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martes, 13 de noviembre de 2012

Día 40: Recorriendo los barrios de Sevilla

Aunque quería levantarme temprano, no lo conseguí, así que bajé rauda a tomar desayuno al restaurante del Hotel Sevilla, donde por 5 euros pude probar un café riquísimo y disfrutar de un surtido de queques y panes, además del nutrido consejo de Fernando, el encargado, quien mapa en mano y con mucha alma de guía, me indicó sus imperdibles de la ciudad.

Antes de salir recorrí el Hotel con calma, la verdad es un lugar muy lindo y bien decorado, destacando en la pared de su ancha escalera una fracción de un escrito de Juan Ramón Jiménez, referido a la Giralda: "Giralda, ¡Que bonita me pareces, Giralda, igual que ella, alegre, fina y rubia- mirada por mis ojos negros- como ella apasionadamente ! ¡Inefable Giralda, Gracia e Inteligencia, tallo libre- ¡oh, palmera de luz!, '¡parece que se mece, el viento, el cielo! Del cielo inmenso, el cielo.




El recibidor hacía gala del esplendor de las formas de la casa y de sus muebles... enhorabuena doña Rosario!



El delicado jardín, cerrado, pero muy colorido, alberga las bicicletas a disposición de los huéspedes (arriendo), y la imagen de Nuestra Señora de las Angustias.




Luego de mi mini tour por el interior del hotel, salí a caminar por los barrios de la ciudad con destino a los highlights, cruzando para ello el Casco Histórico que despertaba lentamente, igual que yo.


Me topé con la Giralda y la Catedral que ya había visitado el día anterior, y también con las Gitanas que hacían de las suyas con los turistas desprevenidos ... yo afortunadamente guardé el ramito de Romero que me había dado aquella que me leyó la suerte en Granada (me pilló desprevenida), así que se lo mostré contándole que ya me habían protegido el día anterior, por lo que mi suerte no habría de haber variado tanto, y me dejaron tranquila.


La ciudad brillaba a esa hora fresca bajo la luz del sol, disponiéndose para un nuevo día ...


Pasé nuevamente por el Real Alcázar y el Archivo General de las Indias, ambos Patrimonio de la Humanidad en el año 1987, situados en la Plaza del Triunfo contigua a la Catedral, cuyos tickets de ingreso costaban 8.5 euro, pero que estaban cerrados no sé por que razón.

Caminé por la calle San Fernando, pasando por la Universidad y el Hotel Alfonso XIII, hasta los Jardines de San Sebastián, donde me fui encontrando con algunos de los célebres edificios que se levantaron con ocasión de la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929, y que engalanan hasta hoy esta ciudad. 


Pabellón Mudéjar.


Así visité el casino de la Exposición, el pabellón Mudéjar y la Capitanía General, por la parte posterior de mi edificio favorito de la ciudad: la Plaza España.



La plaza es realmente un espectáculo viviente, es una maravillosa mezcla entre la sencillez del ladrillo con el color y la delicadeza de la cerámica, que aviva con su azul, blanco y amarillo parte de las paredes y las barandas de los cuatro puentes que emulan los cuatro Reinos de España.

Fue iniciada su construcción en 1914 y se dice que se ocupó más de mil hombres en ello.


Fue construida en forma oval, y está rodeada por 50 bancas que representan las provincias de España, siendo inmortalizadas mediante la pintura en azulejos, las características más propias de cada zona, como las frutas y animales, siendo la locación favorita para turistas y novios. 






Apenas me fui adentrando más en la plaza me iba encantando más con sus formas y decoración, y me entretenía ver a la gente con la misma cara de maravillada que debía tener yo.



La plaza ha sido locación cinematográfica en varias ocasiones, siendo la más moderna Star Wars, en el ataque de los Clones.



Terminado mi paseo me devolví caminando al centro, que estaba muy tranquilo, pues había bajado su ritmo por la hora de almuerzo ... así que me dirigí a la Plaza Nueva a seguir mirando.


En eso estaba cuando un tipo me ofreció un paseo en carruaje, una buena turistada, pero en hora off  la pude conseguir por menos de la mitad del precio (20 euros por una hora), así que accedí (además calculando que el comercio volvería a abrir sus puertas unas horas más tarde).




