas. Amalfi, real... antigua... realmente una postal de ensueño ... nada más que decir, sólo agradecer .... comidas ricas, personas amables, idioma maravilloso !!!

Ciao Bella Italia !!!

martes, 9 de noviembre de 2010

Día 13:Pompei bajo la lluvia. 22 de octubre de 2009

Fui muy afortunada en la elección de las actividades en Napoli, y haber ido el día anterior a Capri, por cuanto este día amaneció el día muy nublado, lo que lo hizo especialmente dramático para ir a Pompeya.

A las 10 de la mañana estaba ya en la estación de metro Nápoli Garibaldi, donde también está la estación Circunvesubiana, compré el ticket a Pompei, por 25 euros, que incluía la entrada al recinto, tour guiado y el boleto giornalero en tren y, 25 minutos más tarde estaba en la Stazione Pompei Scavi, Villa Dei Misteri.


El recorrido, sólo en inglés y en Italiano, comenzó con una explicación del origen de Pompeya y de la erupción del volcán Vesubio en el año 79 d.C., y de cómo los cuerpos de sus habitantes  fueron immortalizadas cuando decompuestos, dejaron las cavidades de ceniza endurecida, que se rellenó con yeso, dando testimonio de una ciudad congelada en el tiempo y de la dinámica de vida de sus habitantes. La explicación de tal desastre, contaba el guía, fue el hedonismo de los Pompeyos, amantes del goce y del amor, lo que enfureció a los Dioses, quienes pensaron: "sólo más fuego puede apagar tanto fuego" y el Vesubio hizo lo suyo.

La visita guiada duraba dos horas, iniciamos en el sector de la Puerta Marina, continuando por el Templo de Apolo, y el Foro Central, donde estaban los Tribunales y donde se puede apreciar la Columnata de los Políticos y la entrada de la Basílica, continuamos por el Horrea o graneros del Foro que hoy se usa como almacén de artefactos y objetos diversos y de calcos de las víctimas de la erupción.
Foro
Templo de Apolo


Graneros del Foro
 Continuamos la caminata encontrando varias curiosidades, las calles adoquinadas ya tenían sistema de escurrimiento de aguas y también unos pasos de "cebra" para que los carros disminuyeran la velocidad, Pomepeya era un puerto concurrido por comerciantes de todas partes del mundo, por lo que debían ser muy literales en las señales del tránsito, por ejemplo, para ir a uno de sus muchos burdeles, la flecha era un pene.

Recorrimos también varias termas estupendamente bien conservadas y casas de personajes de la época, todas daban la bienvenida con la frase "Have" (vulgar para Ave), y estaban adornadas con lindos patios, mosaicos y pinturas, visitamos la casa del Fauno y de la Fontana Piccola, entre muchas otras cuyos nombres no puedo recordar y no anoté.


Más tarde, siguiendo las singulares señaless, dimos con los lupanare o burdeles de la época, adornada cada pieza, con una cama como de cemento y pinturas bien explícitas del destino del local. 


 Ya terminado el tour recorrí las restantes callejuelas hasta el anfiteatro, a esa hora ya había empezado a llover fuerte, así que para resguardarse de las chubascadas había que buscar albergue y luego continuar la marcha, así di con los primeros termos de conservación de la comida, ubicados en unas tabernas que han de haber sido bastante animadas.

Thermopilum de Vetutius Placidus, Via dell'Abbondanza

Antes ya de pensar en el retorno y completamente empapada, caminé hacia la Villa dei Misteri, donde se ubican los frescos más impresionantes,  ya tenía frío eso sí,  así que, previa tarta de espinaca en la cafetería actual de Pompeya (8 euros con bebida), decidí volver a la ciudad.

La verdad, aún cuando es impresionante estar donde todo ocurrió antes del siglo primero, me llamó mucho la atención que el sitio no estaba bien conservado, no habían reseñas o muchos signos para hacer un recorrido independiente, me habían contado que el Museo Arqueológico y Hercolano eran mucho más impresionante, pero por razones climáticas, junto con el ascenso al Vesubio, deberé dejarlo para una próxima oportunidad.

Detrás mio hay justo un paso de cebra.


Tribunales.

 Una vez de regreso en Napolí, tomé el Bus R2 con mi boleto Unico Campania por 1.1 euro, que me condujo hacia el Centro hasta la Plaza del Plebiscito, y desde allí caminé hacia el Lungomare, encontrándome con el Castel dell´ovo, castillo construido en el siglo XII, donde cuenta la leyenda Virgilio escondió un huevo, el que si remueven derrumba el castillo y trae desgracia a la ciudad.. Continué mi caminata por el Borgo de Santa Lucía, la lástima que ya estaba oscureciendo y no pude disfrutar de grandes vistas, aún así se notaba el esplendor pasado.
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Fontana del Gigante. Santa Lucía
 De regreso al hotel, pasé por Gambrinus, y frente a él compré Tiello (3 por 1.23 euros) se trata de unas argollas de masa con almedras y mucha pimienta, que comí viendo Un médico in Famiglia, miniserie que seguí desde Venecia, que dan en la RAI 1.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Día 12: Capri. 20 de octubre de 2009

Despúés de tomar el cafe latte más rico de Italia (pequeño a 1.3 euro), me fui caminando al muelle Beverello.  A las 09:30 horas estaba  comprando mi pasaje a Capri en Catamarán o Aliscafo (42 euros andata e ritorno), media hora más tarde después de una pequeña espera, estaba en Marina Grande, en la elegante isla de Capri, refugio de los emperadores Romanos desde el siglo I d.C, como Augusto y Tiberio.

