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sábado, 14 de septiembre de 2013

Día 2 y 3: La Maravilla de Halong Bay (2D/1N) y media tarde en Hanoi.

Este día nos tocó madrugar para poder disfrutar antes de salir el variado bufete de desayuno que nos brindó el restaurante del Hotel Essence, el que incluyó variedad de panes, frutas (Mango memorable), el omelette más lindo que me ha tocado ver y que además estaba exquisito y café de origen vietnamita.



A las 7:30 nos recogieron junto con otros dos pasajeros para conducirnos a Halong Bay, distante a 3 horas del centro de Hanoi.

Después de  harta investigación vía internet sobre el paseo, decidimos que tomaríamos un Crucero de 2 días y 1 noche (considerando la distancia y que era demasiado agotador tomar un tour por el día), pero elegir en qué embarcación no fue nada de fácil principalmente  por la amplia y variada oferta que hay,   aparentemente puedes optar al mismo servicio desde 100 dólares a más de 250 dólares, dependiendo de la embarcación, y de la ubicación de la habitación y los servicios incluidos.

Antes de irnos estábamos ya medias decididas por una empresa, y días antes se comunicaron conmigo desde el hotel Essence, el cual habíamos reservado por www.booking.com, quienes pusieron a disposición nuestra harta información sobre este tour y algunas otras sugerencias (Toan Phan, Reservation Officer. toan@essencehotels.com), con precios bien competitivos respecto de los publicados en la página de cada compañía, así que luego de hacer mil preguntas que contestaron con amable paciencia, y sin pedir dinero por la reserva, nos anotamos y reservamos a través del hotel (sin cargo y sin adelantos).

Así fue que por 199 US por persona disfrutamos de una habitación preciosa, un servicio y atención de lujo en Paradise Luxury Cruise (www.paradisecruises.vn)

El trayecto entre ambas ciudades igual se hace largo, tarda como ya había dicho tres exactas horas, previa obvia parada turística para baño, refrigerio y compras. 




Esta tienda eso sí tenía la particularidad que sus artesanos trabajaban a vista de los visitantes, sonreían e intentaban explicar en vietnamita los principios y usos de su arte,  que abarcaba desde el lacado a base de cáscaras de huevo, bordados preciosos de miles de colores, hasta confección de ropa de seda y joyas.



Llegamos al embarcadero y empezaron las atenciones, nosotras no chequeamos equipaje porque llevamos lo justo para los dos días (lo dejamos en custodia en el hotel en Hanoi), así que previa entrega de nuestra credencial, ingresamos de inmediato a la sala donde tenían dispuesto un bufete para el brunch (con un café y  galletas deliciosas).


Abordamos ordenadamente junto con otras 22 personas, mayormente parejas mayores de Estados Unidos y Canadá, una pareja de luna de miel, otra pareja de actores proveniente de India y un grupo de Alemanes  también mayores on tour.

La tripulación y el Staff fueron presentados uno a uno por Ronald, nuestro anfitrión (quien por tener antepasados Filipinos manejaba algunas palabras en Español, por lo que nos tuvo como sus pasajeras preferidas), detallando el programa, las excursiones. Nos explicó además algunas reglas (bebidas y servicios de SPA no incluidos) y entregó pidiendo un aplauso las llaves de las respectivas cabinas.


Nuestra habitación era preciosa, estaba muy temperada y nos permitía una vista hermosa al exterior, tenía closet grande con caja fuerte. El baño a su vez estaba impecable y tibio, tenía las típicas amenidades, además de una bata bien mullida  y zapatillas de toalla.




Subimos de inmediato al deck de madera hermoso, coronado con la bandera Vietnamita flameando con orgullo por llevarnos a conocer esta maravilla Patrimonio de la Humanidad declarada por Unesco en 1994 y además una de las siete maravillas naturales del mundo en la actualidad.



