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martes, 21 de agosto de 2012

Día 32: Caminando desde Nagarkot a Changu Narayan. Bhaktapur.


La hora de levantarse de este día energético nuevamente fue antes del alba para otro highlight Nepalí: la vista  al amanecer en Nagarkot. 

La excursión, como la del día anterior había salido tan bien, la volví a planear con la Agencia Vecina al Hotel Kantimpur Temple House: Indrawati Treks & Expeditions (www.indrawatitreks.com), e incluyó el transporte a Nagarkot y la visita a los dos sitios Patrimonio de la Humanidad del valle que me faltaban (Changu Narayan y Bhaktapur), lo que nos tomaría  casi todo el día,  más guía de Hiking, lo que dio un total de 55 bien negociados euros, más la propina para el conductor, Madan, con el cual nuevamente coincidíamos. 

Salimos pasadas las 06:00 A.M. para recorrer los 32 kilómetros que nos separaban de Nagarkot y su punto más alto, donde se ubicaba el hotel-mirador y su terraza, tardando el trayecto una hora y media, por lo sinuoso y angosto del camino.



Llegamos al Hotel View Point desde cuya terraza pude disfrutar de un fresco amanecer observando como el sol salía sobre las más altas cumbres del planeta, indicadas en cada uno de los vértices del mirador y, además un poco más abajo, entre las verdes laderas del valle, como se colaban las nubes entre medio de las colinas ... un espectáculo conmovedor.



Desde la terraza conforme los mapas se podían avistar los Anapurnas, el Ganesh Himal y el Langtang. Permanecí ahí por largo rato, descubriendo los colores que iba dejando el sol mientras ascendía sobre los cerros tutelares y bajé a tomar desayuno, con mi guía Sabin.


Debe ser el mejor desayuno que he tomado en mi vida, no por la comida (un bufete  que incluía papas salteadas con cebolla y pimentón, huevo duro, pan, mermelada y un café con leche delicioso, por 350 rupias cada uno), si no por la vista y la atmósfera de paz y silencio que reinaba; sentada al sol sentí que recibía la energía de primera mano directamente desde la fuente.

Observé los alrededores, notando que a esa hora pasaba de todo, se veía gente arando la tierra y otros haciendo sus ejercicios honrando al sol naciente.



Una vez finalizado el desayuno energético comenzamos la caminata en un tranquilo descenso; el camino olía a tierra, a pasto húmedo y era verde de cien maneras distintas, y el viento era tan fresco y limpio que me hacía recordar las vacaciones de mi infancia en el sur de Chile.


Avanzamos a ritmo tranquilo por suaves laderas, cruzándonos con expedicionarios europeos forrados en ropa de montaña y bastones (no era necesario), mujeres cargando montones imposibles de paja,  niños esperando que los pasaran a  buscar para ir al colegio, con los cuales jugué al luche y salté el cordel, despertando la risa de la madre de ellos y de mi propio guía.




Y todo ello enmarcado por las nevadas montañas y verdes colinas ...




En el trayecto cruzamos aldeas típicamente Nepalís, vivientes como antaño, donde sus habitantes secaban maíz al sol, las mujeres hacían un licor fermentado, y los animales dormían con toda la calma del mundo al sol.




... y vi las telas de araña gigantes con presas grandes enredadas en ella...



Fui recogiendo postales en esa aldea viviente por la cual cruzaba como una espectadora privilegiada ... caminando a la vez bajo el sol, y su luz clara y fuerte.






Visitamos en el camino además un Templo Hindú consagrado a Lord Shiva, muy Sagrado, explicándome mi guía la importancia de los símbolos, como el Lingam y la figura de las cuatro caras, que representa su omnipresencia. 






Mi guía me señalaba el camino, y me daba algunos datos, pero también me preguntaba muchas cosas, de mi vida y mi trabajo y las ya normales, referidas a mis remuneraciones, estado civil y familia, aconsejándome que no confiara en los perros Nepalís, porque eran buenos para morder. 