Vista de Napoli desde el Golfo (se ve Castel Sant´Elmo)
Vista de Capri. Marina Grande
Conforme todos los consejos que recogí de los foros, decidí ir a la Grotta Azurra, el "highlight" de la zona, en la mañana, dicen que el efecto de la luz es mejor y las mareas hacen más fácil el ingreso a esa hora, después entendí por qué. En la misma marina contraté el paseo (11 euros).  Primero, una lancha nos condujo hasta una "paradero" de botes a remo, donde hay que comprar otro ticket (10.5 el bote a rmo, más propina para el botero), y cambiarse de embarcación, la que admite solo cuatro personas. Se hace una fila lenta, porque a la Grotta se entra acostado, tirando el bote con una cadena.

Una vez dentro el espectáculo es conmovedor, se trata de una cueva de roca muy oscura, ya conocida por los Romanos, por cuya abertura ingresa la luz de la mañana, que enciende y tiñe de azul cobalto el agua. Los remeros, una vez dentro, entonan  Sole Mio y Torna Sorrento a todo pulmón, y los Venezolanos con los que me tocó en el bote  coreaban con mucho entusiasmo, siendo un  paseo muy especial, aún cuando la fila para entrar y salir era interminable.

Boletería in situ






 Una vez de regreso a Marina Grande, tomé el funicular (1.4 euro), con el matrimonio Venzolano, que andaba con su hijito pequeño, 5 minutos más tarde llegamos al centro de Capri, muy glamoroso y elegante, había un mirador de postal y una plaza preciosa, donde se ubica el municipio y su característica torre de reloj.

Tomamos un bus (otros 1.4 euro), a una cuadra de allí,  y subiendo un escarpado y sinuoso camino llegamos a Anacapri, pueblo blanco muy bonito, aunque más sencillo que el anterior. Desde allí, desde la Piazza Vittori, subimos en Seggiovía al monte Solaro (8 euros, 20 minutos andata, 15 minutos ritorno), el punto más alto de la isla, a 589 mts S.N.M,  desde donde se obtienen magníficas vistas de los pueblos,   los Farrellones atracción por excelencia de la "Isola" y de los golfos de Nápoles y Salerno.  Vi ahí también al ermitaño de Cetrella enganchado a un balcón mirador natural de roca desde el siglo XIV.

Fariglioni. (Nada que envidiar a Conti)


Retornamos a Capri y probamos la Granitta de Limón, producto estrella de la isla... (por la módica suma de 7 euros el vaso)  vendían absolutamente de todo de limón, desde el tradicional Limoncello en botellas de todos los tamaños, hasta cerámicas y prendas de ropa con la fruta impresa y todo muy amarillo.

Luego, ya separada de mis amigos, me dediqué a recorrer tranquila las elegantes calles, llenas de boutiques y cafés elegantísimos. En la plaza del Municipio, estaban filmando una serie Italiana, con actores muy muy glamorosos y estupendos, hay que decirlo.




Bajé, nuevamente por el Funicular y volví a Marina Grande, y paré a vitrinear, luego fui a un barcito de playa a tomar un Spitz Aperol (10 euros), como manda la tradición, disfrutando el sol y viviendo la Dolce Vitta (dolce far niente, como aprendería un año después), allí conocí a un matrimonio inglés que celebraba al vino Chileno y juntos hicimos la hora para tomar el Motoscafi de regreso a Napoli.


Una vez de regreso a la ciudad me fui de inmediato al Duomo, ahora estaba abierto y puede visitar la Capilla de San Gennaro, que alberga la sangre del Santo, la que se licua milagrosamente dos veces al año, el 19 de agosto y la primera semana de mayo, en ambas oportunidades se hacen grandes procesiones y la creencia indica que si la sangre no se licua grandes desgracias azotarán la zona ( el Vesubio principalmente).

Por recomendación de un colega Porteño, luego del Duomo me fui caminando a la Antica Pizzería Da Michele  (había pasado antes pero había una fila interminable), me pareció buena idea un almuerzo tardío o una cena temprano y me animé a entrar. El lugar es sencillo, funciona desde 1870, se trata de dos grandes comedores de cerámicos blancos con un gran forno a legna, ...  me comí la pizza más rica de mi vida, una pizza Margherita de masa livianita, que pensé que no me iba a acabar, pero así fue y me hubiese comido otra!

