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domingo, 4 de noviembre de 2012

Día 39: Disfrutando Sevilla y sus baños Arabes.


Esta mañana con bajé temprano para disfrutar con todo el tiempo del mundo del copioso desayuno que por 7 euros brindaba el Hotel Dauro II, y que consistía en un bufete completísimo de frutas, huevos, jamones, chorizos, quesos, quesillos y una buena selección de bollería y pastelería.

Salí con rumbo a la estación de trenes para abordar el tren Altaria que me llevaría a Sevilla (24.8 euro). 2 horas horas y media más tarde y luego de haber recorrido campos interminables de olivos y pasado por pueblos blancos, y estaciones de tren que parecían sacadas de un cuento, llegamos a la ciudad a la Estación Santa Justa.

Me fui en taxi de inmediato al Hotel Sevilla (http://www.hotelsevillaweb.es/), el que previamente había reservado a través de www.booking.com, por 40 euros por noche y el que resultó ser una verdadera joya, primero por el precio, segundo por la ubicación y finalmente por la atención. 

El hotel está regentado por Rosario pero ahí también viven sus padres; la matriarca se dedicó a contarme la historia de su familia y a bombardearme con preguntas, concluyendo que me encomendaría a Nuestra Señora de las Angustias para que me deje de andar como alma solitaria de país en país y me encuentre un marido de una vez por todas ...





Después de tan amena charla descansé unos minutos y partí a recorrer el Casco Antiguo guiada nada más que por la Giralda y al poco andar conocí el lugar que sería  uno de mis favoritos por el ambiente y la cantidad de movimiento que tenía a todas horas del día: la Plaza del Salvador, rodeada por la Iglesia del mismo nombre que data de 1647 y de cervecerías (bodegas) cuyas terrazas son la misma plaza, pero sin sillas ...



Seguí mi camino por los callejones de la parte antigua de la ciudad, mayormente tiendas de novias y de ropa de Flamenco, y di fácilmente  con el objetivo trazado para ese día.


Me enfrenté desde su espalda con la impresionante Giralda, el campanario de la Catedral de Santa María de Sevilla, que con  su altura de poco más de 100 metros preside toda la ciudad. 

Desde lejos parece un verdadero minarete, y de hecho lo era, siendo refaccionado y aumentado para erigirlo como campanario Cristiano desde que fueron expulsados los árabes, siendo igualmente en esa época coronado por una veleta sobre la cual se situó una estatua de un pequeño hombre (el Giraldillo), que le da el nombre a esta famosa torre "la que gira".


La Catedral es realmente importante, tanto por su cabida como por su trasfondo histórico; de hecho su dimensión total la sitúa como la tercera Iglesia mas grande del mundo, después de San Pedro en el Vaticano y Saint Paul en Londres y es conocida como la más grande Iglesia Gótica de todo el mundo, siendo declarada Patrimonio de la Humanidad por UNESCO en el año 1987.



Previo pago de la entrada de 8.5 euros pude maravillarme con su interior el que simplemente quitaba el aliento, brillaba a esa hora el dorado de sus retablos bajo la luz del atardecer que se colaba por los vitrales, y se imponía enorme sobre los pocos pequeños humanos que la visitábamos ese día.


La Catedral data de 1430, aún cuando no hay certeza de su inicio,  antes correspondió a una Mezquita. Su interior se distribuye en cinco naves, alrededor de las cuales se sitúan varias capillas dedicadas a los Santos más importantes para el corazón Español y a varias representaciones de la Virgen María.

Para mi esta visita tuvo dos puntos importantes y que la hacen imprescindible, primero la Capilla Mayor, que es realmente impresionante: su retablo dorado, que data de 1482, está profusamente decorado siendo reconocido como el más importante de la Cristiandad, pues representa con maestría varios pasajes bíblicos de la vida de Jesús y María.


Yo quedé boquiabierta  con este retablo... no tengo otra expresión más para graficar ni su cabida, ni su perfección.


Frente a la Capilla se encuentra el espacio del Coro y el Órgano que eran igual de imponentes y perfectos...


El altar mayor también impresionaba por sus finísimas y detalladas terminaciones.


El segundo punto alto de mi recorrido personal es la Tumba de Cristóbal Colón. 

Se dice que luego de peregrinar por España (Valladolid y Granada), Santo Domingo y Cuba, los restos del descubridor de América fueron asentados en Sevilla en 1898, siendo su tumba  sostenida con orgullo por cuatro caballeros representantes de los Reinos de España, sin embargo, esta  hipótesis es aún discutida por los Dominicanos que reclaman el asentamiento de sus restos para sí, señalando que los están en su Catedral son los auténticos, lo que a su vez es refutado por España, con estudios científicos de ADN. 





