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lunes, 4 de agosto de 2014

Día 30: Re recorriendo Bangkok (Klongs y Mercados Nocturnos)


Amanecí temprano, con  la mejor vista de la ciudad y con muchas ganas de recorre y de desayunar, cosa que no resultó barata en el Hilton Milleniun, donde, con todo lo pituco, el desayuno no está incluido.



Pagué digna los dólares que costaba el buffet, el que disfruté largamente en la terraza a la orilla del rio… la temperatura se iba tornando apenas soportable a medida que iba elevàndose lentamente el sol sobre nuestras cabezas.






Salí al embarcadero donde conseguí negociar un long tail boat para recorrer las porciones del río Chao Phraya que me faltaban, sobre todo sus recovecos- llamados Klongs- los que se mantienen casi fuera de la ruta del gran turismo, por lo que algo de vida “regular” ofrecen aún.



El recorrido dura  horas. Al inicio mi conductor me mostró el mapa del recorrido e indicó que íbamos a ir a cargar combustible primero, así que nos desviamos a la estación y empezamos a introducirnos en estos laberintos de agua.




Estos canales, cada vez más escasos, que en su origen sirvieron al transporte de mercancías, hoy sirven de arteria y asiento para casas, templos y negocios, con cables de alumbrado y todo.




Transitamos lento, recogiendo vistas de la vida normal, incluyendo baño de inmersión, lavado de prendas, algo de cocina, además del comercio, en las orillas y en el canal mismo, por unas pocas señoras que nos dieron carrera unos momentos para lograr venderme una bebida para mi y mi conductor.





Pasamos por el Templo Bang Sao Dhong, donde mi conductor me indicó que había que alimentar a los peces “for lucky”… sin dudarlo me acerqué a una persona que estaba en el embarcadero, quien me dio unas rebanadas de pan de molde que los peces, sobre alimentados, casi me arrebataron de las manos… saltando y dándose vueltas fuera del agua… (previa pequeña donación a la causa, of course)





Seguimos recorriendo, hasta completar las dos horas, por canales que se iban abriendo en una red enorme.





Regresamos vía el gran rio, con las mejores vistas de la ciudad, sobre todo del bello Wat Arun, que se imponía al transito non stop.
… y a gran velocidad, salpicando agua para todos lados ...

Me despedí feliz y agradecida de mi conductor en el embarcadero del hotel, quien me hacia mas reverencias aún con su Pepsi en la mano.



En ese rato, antes de almuerzo, hora en que quedamos de reunirnos con Mariela, me dediqué a recorrer el hotel que es realmente una maravilla.

Visité el patio donde está el árbol sagrado, lugar de meditación y silencio, lleno de coloridos paños, la casita de los espíritus y el maravilloso spa, a precios de lujo eso si.


Subí a la piscina, que en realidad es una playa, tal cual, con arena y todo… además de ser un lugar precioso permite las vistas al Skyline y al rio, y lo más importante, sirve para enfrentar el calor que a esa hora ya se hacía un poco insoportable.   




Ya reunidas cruzamos el río en la lanchita que proporciona nuestro hotel,  hacia a la estación de Skyline, donde abordamos para ir de compras.



El metro muy ordenado, limpio y lo mejor con aire acondicionado.


Nos bajamos en el sector de Siam, repleto de malls y centros comerciales, desde los más lujosos, a los baratos, pasando por los más normales, con los que nos quedamos nosotras.



 

Partimos por Central World, que es enorme, reconociéndose como el tercer mall más grande del mundo… nosotras recorrimos solo algunas partes, focalizándonos en las tiendas más europeas a súper buenos precios y a Jim Thompson, donde compramos varios regalos de sus maravillosas sedas.


Visitamos también cada tienda de productos para el pelo y la piel, está lleno de buenas ofertas sobre todo en maquillaje. Casi todos los consultores son ladyboys, quienes nos ayudaban a elegir colores y aconsejaban sobre el cuidado de la piel. (The Body Shop y Benefit muy barato)


Caminamos hacia el vecino mall Paragon, de lujo, lujo, pero con una zona en el piso subterráneo lo más foodie que he visto, estaba lleno de restaurantes y cafes de cien variedades.

Mi favorito fue The Mandarin Oriental Shop, un café muy refinado, sede del lujoso hotel del mismo nombre.



La tienda es pequeñita pero con una selección de pasteles y sándwich, lindos y muy ricos (o “mouth-watering homemade delicacies”, según su propio folleto).

Yo pedí café, finger sándwich, de tres panes de molde (integral, pimentón y albahaca), rellenos con queso y atún, realmente ricos y bonitos y un macarrón de lujo, a un precio bastante correcto. 


Salimos ya de noche de nuestra jornada de compras, la falta de luz, nos permitió eso sí, maravillarnos con la linda decoracion del  patio exterior del mall.



Regresamos al hotel en metro y previo descanso y revisión de compras partimos al recorrido nocturno, de nuevo a través del barco del hotel, el que nos condujo hacia el Asiatique, mall pequeñito, situado justo frente a nuestro hotel...  con el fondo más lindo, de fuegos artificiales reflejados en el agua...



 Iniciamos la noche en el Barrio Chino, hasta donde llegamos en taxi, lleno de luces y de restaurantes, pero no muy atractivo a esa hora.



Decidimos trasladarnos hacia el mercado nocturno , también en taxi, pero nada que valiera la pena, asi que previo tuc tuc, nos movimos al Mercado de Flores, que si resultó encantador.


El mercado Pak Khlong Talat nos recibe con sus olores y colores de ensueño, las flores están dispuestas para ventas al mayor, pero también e preciosas guirnaldas color azafrán y blancas sobre hielo, para servir de ofrendas.


Paseamos tranquilas de testigos del ritmo del mercado y fascinadas con los lotos y las caléndulas en guirnaldas interminables.



Desde allí nos movimos a Khaosan Road, a buscar las maletas que días antes de irnos a la playa dejamos en Riva Surya Hotel, que nos albergó en nuestros primeros tres días en la ciudad y donde amable y gratuitamente custodiaron nuestro equipaje, para que recorriéramos el sur (Phuket, Phi Phi, Jo Thao y Kho Panghan) ligeritas de equipaje.


Nos recibió la locura habitual del barrio, lleno de mochileros y ritmo tecno, caminamos entre los pasajes,  y nos tentamos como era ya usual con un one dollar massagge


Luego decidimos descansar e ir derecho a nuestro bar favorito, el vecino del frente del hotel, Good Story Bangkok, el que nuevamente no nos defraudó, con su correcto Mojito, su estupenda atención y la  música en vivo, incluyendo un agasajo en español… la bamba!


Desde ahí, regresamos en taxi al hotel a descansar preparando nuestra ultima jornada, de compras y despedida por la gran ciudad…




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