Paseamos a ritmo tranquilo por la ciudad, y por el lugar donde se desarrollo la Exposición Iberoamericana, donde encontré el pabellón de Chile, que llevó los elementos propios de nuestra nación a tan digna cita internacional, destacando hasta el día de hoy con su torre, la vanguardia de sus volúmenes emuladores de Los Andes, y una puerta tipo incaica, sirviendo este edificio en la actualidad de albergue al Consulado Chileno y a la Escuela de Artes Aplicadas.



Llegamos - continuando el paseo- nuevamente a la Plaza España (mi favorita), donde me volví a maravillar, aun cuando era plato repetido ... pero a caballo lucía mejor ...





Paseamos por los Jardines de María Luisa, donde me maraville con sus colores y fuentes y sobre todo con la Glorieta Bequer, y su representación del amor ilusionado, poseído y perdido, esculpido en mármol, perfecto.



Y continuamos nuestro paseo por el Barrio El Arenal, donde se encuentra la linda Plaza de Toros, que me regaló una postal perfecta, con este carruaje al tono.



Y me despedí de mi carruaje para seguir mi paseo por la orilla del río Guadalquivir, a mi próxima parada: el Puente Triana o Puente de la Reina Isabel II (... por donde pasa la Reina...)


Fue inaugurado en 1852 y desde esa fecha se instaló como uno de los tantos íconos de la ciudad, donde los enamorados sellan su amor, encadenándolo en uno de sus barrotes de hierro...




Una vez que se cruza el Puente, se ingresa al Barrio Triana que vive divertido a orillas del río, gozando de una identidad que pocos tienen, siendo sede de mercados mágicos e iglesias de ensueño, cuna de célebres como Rodrigo de Triana, y además cuna del Flamenco, todo lo que  le ha dado a la zona fama mundial.


Caminé por la calle Betis que corre junto al río y me senté a tomar un te en uno de los muchos bares y cafecitos que reviven en la noche, siendo esta zona muy desordenada a esas horas.

Conversé largamente con un par de Españoles del Norte, uno de ellos participaba de un curso en la Universidad, quienes me contaban sobre sus trabajos y la ciudad, aun cuando renegaban del Flamenco y la falsa imagen que que según ellos tiene el mundo de los Españoles batiendo las palmas como poseídos... lo que me pareció tan curioso... porque esa música a mi me encanta...





Me adentré en la Plaza del Altozano y luego caminé por la calle Pureza donde pude hacerme una idea del barrio, dinámico y colorido, pero también fervoroso, pues celebran con gozo las fiestas religiosas de Pascua, divididos en hermandades o cofradías a cargo de cada uno de sus ritos.

Capilla de Los Marineros.
Seguí mi paseo hasta la Plaza Cuba, deteniéndome antes frente a la Torre de Oro, que data del siglo XIII, y que se dice brillaba dorada en las aguas del río ... hoy ve su curso pasar como lo ha hecho durante toda su existencia, sirviendo de sede al Museo Naval.



Crucé el río de regreso al Centro por el Puente San Telmo, no sin antes obtener nuevas vistas del paisaje y la actividad ininterrumpida fuera del agua y dentro de ella.


Una vez en el Centro visité la exposición de Belenes (Pesebres) que aquí alcanzan una producción Hollywoodense... fue un adelanto de la Navidad en la mitad de Noviembre ...




Caminé por calle de Velásquez,  yendo de vitrina en vitrina, impresionada con las tiendas de novias y de ropa de Flamenco, por la delicadeza y variedad de sus diseños.

Volví al hotel un segundo a descansar, y llegada la hora me fui El Arenal a una noche Flamenca, que me recomendaron como la mejor de todas...no se si era cierto ... la verdad no se veía un lugar genuino, pero a mi me pareció un show de calidad, por lo que pagué feliz mis 38 euro, (aunque no se podía sacar fotos).

Salían a escena dos hombres y dos mujeres que se movían con precisión y maestría, con una impronta perfecta, siendo acompañados por cantaores de talla mundial, con unos vozarrones mayores ...

El show duró dos horas y sólo incluía una sangría, los garzones eran viejitos, y fueron muy tiernos conmigo, pues incluso me ubicaron en primera línea, considerando que había ido sola.


Luego de un cierre fenomenal, con todos los artistas en escena terminó el show y me devolví caminando feliz al hotel. Atravesé en mi camino la Plaza del Salvador que bullía de actividad a esa hora ... que ganas de vivir acá pensé ... y llegué al hotel a descansar de la intensa jornada ....





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