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sábado, 1 de enero de 2011

Día 44: Los barrios de Lisboa.

Partí el día temprano hoy, después de un nutrido desayuno en el Bird Eye View bar del hotel y tomé el bus 727 con rumbo a Belém (1.40 euro), 40 minutos más tarde estaba en el corazón del Barrio histórico, donde el río Tajo se encuentra con el mar.


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Lo primero que pude apreciar fue el Monasterio de los Jerónimos levantado desde 1501 por mandato del Rey Manuel I, para conmemorar la llegada a salvo de Vasco da Gama  desde la India, de hecho los restos de ambos personajes descansa ahí. La fachada mide 300 metros de ancho y está construida en calcárea, lo que hace al templo aún más luminoso.



Caminé bajo el sol hacia la Torre de Belem por la orilla del río, y siempre con la vista al enorme puente Vasco da Gama que comunica Lisboa con Almada.

La torre fue construida en 1515, principalmente con fines defensivos, pero luego pasó a ser faro y centro aduanero, como también prisión (dicen que de ella arrojaban a los prisioneros al río). Hoy por ser Domingo la entrada era gratis, así que pude recorrer sus cinco pisos, comunicados por una mínima escalera de caracol, con toda tranquilidad, disfrutando las maravillosas vistas que se obtienen desde su terraza.



Salí de ahí y me fue a la Fábrica de Pasteles de Belem, donde disfruté del Pasteis de nata, con juguito de naranja fresco, en un local muy tradicional, decorado muy al estilo Lusitano, con azulejos y pinturas de tonos azules plamadas en cerámica... y llenísimo de gente.



 Saliendo de allí tomé el tren eléctrico, Traim, hasta la Plaza del Comercio, en reparaciones, caminé por la Rua Agusta hasta el Ascensor Santa Justa, el único ascensor vertical de Lisboa (igual que nuestro Polanco!), que funciona desde 1902.


 En Chiado, se obtienen maravillosas vistas del Castelo Sao Jorge y del barrio Baixa, se percibe un aire mucho más bohemio y alternativo que en el resto de la ciudad, obviamente está lleno de galerías y tienditas de diseño, aparentemente habilitadas desde hace poco. Pasé a dar una vuelta a Almazem de Chiado, donde estaban Stradivarius, The Body Shop y FNAC a precios muchísimo mejores que en el resto de Europa, así que pude hacer también algunas compras.




Volví a bajar para cruzar Baixa, esta vez hacia La Alfama, debiendo abordar el tranvía 28.


Me bajé en la avenida da Saudade (sentimiento rector e inspirador del Fado, que habría nacido en este barrio) y pude recorrer el otrora arrabal de pescadores con total tranquilidad y disfrutando el sol de la tarde, escuchado además la música melancólica pero cadenciosa que estuvo presente en todo mi recorrido.


 

 El barrio es antiquísimo, incluso tiene algunos resabios romanos, y cumple perfectamente la expectativa de postal de Lisboa, con sus azulejos y casas antiguas y la vista al Río Tajo, enorme y ancho en esta altura.



 Continué subiendo por calles empedradas y en curva para dar con el Castelo de Sao Jorge que contiene resabios fenicios, romanos y cartagineses y además, sirvió de casa a la Realeza Portuguesa en su esplendor de los siglos XIII y  XVI.



 Visité ahí algunas tiendas de souvenir y artesanías, principalmente vendían cerámicas y azulejos, algunos bordados... pero  la pieza "más"es el Gallo de Barcelos, símbolo además de todo Portugal... dice la leyenda que a un peregrino Gallego, haciendo el Camino de Santiago, se le acusó de robar algo  por lo que fue condenado a la horca, antes de morir fue a ver al juez, que en ese momento estaba comiendo un gallo...  como prueba de su inocencia el gallego le dijo que, una vez que hubiese sido ahorcado, el gallo se levantaría y cantaría, lo que el Magistrado no creyó, dejando que lo ahorcaran ... en el momento de la ejecución  el gallo se levantó y empezó a cantar, y el Juez se levantó para intentar evitar que lo ahorcaran ... afortunada y curiosamente el nudo de la horca no estaba bien hecho y el gallego se salvó ...
 



Finalizado mi paseo, bajé caminando esta vez, y pasé por última vez por mi baguette de cereal y atún y jugo natural de naranja... del cual ya me tendré que declarar en adicción y regresé al hotel para buscar la mochila y esperar al taxi.

La experiencia aeropuerto fue del terror, como yo llevaba sólo equipaje de mano, ingresé rápido, pero en la fila de revisión de equipaje,  que tenía 40 minutos de espera, fueron muy exagerados, debí dejar un shower cream de Karité recién comprado en The Body Shop porque traspasaba los 100 ml. :( .

Después del altercado pasé a Harrods, administrador gastronómico del aeropuerto, y abordé mi vuelo en TAP Portugal ... 50 minutos más tarde estaba ya en Barajas. El ticket, como todos lo compré desde Chile en http://www.flytap.com/, por 59 euros.

Desde el aeropuerto tomé el metro (2 euros) hasta la estación Sol, debí cambiar dos veces de línea, pero llegué al Hotel sin ningún contra tiempo... (menos mal andaba con mochila pequeña). Esta vez me asignaron una habitación mucho más moderna, aún cuando un poquito más cara. (61 euro).

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