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miércoles, 18 de junio de 2014

Dia 18 a 21: 3 dias en Phi Phi Island (o 3 días en el paraíso)


Los tres días siguientes a nuestro primer contacto con la isla, llenaron todas nuestras expectativas de playas perfectas y entretenidos panoramas nocturnos, aunque también  nuestra aprehensión, sobre turismo masivo, y contaminación, una de las consignas de la comunidad del libro de Alex Garland y su posterior película, en versión Dany Boyle,  que lanzaron a estas islas a la fama mundial de la mano de Leonardo Di Caprio y Virginie Ledoyen  a principios del 2000, cuando siendo yo una estudiante de derecho, decreté que iba a estar ahí algún día.



El despertar de cada día en nuestra cabañita de Phi Phi Nice Resort, siempre fue amable, el desayuno lo tomamos todos los días en el restaurante/terraza situado frente a la playita y consistía básicamente en ensalada de frutas,  omelette, y café con  leche, muy sencillo.



El  día que llegamos contratamos el tour de las islas, que consiste en un rodeo de Phi Phi Don, y  visitas a algunas islas contiguas, la maravillosa Phi Phi Leh y varios puntos para hacer snorkel. En todas partes está al mismo precio y no hay mucho espacio al regateo.

Nosotras decidimos hacerlo con Arisa Speed Boat (www.arisaspeedboatgroup.com), por el numero de pasajeros que admitía (máximo 20), aun cuando era un poquito más caro que los demás (1.500 baths). También consideramos  no estresarnos mucho con la visita a la playa de “La Playa” (Maya Bay), porque iríamos otro día por nuestra cuenta en Long Tail Boat, a pasar una jornada, sin el apuro de los tours (por 1500 baths ida y regreso).


El día 2 ( de los 4 que estuvimos) partimos a las 10:30 al muelle de Tonsai, donde abordamos nuestra lancha, previa entrega de aletas, mascara y boquilla. El paseo incluía agua, bebidas, almuerzo, frutas y agua de coco para la tarde.
Iniciamos el paseo rodeando Phi Phi Don, en Monkey Beach, donde nuestro guía nos repartió frutas para alimentar a los simpáticos monos que esperaban impacientes a los visitantes, advirtiéndonos de sus fechorías, para robar cámaras y lentes.



Estuvimos jugando un rato con los monos de mala fama, inmerecida porque sólo se dedicaron a comer su fruta y a mirar curiosos esta horda de gente llena de comida que llegaba cada 15 minutos.


Habiéndonos despedidos de los monitos, continuamos el rodeo de la isla maravilladas con el color y la transparencia del agua.


Nos dirigimos a Mosquito Island o Koh Yung, donde hicimos un stop para la primera sumergida y snorkeling.



No se si el panorama era mejor sobre o bajo el agua, por la cantidad de peces y las multiplicidad de sus colores, y por el maravilloso color del agua, estar ahí, era llenarse de las más bellas imágenes...
Seguimos el paseo hacia otro paraíso de arenas blancas y aguas cristalinas, Bamboo Island o Koh Pai, donde hay solo playa y bosque y un kiosco donde comprar helados y bebidas (Helado Magnum 100 baths)


En esta parada también brindaron almuerzo, consistente en pollo y arroz, que a mi gusto no tenía muy buen aspecto, así que pasé.


Después de nadar en las preciosas aguas y sacar miles de fotos, tratando de inmortalizar su belleza partimos al siguiente punto.
Los guías se iban haciendo los chistosos, todo el camino, pero siempre estuvieron preocupados de los casi 20 pasajeros, provenientes de Israel, Brasil, Suecia y Rusia, haciendo a la vez de fotógrafos y productores.



Seguimos recorriendo puntos de snorkel, incluyendo Shark Point, pero debo decir que no vi ningún tiburón. Nos lanzamos piqueros y disfrutamos felices de la vista debajo del agua.


Saliendo de ahí, seguimos nuestro paseo en camino a la paradisiaca Phi Phi Leh, deteniéndonos en algunas bahías de ensueño, sólo recogiendo postales.



Pasamos además por Viking Cave, que habría sido refugio de piratas en el pasado, y hoy llena de estalactitas, sirve de lugar de anidación de las golondrinas. 


En su exterior e interior hay varios andamios de bambú que permiten la recogida de los nidos de estos pajaritos, materia prima para varios productos gourmet, de altísimo precio, por lo que el acceso está restringido, y no permitido al turismo.

El guía nos contaba que la sopa de nido de golondrina es un plato muy  apetecido en China por sus poderes afrodisiacos y curativos.



Continuamos nuestro paseo hacia el sector conocido como The Lagoon, a mi gisto uno de los sitios más bonitos. Se podía apreciar a simple vista la variada y abundante fauna marina… la que crecía exponencialmente cada vez que nos sumergíamos con las máscaras de snorkel.



Paramos un rato para sumergirnos y disfrutar  felices y como niños con los pececillos de colores, estilo Nemo y Doris.


www.travelblog.org/Photos/4367233



Desde allí entramos de lleno a Pileh Bay que cumplió completamente con nuestra expectativa de rocas gigantes de piedra caliza que emergían de una masa de agua que no terminaba de decidirse de qué color era, verde o turquesa, de acuerdo iba avanzando la hora.

La pena, la cantidad de botellas plásticas que flotaban en su orilla, llevadas por la marea.


