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lunes, 15 de enero de 2018

Tikal eterno

Madrugué con todas las ganas este día agitado, porque por fin iba a concretar mi sueño de visitar Tikal. Me pasaron a buscar para conducirme al hangar de la aerolinea TAG, desde donde  a las 06:30 a.m despegaría rumbo la provincia de Petén, distante a 300 Km.





Media hora más tarde estaba aterrizando, luego de una colación y harto movimiento.




Llegando a la ciudad de Flores, que visitaría brevemente a mi regreso, recorrimos 65 kilómetros hasta la puerta del Parque Nacional Tikal, Reserva de la Biósfera y también sitio Patrimonio de la Humanidad de UNESCO desde 1979.

El Hotel elegido fue Tikal Inn, con instalaciones correctas, excelente atención y con la gracia que esta ahí, en el parque mismo, a un kilómetro del ingreso principal, pero con luz eléctrica, sólo hasta las 11:00 p.m.


Una vez instalados,  nos fuimos con mis compañeras de Santander Colombia, al parque cuya entrada, literalmente está cruzando una calle.  Comenzamos la caminata, alertadas de alejarnos de las orillas de las aguas, por la presencia de cocodrilos y no sin antes haber pasado por el centro de visitantes a abastecernos de agua y un tintico, para preparar la visita.



A diferencia de otros sitios arqueológicos, como el concurridísimo Chichen Itza o Tulum, Tikal me pareció vacío la mayor parte del tiempo, habían algunos grupos pequeños, pero ninguna congestión que le restara la solemnidad que merece.


Transitamos por los distintos grupos de edificios, mientras nuestra guía nos iba entregando datos de la cosmovisión Maya.

El sitio como si, consta que fue fundado antes del 600 A.C y descubierto en 1848, como ciudad real abandonada, cubierta por la selva, desde esa fecha se ha trabajado como yacimiento arqueológico de relevancia mundial por más de 150 años, y continúa el misterio. 


Luego de una calurosa caminata llegamos a la Gran Plaza, donde se cumple perfectamente la expectativa de encontrarse con la más hermosa postal del sitio y desde donde todos empezamos a sacar fotos como enajenados.


La pirámide del Gran Jaguar es la más impresionante por su altura (más de 45 metros) y su estado de conservación. No está permitido subirla.

Al otro costado de la plaza, está la pirámide de la Luna, a la cual se puede acceder por una escalera de madera, para no afectar su estructura, desde la cual se obtiene la mejor vista, que abarca también la necrópolis Central




Seguimos caminando hacia la pirámide IV, cuando comenzó la lluvia torrencial, y nuestra guía armo un paragua natural gigante, donde nos quedamos hasta que amainó.


Después de visitar la plaza de los 7 templos, volvimos al hotel a almorzar y descansar. Nos fueron a buscar a la piscina porque había justo afuera un ejército de Coaties, bonitos, pero muy tímidos para poder acercarse.


Mi plan para la tarde era volver la Plaza Central, aun con la idea de Chichén Itza, pensaba que iba a encontrar más gente, pero me equivoqué ... hoy lo considero una de mis más grandes suertes, haber tenido Tikal para mi solita, pero en ese minuto debo reconocer que la experiencia fue un poco inquietante ... saberme sola,en la mitad del sitio, sobre todo por los monos aulladores.

En todo caso tengo las mejores fotos por haberme animado a ir.





Al otro día, el plan nuevamente era madrugar para ver el sitio- y las cumbres de cada pirámide asomándose por sobre la selva- al amanecer. Partimos de noche desde el hotel, hasta la pirámide  desde donde se domina toda la vista al parque.

Había una neblina densa que le quitó visual, pero le agregó dramatismo, y me permitió mantener ese toque de misterio y de más preguntas que respuestas que para mi hasta hoy es el mundo Maya.



Como experiencia, nuevamente y a pesar de la neblina, superó todas las expectativas...


De regreso al hotel , volvimos a recorrer a la inversa todo el sitio "principal", pasando por la Necropolis y la plaza central nuevamente vacía.



Pasamos por una cancha de juego de pelota, justo por el costado de la gran pirámide y el complejo sur y seguimos recogiendo postales con el día ahora nublado y lluvioso, pero caluroso y sumamente húmedo.




De regreso al hotel, nada más arreglar las cosas y regresar a Flores, para comer y hacer la hora para el vuelo, igual en TAG Airlines, de regreso a Ciudad de Guatemala.

Flores, la estrella de Petén, comprende la isla, situada en el lago Peten Itzá, y unida a tierra firme por un terraplén, y la ciudad aledaña, donde se sitúa el aeropuerto del mismo nombre.


La isla es preciosa para visitar, tiene un gran malecón, a cuya orilla se sitúan varios y coloridos restaurantes.



En centro histórico está presidido por su parque central con iglesia, y desde ahí callejuelas de adoquines, en plena actividad. 



Nada más estuvimos un par de horas, donde aprovechamos de comer, pasear y recoger postales, desde ahí directo al aeropuerto, donde más tarde abordaría de regreso a Guatemala, y desde ahí a la proxima destinación : Bo go ta y lso encantos de Colombia. 





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