Halong Bay está ubicada a una de las orillas del Golfo de Tonkin y está compuesta por casi dos mil islotes de piedra caliza. Su  nombre significa "Bahía donde desciende el Dragón", el que proviene de una leyenda antiquísima que cuenta que en tiempos de invasión China el Emperador de Jade envió una familia de dragones para ayudar a su pueblo en la resistencia, los que al hundirse en el mar luego de la victoria formaron con sus colas y cuerpos cada una de las islas (otros dicen que lanzaban las piedras desde el cielo para hundir a los barcos enemigos, pero quién sabe? ).




Cada minuto que avanzábamos el paisaje se ponía más hermoso y conmovedor, el color del agua iba cambiando en sus tonos de verde a medida que aparecían más bloques, que eran de piedra, pero también salpicados de más verde por los árboles y arbustos que crecen en sus laderas.



Aparecían también embarcaciones grandes como la nuestra, bien turísticas y otras más pequeñas, pertenecientes a pescadores, y personas que hacen su vida en esa maravilla. Desafortunadamente el flujo continuo y creciente de turistas ha contribuido a la contaminación de las aguas, además del combustible de las embarcaciones, por la mucha basura que permanece flotando en el agua, sobre todo botellas plásticas que estaban en todas partes.


Bajamos sólo para almorzar al comedor donde nos dieron nuevamente la bienvenida invitándonos a degustar un bufete de especialidades de comida Vietnamita, dispuesta en mesones graciosamente decorados, comenzando con su embajador el Spring Roll, y siguiendo con ensaladas, guisos y frutas, además de unas galletas de poroto Mung.

Me vuelve a sorprender y enorgullecer la presencia de una selección de vinos Chilenos en la carta (eso sí que a 100 dólares la botella que acá se consigue por 10).




Finalizada la hora de almuerzo, nos quedamos en la terraza del comedor tomando café,  explicándonos la existencia de las Aldeas flotantes (por otros llamados Gitanos de Agua), habitadas por pescadores  cuyas casas se erigen sobre balsas que les permiten movilizarse en la bahía en busca del mejor lugar para lanzar sus redes, albergando familias completas, muy dispuestas a compartir con quienes se animan a llegar a ellas en kayak.



Seguí observando todo cuanto pasaba por la terraza, barcos y barquitos, e incluso mujeres que a remo llegaban hasta nuestro lado para ofrecer grandes caracolas, frutas, dulces y collares de perlas cultivadas, invitándonos a gritos a la parte posterior del barco para que examináramos su mercancía (una de ellas quemaba los collares con encendedor para demostrar que las perlas no eran plásticas). 




Llegada la hora de la primera excursión, nosotras nos quedamos rezagadas en la última embarcación auxiliar más pequeña que nos llevaría del barco grande al embarcadero, junto  con la pareja India, por lo que tuvimos la suerte de contar con el guía solo para nosotros.



Ingresamos a Surprise Cave (Hang Sung Sot),  descubierta por los franceses en 1901, por la parte más baja de sus tres niveles,  donde nuestro guía nos animaba con su puntero láser a descubrir las formas de animales que se formaban con las estalactitas, que a su vez se forman con el escurrimiento del agua entre la piedra pómez (Lime stone) que se va solidificando con el tiempo. 

Descubrimos leones, monos y una torre de formada por medusas y nos fuimos internando en los otros niveles de la cueva que se iba haciendo cada vez más amplia.


El guía era súper completo, mientras los demás sacaban fotos para todos lados, el me explicaba como se formaban las estalactitas y la diferencia con las estalagmitas, mientras seguíamos paseando por la cueva iluminada con luces de colores.


Seguimos descubriendo formas, entre otras un corazón, un gran pene (de ahí el nombre de la sorpresa), serpientes, dragones y otros animales.



Saliendo de ahí nos esperaba nuestra guía aprendiz, cuyo nombre no puedo recordar, pero ha de ser la persona más tierna que he conocido en un viaje: ella muy linda vestía su Ao Dai verde hermoso y trepaba por la cueva como si hubiese andado con buzo, me explicaba que trabajaba hace tiempo en el crucero a bordo y que ahora hacía el training para ser guía, pero que le cuesta hablar inglés porque es muy tímida, por lo que mientras apoyaba al guía para mantener al grupo junto y ver qué podíamos necesitar.