La particularidad del local, es que es tan solicitado, que a los comensales solos, los ubican con los otros solitarios y se arman muy buenos grupos, a mi me tocó sentarme con un Siciliano amorosísimo, llamado Carmelo Bonomelli, que me dejó muy invitada a su Isla...  toda la experiencia me costósólo 5.5 euros y sin cargos por servicio (pizza más bibita de 300 ml.)



Salí de ahí y caminé las 6 cuadras que me separaba del hotel feliz, aún saboreando la pizza y pensando en regresar.

Esa noche no encontré internet point, así que usé el del hotel por 0.35 euros el segundo !!!... mamma mia !!!

sábado, 6 de noviembre de 2010

Día 11: El Ritmo de Nápoles

Tomé el tren a las 10:44 horas en Roma Termini con destino a Napoli (el pasaje en Eurostar AVE lo compré el día anterior por 42 euros, versus el tren regional que costaba 11 euros pero tardaba 4 horas) , a las 12:10 horas ya estaba en la estación Garibaldi, caminé las tres cuadras que me separaban de mi hotel Mercure Piazza Garibaldi, (www.mercure.com/gb/hotel-3243-mercure-napoli-garibaldi/index.shtml), donde por 44 y 50 euros, sin desayuno, pude disfrutar de una pieza con cama grande y tina! (ya la extrañaba).

En el hotel me regalaron una linda guía de Napoli en inglés, así que la revisé y salí a caminar por la vía Umberto I, muy importante, llena de tiendas de ropa y maleterías, pero en reparaciones (además contruian la linea del metro), lo que hacía aún más caótico el tránsito de lo que ha de ser siempre, hasta ese momento lo que definía la ciudad para mi - y evidentemente continuó siendo así - era el ruido de las bocinas de las Vespas que pasaban a un centímetro tuyo... así y todo no vi ni un accidente.

Subí dos cuadras y caminé en busca de la Iglesia de San Gennaro y el panorama era encantador, las calles muy estrechas en subida y la ropa secando colgada de balcón a balcón, la gente haciendo sus compras  y conversando, era genial!. Finalmente dí con la linda iglesia, pero e chiusa (cerrada).

En la plaza de San Domenico, paré en una pastelería lindísima Scaturchio, donde pude comer la especialidad Sfogliatella (sfoglia ripiena di semola, ricota  e canditi, o sea masa rellena de requesón y naranja confitada) . Desde allí continué la marcha hacia la iglesia de Gesú Nuovo, puerta de entrada al Centro Histórico, declarado patrimonio de la Humanidad, donde también se ubica la iglesia de Santa Clara.
Bajé nuevamente al Centro donde encontré el Castel Nuovo, una impresionate fortaleza construida en el siglo XIII, y continué hacia el muelle Barverello, donde se aprecia el golfo de Napoli en su extensión y también el Vesubio, con casas hasta su falda.



No es fácil dar con las atracciones turísticas en la ciudad, ya tenía la costumbre que todo estuviera bien señalado casi en cada esquina, lo que aquí no ocurrió,  así que decidí caminar perdida, y así me encontré con la Piazza del Plebiscito, donde está emplazada la iglesia de San Francesco di Paola y el Palazzo Real, un poco más allá está la Galleria Umberto I - con una enorme cúpula de vidrio  en el techo y mármol en sus pisos, llena de cafés y librerías - el Teatro San Carlo y la piazza Trieste e Trento donde está el famoso café Gambrinus (1872), muy intelectual también, paré por un café y pude ver al menos dos tertulias organizadas.




Cerca de allí tomé el funicolare hasta la Piazza del Fuoco, para ir al Castel Sant´Elmo (1.1 euro), visible desde todo Napoli,   y caminé en subida hasta llegar a la puerta, pero e Chiuso!, .... no importó eso sí, porque desde allí se obtienen lindas vistas de la ciudad. 

Bajando de la colina Vamero,  donde está situado el Castillo, no sé en que minuto me perdí del camino y al parecer bajé  hacia el otro lado de donde había subido, pero nada que 8 euros en taxi no puedieren remediar. El taxista quien no podía entender cómo viajaba sola (pero como ? senza amici ? de decía moviendo las manos) me dejó en la Piazza del Plebiscito otra vez.


Nuevamente en el centro, recorrí la vía Chaia, y di con la Pizzería Brandi, donde inventaron la Pizza Margherita, (mozarella di buffala, salsa di pomodoro y basilico), en honor a la Reina Margarita en 1889, cobraba un servicio de 1.8 euro y un adicional para que la mozarella fuera di buffala, el total de la cuenta fue 16 euros y la pizza estaba exquisita, la masa suave y livianita.






Me fui feliz, caminando por la vía Umberto I hacia el hotel, aún cuando desde el Hotel Mercure Centro salía un shuttle al hotel de plaza Garibaldi... estaba tan rica la noche, que disfruté el camino, vitrineando y viendo además las mil y una imitaciones que venden los inmigrantes, porque había copia de todo y de todas las marcas posibles.