También nos cruzamos con muchas tropas militares haciendo entrenamiento, autorizándome el Jefe de una de ellas a hacer la foto, pero de lejos.



Cada niño que vimos en el camino, salía a saludarnos, posando espontáneos e inquietos para la foto y recibiendo contentos los stickers que llevé para ellos.

Sabin, mi guía y dos niñas hermosas que salieron a nuestro encuentro.
Luego de cuatro horas de caminata sostenida, pero no de dificultad extrema, salvo una subida agotadora, llegamos a Chungu Narayan, cuyo alrededor estaba lleno de puestos de venta de te y frutas, pinturas de la escuela Thangka, y lugares para comprar ofrendas de cien colores diferentes.



El Templo, Patrimonio de la Humanidad, está dedicado a Lord Vishnu y al vehículo sobre el cual el se mueve: la Garuda,  sus partes más antiguas datan del siglo V, por lo que es   conocido como el Templo más antiguo de Nepal y lugar muy Sagrado para el Hinduismo.



Rodeando el Templo, pude presenciar  la actividad de los fieles, quienes hacían  una especie de discusión colectiva sobre unas escrituras, mientras otros arrojaban pétalos de flores y hacían reverencia a cada deidad presente, pintándose la frente con los urgüentos con que previamente el encargado del lugar había cubierto a la estatua, para así asegurarse un buen día.



Miré silenciosa el intercambio comercial en su puerta, las ofrendas de colores y las frutas refulgentes de brillo y color, el maní tostándose lento y también la devoción de los asistentes, que viven su religión desde la alegría, la fe y el respeto.




Saliendo del Templo atravesamos Changu Village que estaba en plena actividad comercial y turística, por lo que pude seguir recolectando imágenes hermosas, para luego reunirnos con nuestro conductor.




La siguiente parada sería Bhaktapur, que es la tercera ciudad Real - con Kathmandu y Patán- conocida como la ciudad de los Devotos. 

Previo pago de una entrada única de 15 dólares ingresé a ella e inmediatamente retrocedí en el tiempo; no se exactamente a que época, pero no a la de wi fi, micro ondas y celular, sino a la de gobernantes que reunían a su pueblo al tronar de una campana enorme, y donde se edificaron desde antiguo paradores en las esquinas para que sus ancianos hilen algodón y lana, conversen, jueguen y sigan viendo al mundo transcurrir frente a sus ojos.



La ciudad medieval, pero viviente, se recorre a través de sus tres plazas, que albergan edificios cívicos, templos hindués y también Budistas.

Comencé mi recorrido particular en Dattatreya Square, donde se encuentra el Templo del mismo nombre, rodeado por restaurantes, Tiendas de Te, y puestos donde exhiben la llamada joya del Himalaya  Black Rock Salt, cuyo vendedor ensalzaba sus propiedades digestivas, todo ello enmarcado con el ritmo de las flautitas de una canción folklórica que no dejaban de tocar… y cuyo disco por supuesto tengo en mi casa ahora ...





Te Nepalí
Black Rock Salt: " un regalo  único desde los Himalaya. Ampliamente utilizada
 en platos Asiáticos y como digestivo, por su popular sabor y valor medicinal"
Caminamos hacia un embalse al costado del cual las mujeres separaban el grano del trigo, colándolo al viento, dejándolo caer desde unas cestas de fibra vegetal ... me quedé mirándolas para ver que hacían, y ellas riendo se ofrecieron a enseñarme la técnica, instruyéndome a quitarme primero los zapatos para no ensuciar el grano ya listo ...





Yo estaba feliz, aunque preocupada de no malograr sus avances, y mi guía Sabin ya no podía más de la risa ...




Me despedí de mis nuevas amigas y seguimos caminando por la ciudad, cruzándome con toda clase de personas, desde hombres cargando aceite a la antigua usanza, procesiones celebrando la vida, y más ancianos que me sonreían y saludaban desde sus paradores ...







