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miércoles, 8 de diciembre de 2010

Día 28: Alexandria.

Nuevamente el amanecer fue tempranísimo porque me iban a pasar a buscar a las 7:30. Me estaban esperando con un box breakfast que tenía huevos duros, pan de molde, mantequilla, queso crema y yogurt.... un agrado ! ... Me fui todo el camino conversando con Rafa y el chofer (que no habla nada más que árabe) y disfrutando de la carretera del desierto, por la que se llega a Alejandria, más conocida como la Perla del Mediterraneo,  luego de recorrer los 220 kms que la separan del Cairo.

El trayecto es tranquilo, lo único diferente es que en los predios a la orilla de la carretera hay varios palomares, una especie de pirámide de adobe muy alta donde las crían, para hacer luego el plato nacional, que es pichón relleno de arroz.  
Llegamos cerca de las 10  a la ciudad, y partimos el recorrido por la Columna de Pompeyo, erigida en el siglo IV en honor a Dioclesiano. Debajo de la columna está el Templo de Serapis ( deidad establecida por Ptolomeo I como patrona de Alejandría, en intento de unificar el mundo Griego con el Egipcio),  en una galería subterránea, y la "hija de la biblioteca" donde guardaban los objetos que no cabían en la biblioteca principal.


Salimos de ahí en nuestra van rosada (por fin la conocerán) con destino al Fuerte Qaitbey, levantado por los mamelucos en el siglo XV,  donde mismo habría estado una de las siete maravillas del mundo de la antiguedad, el Faro de Alejandría, que descansa hundido en el mar .


 El fuerte que alguna vez tuvo utilidad defensiva de los ataques por mar, ahora alberga el museo Hidrográfico  y Oceanográfico, y permite las más lindas vistas hacia la playa y el océano que allí tiene un color particularmente bello.




Desde allí salimos con destino al anfiteatro Romano (71 libras en entradas hasta acá), una de los vestigios de la gran presencia que tuvieron en estas tierras. No hay que olvidar que esta ciudad fundada por el mismísimo Alejandro Magno en el año 332 a. C.,  fue tomada por Julio César en el año 46 a. C., para zanjar la guerra dinástica entre Cleopatra y su hermano Ptolomeo XIII, viajando más tarde Marco Antonio para convencer a la reina de apoyarle, Augusto toma la ciudad en el año 30, convirtiendo a Egipto en propiedad del imperio Romano y acabando así con la independencia del país.

En este sitio también se encuentran varias piezas que fueron halladas debajo del mar, que correspondían se cree al 20% de la ciudad Romana que se hundió con el gran terremoto que azoto a Alejandría en el año 365.



 Continuamos nuestro recorrido por la Biblioteca de Alejandría, inaugurada en el año 2002, tiene capacidad para albergar 8 millones de tomos. Era viernes, así que estaba cerrada, pero igualmente pude maravillarme con su arquitectura (una oficina Noruega se encargó de su diseño y edifiicación) y los juegos que habían en su exterior, incluyendo un reloj de sol y una estatua de Prometeo (mi guía pensaba que la llama de fuego que tenía en su mano era una "baloma")





Desde allí ya finalizando el recorrido recorrimos los 20 kilómetros de Cornish con destino a los Jardínes del Palacio de Montazah, se trata de un parque precioso, con playa y un puente muy bonito. Mi guía y el chofer me dijeron que me iban a dejar ahí por 40 minutos, porque ellos tenían que ir a hacer su oración del día Viernes en una mezquita, así que me dediqué a mirar y caminar y a comprar algo de comer.

La entrada a la playa costaba 13 libras, había un curso de niños Alemanes y algunas chicas musulmanas que se bañaban vestidas, incluso con velos, así que me divertí básicamente viendo al mundo pasar.


 Me pasaron a buscar a la hora señalada y nos fuimos al sector más Egipcio y menos occidental (algunas cuadras del Cornish se parecían a la calle San Martín en Viña o a Ipanema en Río), pudimos ver algunas concurridas mezquitas, pero no pude entrar.

Emprendimos el regreso luego de probar la maravilla local, jugo de mango, exquisito, me da la impresión que ni siquiera tenía agua adicionada, sólo la fruta suave y dulce, todo por 12 libras.

El camino de regreso también lo hicimos a través de la carretera del desierto y dormí la mayor parte de las 3 horas del tramo, paramos, recuerdo a un baño del terror y a tomar te a una estación de gasolina, en una de mis despertadas vi las pirámides, tan cerca del camino como exactamente están.



Pasé al hotel un momento y me fui a comer nuevamente a Cilantro, un sandwich de queso Cottage, con tres pimentones y menta, y recorrí los negocios de mi barrio, buscando algún salón donde me pudiera hacer un tratamiento estilo Cleopatra, curiosamente no encontré y más curiosamente aún es que hoy es el primer día que escuché algo de ella y nosotros en occidente que la tenemos tan arraigada como Egipcia !

Llegué al hotel, previo internet por 10 libras y descansé ... recordé que las vacaciones son también para descansar :).  

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