Nos detuvimos en lo más alto de la cueva para observar  la imagen que era conmovedora, los colores y las formas de la naturaleza, pero también la belleza de las embarcaciones que complementaba perfecto el panorama (el numero era moderado a esa hora, pero después eran demasiadas).


Bajamos (luego de los 150 escalones) y caminamos por un puente largo de madera construido sobre el mar, para regresar a nuestro bote que nos esperaba en un pequeño puerto lleno de coloridos botes/mercado y de ahí de regreso al barco.


Llegando al crucero nos recibieron lanzándonos pétalos de flores desde el segundo piso, entregándonos en recepción una toalla tibia enrollada para refrescarnos y té, dándonos tiempo de abrigarnos para nuestra siguiente excursión.

Volvimos a embarcarnos esta vez sólo 6 valientes, los recién casados, la pareja India y nosotras, los demás se quedaron descansando por el esfuerzo físico que suponía subir los 430 escalones de la siguiente parada. Nuestra amable encargada nos dio una capita de agua de plástico adornada con lunares, pues preveía lluvia, nos acomodó el flotador y partimos...




Llegamos a  Dao Ti Top (también conocida como James Bond Island, supongo que habrá filmado alguna de sus secuencias acá), y comenzamos cada uno a su ritmo el ascenso de los escalones infernales. 




La verdad no se me hizo tan difícil a tarea, porque en algunas partes había congestión entre los que subían y bajaban, que permitía algunos descansos, aunque como estaba "plastificada" casi morí de calor, pero como llovió un poco (muy grácil), me pude refrescar.





Llegar a la pagoda que corona este coloso me permitió obtener una de las vistas más lindas de mi vida, y que ha de ser de las mejores del mundo, tan linda e impresionante que daban ganas de llorar, y de creer que efectivamente la creación de este paraje debe haber sido celestial.

Me imagino que con sol debe ser lindo también, pero el hecho que estuviera nublado, hacía una aura muy mística, formándose una bruma que hacía más difusos los barcos, haciendo caer en una ensoñación, de la cual sólo logré salir para tomar fotos que hicieran este momento inmortal.



Creo que fui la primera en bajar, por lo que me encontré con nuestra amable encargada que nos esperaba a cada uno con agua y una toalla (ya no podía ser más atento el servicio), animándonos a meternos al agua de inmediato para refrescarnos, a lo que no accedí porque igual la encontré helada.


Llegamos al crucero nuevamente siendo recibidas por el staff quienes aplaudieron que hubiésemos cumplido con la hazaña, brindánonos te y recordando las actividades de la tarde.

Después de una ducha, subí a la terraza sólo a  leer y a observar como iba cambiando el paisaje de color a medida que se iba poniendo el sol, el que a esa hora y después de la lluvia se asomaba tímidamente, regalándonos un arco iris que hizo aún más perfecta la tarde.



Anclamos frente a Coconut Island, la única isla donde se puede bajar y dormir y ahí pasamos la noche.


Estaba abrigada en cubierta y absorta en mis pensamientos, cuando llegó el mismo guía de la tarde, quien esta vez oficiaba de anfitrión de la clase de cocina que se desarrollaba en el comedor invitándome a participar.


Nos entregó a cada uno una receta, indicando los pasos para hacer el famoso Spring Roll (el arrollado primavera esta siendo reivindicado como creación Vietnamita y no China) , mientras el chef mezclaba todo con maestría un sus ollas. Luego que estuvo listo el relleno, nos invitó explicando la técnica, a rellenarlos y enrollarlos en la masa de arroz, los frió y repartió entre los hambrientos alumnos.




Cada uno degustó la creación colectiva acompañada de una salsa con mucho ajo, y una copita de vino Chileno of course que conseguí por 100 dongs.



Minutos más tarde se dispuso todo para una cena más elegantita (hicimos lo que pudimos con el vestuario, adornando el mismo atuendo con un pañuelo y un buen peinado), que contempló 4 tiempos.


