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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Día 7: del Medioevo a la Citá Eterna. Asis. 16 de octubre de 2009

Me había quedado pendiente una visita a un lugar maravilloso de Florencia, así que me levanté muy temprano para llegar al Mercado, antes de las 08:30,ya tenía mis cantuccini (galleta de almendra) y mi café latte, todo por 2.2 euro. (En honor a la verdad debe ser el mejor café que he probado en mi vida, venía en un vasito pequeño como una cañita y, cuando pedí endulzante el hombre me miró con "una" cara, así que lo disfruté con azúcar y leche entera, toscana, obvio)

El mercado es limpio, iluminado y ordenado, los productos son básicamente dei sapori Toscani, prosciuttos, formaggios, pasta y biscochitos, además de carnes, vinos y frutos secos.



 A las 11:22 horas tenía mi tren con destino a Assisi, el ticket lo compré el día anterior en la estación, para Treno Regionale, a 11 Euros, puntual partimos y a las 13:30 ya estaba en la estación, tuve, eso sí, que hacer hora en el binario (anden), porque el deposito di bagagli e Chiuso (custodia cerrada) hasta las 14:30 horas.



 En el mismo lugar donde dejé las mochilas pude comprar el ticket de bus (1 euro, recorrido regular cada 20 minutos) que me dejaría 15 minutos después en la Piazza Matteotti dentro del Centro Histórico (de la ciudad amurallada), desde allí caminé hacia la Catedral y luego a la Rocca Maggiore que permitía unas espléndidas vistas al campo y hacia donde creció la ciudad.


La ciudad histórica, como buena ciudad medieval que es, está emplazada en la altura, para efectos de defensa, y por eso sus callejuelas parecen laberintos en subida. Siempre percibí un olor delicioso en el aire, a campo, leña quemada y laurel, de esos aromas que es difícil describir con palabras, pero que son profundamente evocadores.

El comercio es la actividad principal de Asís, todo lo que tiene que ver con figuras religiosas, San Francisco, Santa Clara y San Antonio, la Tau y también la inscripción Pax et Bene, que tan conocida se me hizo.  También, evocando lo medieval, venden muchas cerámicas pintadas con los distintos oficios, haciendo referencia al método de los talleres y del maestro y aprendiz.


 Seguí la ruta, claramente señalada en cada esquina hacia la magnífica Basílica de San Francisco, se trata en los hechos de dos iglesias en una, la del primer piso, regular, adornada con frescos de grandes artistas como el Ghioto y la segunda, situada en el subterráneo donde estás los restos del Santo, es oscura y muy solemne, se recorre el mausoleo (por decirlo de alguna forma) en círculos, fue realmente emocionante haber estado ahí, e inevitable acordarse de los 13 años que pasé en el colegio donde San Francisco siempre fue lo máximo. Recordé cada año que mostraban la película con los pasajes importantes de su vida, de su relación con la naturaleza, "hermano lobo, hermana luna" (fratello lupo, sorella luna), su compromiso con la humildad y de su oración para convertirse instrumento de la paz... y fue conmovedor, aún cuando dada la magnitud de la iglesia, sus seguidores no hayan aprendido nada de austeridad y desapego.




Ya una vez en el pueblo más moderno, una ciudad con Mac Donald´s y varias tiendas fashion, pero para curas (la última moda en sotanas y estolas), me encontré con la Iglesia Santa María degli Angeli, que alberga la Porziuncola, que fue la iglesia que San Francisco levantó con sus propias manos y llamó su pequeño pedazo de tierra, alrededor de ella, erigieron una gran basílica impropiamente fastuosa para ser Franciscana.
Nuevamente ver allí, algo que se construyó durante el siglo XIII y por el propio Santo es conmovedor. (Esto de ser Lazzeriana finalmente te sigue toda la vida...)

Imagen extraída de http://www.umbria-turismo.blogspot.com/
A las 18:22 partió puntual mi tren a Roma (12 euros, en tren AVE), era un Eurostar de Alta velocidad, así que dos horas más tarde llegué a Roma Termini, donde por 1 euro pude comprar en un estanco el boleto de metro que me llevaría a la stazione Barberini. Caminé tres cuadras hasta mi hotel (con maleta, no es menor) Julia (http://www.hoteljulia.it/), donde por 60 euros diarios pude optar a una pieza decente, con cama pequeña y baño exterior.

Salí de inmediato a caminar, tres cuadras la lista di Spagna y 4 más allá la Fontana di Trevi, preciosa, pero con un ritmo frenético, lleno de gente, lanzando monedas de espalda, para asegurar el retorno a Roma, tomando helados e intentando sacar fotos a la hora que la mayoría de los flashes hacen imposible una buena toma... Lancé mi moneda como dicta la tradición y regrese al hotel caminando, nuevamente feliz y agradecida por tener la oportunidad de presenciar tan magnifico espectáculo.

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