Seguí caminando hacia Thaumadi Square, que alberga el más impresionante Templo que me ha tocado ver: Nyatpol Temple, dedicado a la Diosa Lakshmi, deidad de la Riqueza y que se erige orgulloso e impresionante como una pagoda con un techo de cinco niveles y una escalera protegida por estatuas de pares de elefantes, leones, dragones y Diosas Tántricas.... y en mi caso con un niño simpatiquísimo que me acompañó en todo mi recorrido por la plaza, mostrándome lo que a él más le gustaba, mayormente las puertas y las vigas de madera tallada.







Continué  mi paseo y llegué a Durbar Square, que es la plaza principal, y donde se ubica la gran campana, con la cual el monarca llamaba a su pueblo a reunión,  la Puerta Dorada, el Templo Dorado y el famoso Palacio que sirvió de asiento a la realeza hasta casi el fin de la dinastía.







Ingresamos al área del Templo dorado, vetado para los no Hinduistas y fuertemente custodiado, permitiendo los encargados sólo la entrada al Estanque de la Cobra, pero no al recinto, ni siquiera asomarse a la puerta....




Aplanadas las calles de adoquín y atravesadas tres las plazas, paramos a comer y mirar desde una terraza la vida de la ciudad, que es un punto aparte, un verdadero mundo paralelo, la vida transcurría con simpleza, pero con una historia y una energía potente: las ancianas me llamaban hermana y me invitaban a sentarme junto a ellas... ! ... 

Almorzamos con Sabin, después de unas tres horas de paseo, en uno de los restaurantes que rodean Durbar Square; él ordenó Noodles con verduras y yo un Club Sandwich, con bebidas, por un total de mil rupias, por mi cuenta y agradecimiento a su simpatía y disposición.






Logré salir de la ciudad  cuando ya asomó la luna, llena y brillante, presidiendo el portal del 11.11.11, que esa noche se celebraba en la ciudad, con los niños vestidos a la usanza típica interpretando música y viviendo, viviendo, viviendo ….




De regreso a Kathmandu tardamos una eternidad por el tráfico infernal de Thamel, que al parecer es una condición permanente...

Debí cambiarme del Hotel desde el Kantimpur, porque no tenía más reserva, al Ambassador Garden House, (www.aghhotel.com, 45 dólares con desayuno), el que resultó ser una verdadera joya situada en el corazón de Thamel.

La habitación y el baño estaban impecables, pero eran los detalles los que le hacían honor a su nombre "Thamel´s finest boutique hotel", desde una bata de baño y zapatillas de levantarse, dispuestas en el baño, hasta agua mineral, agua caliente para un café, frutas en la habitación, y wi fi gratis las 24 horas en todo el hotel.




Si tuviera que ponerle un pero al hotel sería su cercanía con la zona de los bares y restaurantes, con el consiguiente ruido,  pero esa era también su principal ventaja, el comercio bullía a su alrededor, había un supermercado muy completo al frente (precio turista), una tienda de discos (mi perdición) y varias tiendas donde podías mandar a hacer en 48 horas blusas y vestidos.


No obstante haber madrugado ese día aún tenía energías para salir, y me animé a ir de compras, vi unos vestidos en una tienda cercana cuyo precio de lista ya era conveniente, pero negociados me salieron un chiste; el primero elegido, obviamente por recomendación del propio vendedor fue el rojo Nepalí, llevándome también pantalones de viscosa por un precio de chiste, (vestidos por 6 euros y pantalón por 8 euros) 

Ya avanzada la hora regresé al Jardín del hotel, donde disfruté largo tiempo de la terraza, la fuente de agua y el té de Jazmín y subí exhausta a descansar y a dormir feliz de haber vivido esta jornada, donde me energicé a full y que a ratos me hizo transportarme en el tiempo :)


Hotel: Kantimpur Temple House.
Guía: Sabin.
Indrawati Treks & Expeditions. info@indrawatitreks.com  
Conductor: Madan. Indrawati Treks & Expeditions. info@indrawatitreks.com  





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