A la salida de la Iglesia se encontraban apostados un grupo de docentes quienes clamaban por mejoras en sus condiciones laborales, lo que sería antesala del movimiento social, que se sigue desarrollando hasta hoy.






Una vez fuera de la Catedral me dediqué a recorrer el Patio de los Naranjos que data de la época Arabe y se encuentra ahí viendo al mundo pasar y transitar desde Moros  a Cristianos y turistas post modernos.




Y desde allí me animé a subir la Giralda para tener una vista panorámica de la ciudad que se revela encantadora, alrededor del río Guadalquivir, su centro histórico y también la ciudad que se alza moderna albergando las obras modernas de Santiago Calatrava que se avistaban a lo lejos desde el célebre campanario.



La subida es bastante apacible, sus 35 plataformas hacían transportarse al siglo XII cuando al almuecín subía y bajaba a caballo 5 veces al día a dar el llamado a la oración Musulmana. 


Saliendo de mi largo y pausado paseo por la Catedral, salí hacia la Plaza del Triunfo hacia el Real Alcázar y el Archivo de Indias, ambos cerrados a esa hora (17:30).



Habiendo fallado mi programa para ese día por la hora del cierre de los monumentos, sólo me dediqué  a pasear por los jardines de Murillo y por la calle de San Fernando, donde corre coqueto su tranvía y que bulle de actividad universitaria en las decenas de cafés y bares apostadas en su costado ... qué onda tiene esta ciudad !!! 



Caminé tranquila por sus alrededores y me topé con la Universidad de Sevilla y el mítico Hotel Alfonso XIII, que estaba bajo una restauración mayor, pero que aún así permitía imaginarse su pasado (y también futuro) esplendor, magnifico y rodeado por unos jardines de ensueño.

Me devolví al Hotel a buscar mi traje de baño y seguí con mi programa hacia mi anhelo máximo: un Hamman, auténtico baño árabe que son muy destacados en esta zona.

Elegí Aire de Sevilla (www.airedesevilla.com), por recomendación de Rosario, la dueña del Hotel,  ubicado en pleno barrio Santa Cruz, y  no se equivocó pues desde la recepción, hasta la despedida el personal se destacó por su profesionalismo y servicialidad, todo estaba calculado y organizado a la perfección... además el lugar es de ensueño, una experiencia 100% recomendable.


El baño funciona por turnos, cada dos horas hay ingreso de bañistas, luego del pago de 52 euro que costaba mi servicio (baño  y un masaje de 30 minutos), me dieron un cubre zapatos, una bata y unas zapatillitas que no se puden sacar ni siquiera dentro del agua, me sirvieron un te a la menta y me condujeron al camarín donde pude dejar mis cosas y cambiarme de ropa.


Me dirigí hacia la piscina principal, hermosa, bajo la luz tenue se ubicaba bajo un gran farol, que albergaba también en una esquina  una pileta más pequeña muy caliente y otra más pequeña y honda con agua muy fría. 

Luego bajé a la Piscina de Sal que es una instalación original del siglo XVI, hermosa también, y después al hidro masaje y baño de vapor, aromatizado con Eucaliptus o menta, para ir completando el ciclo.

Después de una hora y media más o menos llegó el turno de mi masaje, entré a una sala con 5 camillas, separadas por muselinas, lo que no permitía mucha privacidad.

El masaje fue muy suave, duró 30 minutos y sólo abarcó la espalda. La verdad fue lo que menos me gusto, porque sentí como si la masajista sólo me hubiese aplicado aceite un rato largo, sin mucho entusiasmo, ni técnica.



Una vez terminado el masaje pasé por la sala de descanso, preciosa, en mármol blanco, bajo la luz tenue y con unas teteritas plateadas con te a la menta a disposición, para regular nuevamente la temperatura corporal.

Me vestí, encremé y sequé el pelo, dispuesta para salir al frío, feliz y agradecida por el momento de relajo vivenciado al más puro estilo Andaluz.




Me devolví caminando al Hotel disfrutando de las vistas que ofrecía a esa hora el barrio La Cruz, lleno de restaurantes y tabernas en plena actividad de Viernes. 

Pasé por la Plaza del Triunfo maravillándome con la Giralda iluminada y llegué al hotel, donde pude usar internet (1 euro por 30 minutos), conversar con doña Rosario nuevamente sobre la historia de su familia y leer el Burlador de Sevilla, que dejaron en mi habitación para enmarcar de literatura todo lo que había visto y vivido en el día :)



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