La cena comenzó con una entrada de camarones (como soy alérgica lo cambiaron por noodles veg con huevito), suguiendo con un Taro de Jerusalén con tomates Cherry asados, pollo Cordon Bleu con papas al oporto y de postre pera al vino con salsa de Tiramisú, para finalizar el gran banquete.



Luego de tan apetecible banquete y luego de empezar la hora del bajativo empezó la exhibición de la película Indochina, protagonizada por Catherine Deneuve, en la cual en tiempos de la colonización Francesa los amantes Camille y Jean Baptiste (un estupendo oficial Francés), se esconden en distintos puntos de esta bahía para salvaguardar su amor.

Nosotras habíamos reservado apenas abordamos un masaje en el SPA  para antes de irnos a dormir, así que a las 21:30 horas estaba lista para recibir mi tratamiento Asian Indulgence, que incluyó un masaje a 4 manos y un tratamiento facial en el que me aplicaron, pepino, miel y yoghurt, después de una exfoliación (todo por 100 US, 90 minutos), después de la cual quedé totalmente rejuvenecida, relajada y lista (porque llevé piyama) para ir a dormir.



Al otro día a las 6:00 a.m ya estábamos en pie, para participar en la clase de Tai Chi, que empezaba a las 6:30 y para admirar el amanecer, que entre la bruma, nos regaló un espectáculo único de esos que erizan la piel y hacen solo agradecer por tener la fortuna de ver en vivo un milagro así.


La clase duró exactos 30 minutos en los que meditamos a través del movimiento suave y continuo que nos indicó la maestra, después de los cuales bajamos a tomar un desayuno ligerito (conforme detallaba el programa), mientras el sol se asomaba tímido, regalándonos una nueva gama de colores.


La pagoda que se ve atrás es a la que se llega después de los 425 escalones.

A las 7:30 salimos a la primera excursión a la Cueva de los Monos, donde también se podía hacer kayak, llegando a un embarcardero flotante, donde abordamos con otro grupo una barca de bambú, que a remo nos condujo a una laguna ubicada al centro de una de las islas.



En el interior el paraje era majestuoso, había sólo silencio, escuchándose de cuando en cuando algunos pájaros, pero no había monos...


  

Regresamos para el gran desayuno que estaba ya dispuesto también en estilo bufete y nos alistamos para desocupar la habitación y seguir disfrutando lo que quedaba de paseo, esta vez en versión un poco más soleada.



Permanecí en cubierta recostada sobre una tumbona sólo mirando e intentando grabar las imágenes en mi mente, mientras inevitablemente emprendíamos el regreso al punto de inicio, despidiéndome y agradeciendo a estos gigantes que logran apretar el corazón con su belleza.



Luego de pagar la cuenta (masaje y bebidas), desembarcamos despidiéndonos de Ronald y de la tripulación que hizo este paseo aún más de ensueño, no escatimando en atenciones y preocupación con los pasajeros.

Sé que podríamos haber conseguido un paseo más barato, pero después de investigar harto, incluso con expertas bloggers (una de las cuales sufrió un robo, siendo extorsionada con la retención de su pasaporte) que tuvieron malas experiencias, decidimos que este sería un regalo, y como tal no nos expondríamos a un bache, pudiendo evitarlo por unos dólares más, así que si está la posibilidad hay que animarse a hacerlo con una línea probada y recomendada como Paradise Cruise.



Recorrimos en tres horas y media el camino de regreso a la ciudad, atravesando campos de arroz y ciudades grandes y pequeñas (no me dejan de asombrar que en medio de los campos hayan tumbas), y obviamente haciendo la parada turística.


Después de 30 horas de total relajo y luego de cruzar el puente sobre el río Rojo entramos nuevamente en la locura de Hanoi, quien nos recibe con un atochamiento de aquellos.



Llegamos al Hotel Essence, donde nos tenían nuestras maletas en custodia y la habitación lista, asaltándonos Pam a preguntas sobre la experiencia y sus recomendaciones, nosotras más que felices le contamos y agradecimos.