Saliendo de este sitio, ya se empezó la emoción en la lancha, sabiendo todos que en minutos llegaríamos a enfrentarnos con uno de los motivos principales de este viaje. 


Es difícil describir la emoción que sentí al avistar la arena blanca y tranquila (aun cuando re ple ta de gente y embarcaciones), y el color del agua que nos daba la bienvenida al paraíso.


Si bien llegamos sobre las 16:00 horas, ya la sombra quitaba color a la mayor parte de la playa… de frente a ella extrañe alguna vegetación que se veía en la película, pero después nos explicaron que las palmeras eran de utilería, que Fox habría sido obligada judicialmente a quitarla, llevándose otro tanto el tsunami.


En "la" playa hay que pagar un fee (incluido en el tour), el que da derecho a maravillarse y usar el baño. También funciona un kiosco, que cobraba bebidas y helados a precio de oro.


Luego de bañarnos y disfrutar del paraíso con la tranquilidad que volveríamos en lancha rápida al día siguiente emprendimos el regreso, felices y agradecidas por poder ver y disfrutar esta maravilla y haber cumplir un sueño (...un sueño más...)


Los dos días restantes nos dedicamos mayormente a descansar, y para ello nada mejor que instalarnos en la playa de nuestro hotel, donde disfrutamos de la lectura, escritura y además de las ricas (y baratas) ensaladas de dulces frutas.





Salimos también a caminar por el pueblo, comercial al máximo, las estrechas calles, donde no circulan más que bicicletas y carros para acarrear maletas, están rodeadas de agencias de buceo, de turismo, restaurantes y tiendas de ropa, muy barata.



En el muelle de Tonsai que está justo en la parte más delgadita de la isla negociamos con el longtail boat, para que nos llevara sólo a Maya Bay, lo que no es difícil de conseguir, a un precio paralelo, por lo que no se saca nada con negociar (1500 baths 3 horas)


Nuestro conductor nos condujo raudas de vuelta al paraíso  en la lancha que parecía volar sobre el agua, a una hora donde la luz hizo más perfecta la postal con la que  nos habíamos maravillado el día anterior.



Y sorpresivamente "la" playa se volvió a descubrir frente a nuestros ojos...



El cielo y el color del agua contrastaban perfecto con los  coloridos lazos y flores que adornan las lanchas, permitiéndome obtener unas postales preciosas :)



Pasamos las tres horas pactadas dentro en el agua e hipnotizadas con el paisaje, felices, felices, felices … hasta que llegó la hora de partir de regreso abordo de Panchika, la lancha más linda ...




Una vez de regreso en la isla subimos a ver el atardecer en Phi Phi View Point, al cual se accede por una escalera infernal.

Nos dieron la bienvenida varios monos, que parecían indicar el camino, otra serie de cansadoras subidas, a las que se accede previo pago de una pequeña entrada (20 baths)



Todo el esfuerzo vale la pena, porque apenas se recupera el aliento, se pierde de nuevo por la belleza del paisaje … el color del agua en contraste con el de las gigantes rocas que la contienen me volvió a sorprender, esta vez desde los alto…


Al ratito, empezó a salir un humo que tapó todo, así que bajé el primer mirador, donde la señora que cortaba las entradas me asaltó a preguntas, explicándome exactamente el daño del tsunami, y la herida aún abierta en los corazones de todos sus habitantes, que hablan del tema cada vez que tienen la oportunidad.



Me devolví caminando por el otro lado de la isla Loh Dalum, hasta la mitad y crucé por el lado más comercial, donde me encontré con un Roti, una maravilla de panqueque.


Como ingrediente obvio estaba el plátano y la leche condensada (también presente en los milkshakes granizados), con el que cocinaban el crepe delante de tus ojos, entregandolo en un cómodo plato para llevar.(50 baths)




Las cuatro noches que pasamos en la isla tuvieron la misma lógica: persiguiendo el mejor Pad Thai en alguno de los restaurantes de la zona de Tonsai (4 seasons, Kuhn Va) o en nuestro vecino Cabana Hotel, un masaje de piernas por módicos 7 US, algo de vitrineo por las tiendas de souvenir, y fuego, fuego, fuego.

Visitamos el Hippie´s Bar, parada obligada también conforme guías e "informantes", donde cerramos con un show de malabarismo y fuego, donde un flaco 0% grasa y poseído por el fuego nos hizo la noche.

Luego nos trasladamos al lado de Loh Dalum, donde la locura por el fuego era total, desde el inocente limbo bajo el fuego, hasta unos arriesgadas saltos en cuerdas dobles.



La onda era muy relajada, se podía pedir un trago (malo, pero barato) o el tradicional Bucket (baldecito de playa, con una petaca del destilado que sea y una lata de energética) y disfrutar de la cálida noche al ritmo del tecno más tecno que haya escuchado ("viva la fiesta, viva la noche, vivan los DJs, WTF")


A medida que iban pasando los minutos y los asistentes más borrachos empezó en el mítico Woody Bar la locura, los más arriesgados turcos e israelíes que no dudaban para pasar por medio de las cuerdas encendidas, casi como profesionales … jurando que si se quemaban no dolía ...


Desde ahí cada noche volvíamos a la cabañita caminando tranquilas, aun cuando a veces acompañadas por murciélagos o ranitas, pero felices, por poder vivir aunque sea por unos días en un pedazo de paraíso…




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