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viernes, 19 de noviembre de 2010

Día 21: A la isla de los Pistachos (φιστίκι)

Hoy la partida fue temprano en metro linea verde hacia el Puerto Pireos, una vez allí pude comprar mi ticket a la Isla Aegina, una de las tres mayores islas del Golfo Sarónico (junto con Hydra y Poros). El ticket costaba 9.5 euros y el viaje duró 50 minutos.

En el Puerto las cosas no son fáciles, sabía que tenía que ir al dock 11, pero desde ahí en adelante todo era una confusión, pues sólo entendía los números. La idea era que encontrara la embarcación, signada en mi pasaje como Ποσειδών Ελλάς (Poseidon Hellas), con destino a Αίγινα, mi isla Egina o Aegina, entonces fue genial encontrarla sólo porque las  letras coincidían, sin tener idea lo que realmente decía.
 



Una vez desembarcada en el Puerto de Santa Marina, lo primero que pude ver fue una iglesia Ortodoxa preciosa, no debe haber medido más de 15 mts cuadrados, una vez dentro pude apreciar los iconos brillantes y coloridos y varias varas de incienso encendidas.



El pueblo es precioso, su actividad económica es el cultivo y comercialización del Pistacho, es, de hecho,  la mayor exportadora a nivel mundial,  tiene una costanera bellísima llena de restaurantes por el lado de la calle y, por el lado del mar, con estos mercados flotantes de frutas y verduras, donde pude tomar un fresco y rico  jugo de Portokali (naranja) por 2 euros.




A pesar que la isla esconde dos tesoros arqueológicos el Templo de San Teodoro y el Templo de Atenea Afea, dada la temporada baja, no había servicio de bus regular (ambos están en el interior de la isla), pregunté por arriendo de bicicletas, pero la persona me recomendó que no lo hiciera porque era en subida y el taxi no era opción, pues era carísimo. 

La importancia del templo de Afea, situado a 11 kilómetros de donde estaba, es que es uno de los tres templos del triángulo sagrado formado por el Partenón y el Templo de Poseidón del cabo de Sounio y uno de los mejor conservados de Grecia... me quedó pendiente para una próxima visita. (El Tour contratado desde Atenas, cuesta 110 euros, visitando otras dos islas)

http://www.grecotour.com/islas-griegas/egina/

 Seguí mi camino, por las callecitas angostas y empedradas buscando los pistachos, costaba 10 euros el kilo, y compré 3 euros para probar su famoso sabor, estaban tostados y salados, pero su gusto era algo más ácido de los que había probado antes, pero me fui feliz con mi bolsita.
 



Ya de regreso de mi viaje y nuevamente en Monastiraki y recorrí con más calma el barrio de Psyri, aún cuando algo inquieta por la presencia de estos grupos de esquina que había mencionado antes con facha de dealer.

Visité en calle Venizelou la disquería Metropolis (me siguen gustando las tiendas de diiscos, aún cuando exista el free download), compré algunos discos ingleses a buenos precios y un disco de Bouzouki de recuerdo por 11 euros. Seguí caminando por calle Ermouy y, me encontré con una tienda de diseño estilo Pylons llamada Octopus, también pude notar mucha influencia inglesa, en cuanto a tiendas, pues había Mark&Spencer, The Body Shop y Costa Café.

Respecto a los recuerdos, los souvenir son algo graciosos, está el Partenon de todas formas posibles (magnetos, miniaturas, hasta lámparas, muy al estilo My big fat Greek wedding )  para todos los usos y muchísimas cosas doradas. La ropa era de un algodón exquisito, pero indefectiblemente todo tenía un detalle doré.

He aquí un mapa de mi barrio, auspiciado por mi hostel Athenstyle.



En la noche, ya descansada y arreglada, decidí reconciliarme con la comida Griega y darme un gustito, la elección fue el restaurant EAT en Plaka de comida Griega Fusión, pedí Ensalada Griega, cortada en cubitos muy pequeños, venías los tomates, pepino, cebolla y pimentón, más tempura de feta (delicioso) y pasta de aceitunas Griega y Alcaparra (Caper en inglés, fue muy divertido que el mozo me intentara explicar medio en Griego, medio en inglés que era alcaparra). Para el postre pedí Braklava, láminas de masa philo con miel, y pistachos, más helado de mango (sabor muy exclusivo, dijo el mozo, sin saber que era sudamericana), todo ello con una copita de vino blanco y agua mineral por 30 euros con propina, estupenda elección.


De regreso subí al bar del hostel situado en la azotea, con una vista magnífica al Partenón iluminado,  para sellar una estupenda noche de sabores,  probé el Ouzo, único must de sabor Griego que me faltaba probar, el barman me regaló un shot, era muy muy fuerte y de gusto anisado y ahí me quedé admirando la maravilla que tenía en frente.

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