Nada más nos instalamos salimos a recorrer el área del lago Hoan Kiem, pasando a comer a un restaurante que nos recomendó una amiga que días antes había pasado por la ciudad: Little Hanoi, que resultó ser todo un hit, lindo, bien atendido, rico y barato y que permitía una vista hermosa del movimiento alrededor de la calle donde estaba establecidas las ópticas. Ofrecían Typical Little Hanoi combo, que incluía un jugo natural y un sandwich home made por 85.000 dongs (poco más de 4 US)



Continuamos la caminata alrededor del lago deteniéndonos sólo para recoger postales y admirarnos con el tráfico y el color que las calles iban tomando con los adornos de flores y luces en la previa del año nuevo y la fiesta del Tet.



Llegamos a otra esquina del lago donde estaba inaugurándose el Trang Tien Plaza, un centro comercial exclusivísimo y moderno, que a dos o tres cuadras del centro histórico donde aún las mujeres usan Ao Dais y sombrero parecía una contradicción.


Paseamos un poco por su interior encantadas con su diseño y también con la cantidad de  tiendas de cosméticos, algunos muy conocidos como MAC, pero otro propios de la belleza de oriente, provenientes de Japón y Korea, como Shiseido y SKIN Food, donde ofrecían colores nuevos (una gama tremenda de tonos de rojo) y artículos bien útiles como los pétalos anti grasitud y contaminación para la cara, y que se podían guardar en la cartera por su tamaño como de carta de presentación.



Salimos luego, después de tomar un café helado en Belle Espresso, para aprovechar la luz del día y continuamos caminando hacia el área del Teatro de la Ópera, por un área muy comercial.



Reanudamos el paseo, después de sacar un par de foto, y caminamos unos 10 minutos para encontrar el Mercado Cho Hom, separado en área de comida donde encontramos peces vivos nadando para ser elegidos y descabezados y otros ya faenados y otro sector donde había ropa, mayormente proveniente de China.



En la parte techada encontramos varias frutas nuevas para nuestro Sudamericano repertorio, como Dragon Fruit, Jack Fruit y el famoso Durian, conocido por su mal olor, exhibidas ordenadas, coloreando la escena.



Y dimos con los puestos de comida más exótica, como estos pollitos cocidos con cabeza y todo y  después asados y empanadas de no-se-qué envueltas en papel de arroz, acompañadas de cerritos de fideos de arroz, y hartas hierbas, cuyos nombres ya iría descubriendo.


Seguimos caminando de regreso al hotel encontrándonos en varias oportunidades con puestos callejeros donde vendían estos maceteros con árboles floridos amarillos y rosados, y mandarinos, muy bonitos, contándonos los encargados que era de buen augurio adornar la casa para recibir el año nuevo que se aproximaba, atrayendo su presencia fortuna, prosperidad y salud para la familia.


En la noche para cerrar el episodio Hanoi y celebrar el primer highlight del viaje fuimos, también por recomendación de Pham, a la terraza del Hotel Sofitel Plaza Hanoi,  particularmente al Summit Lounge Bar ubicado en el piso 21,  que permitía una vista soberbia al West Lake y hasta el río Rojo, y que ha sido definido como la mejor vista de Hanoi.



Luego de disfrutar un trago (no recuerdo el precio, pero sí que no era caro), y de disfrutar de la noche tibia (aunque algo ventosa) regresamos en taxi a nuestro hotel, no sin antes disfrutar de la maravillosa decoración pre Tet de este hotel, que incluyó su propia versión del árbol en flor del que hablaba, pero adornado con  pequeñas lámparas de seda que serían mi fascinación desde ese momento (la que aumentaría en Hoi An), y que ahora están colgadas coloreando mi comedor.

Recepción de Sofitel Plaza Hanoi

Una vez en el hotel instaladas, sólo nos quedó arreglar maletas y descansar felices, por haber vivido  el  sueño de Halong Bay y el ritmo de la ciudad capital  (... otro sueño hecho realidad pensé, sonreí y caí rendida).



Hotel: Essence Hotel Hanoi.
Tour: Halong Bay (2 days/1 night) Paradise Cruise

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