Este día lo resumí en una crónica que fue publicada en www.emol.com/viajes/cronica29.html, así que me permitiré reproducir ese archivo con fidelidad, sólo agregando más imágenes.
Esa mañana, comenzamos al fin con el objeto del viaje, luego de un nutrido desayuno marroquí - que incluía jugo fresco de naranjas, te a la menta servido con el rigor y la gracia usuales de todo Marruecos, pan, Baghrir, miel, queso crema y mermeladas.
Partimos literalmente, a perdernos en la Medina, conscientes que ninguna guía es suficientemente útil para dar con las joyas que ella esconde y, no obstante los frecuentes ofrecimientos de ayuda, gentilmente insistí en la idea de mantenernos perdidos... y fue así como tropezamos con el Barrio Andaluz, donde pudimos ingresar a la Medersa Sahrij (1321 d.C) previo pago de 10 dirhams, y con la Mezquita del Barrio, también del siglo XIV, donde no pudimos ingresar por ser no musulmanes.
Tropezamos también con mercados donde se podía encontrar de todo, desde un pavo hasta un jeans, pasando por palomas, pescados, frutas, cortinas y pinches para el pelo… todo ello subiendo y bajando escaleras y haciéndonos a un lado, a cada momento, alertados por los gritos de algún bien intencionado que me advertía que me saliera del camino del burro (transporte oficial del interior de la Medina).
Seguímos “ a nuestro aire” (como graciosamente llaman los españoles a quien va sin guía) hasta que tropezamos con varios letreros que anunciaban la proximidad de los Tannery o curtiembres, desde el interior de las muchas tiendas de artículos de cuero que hay en esos pasajes, o más bien desde sus terrazas se pueden admirar las cubas de todos los colores donde tiñen los cueros (vacuno, camello, oveja) con los que más tarde producirán las maravillosas babuchas, chaquetas, pouff, morrales entre otros, que insistirán en venderte, luego de ofrecerte te a la menta, por su puesto, como parte de la hospitalidad Marroquí… había un olor fuertísimo ahí ... nos explicaron que amoniaco o excremento de paloma para volver los cueros blancos, pero te entregan ramas de hierbabuena para que puedas admirar los colores sin desfallecer.
Yo había leído mucho del Hamman (baño de vapor) en general, en Marrakesh me parecieron elegantes Spa, pero en Fez, fue otra cosa…
Los Hamman son espacios grandes, ubicados a nivel del suelo o bajo ellos, donde los habitantes de antaño, iban a asearse, pues no en todas las casa se contaba con instalaciones apropiadas para hacerlo, entonces, algunos utilizaron el horno a leña comunitario y aprovecharon el fuego para calentar el agua, hoy en día, es una instancia social, cada persona de la comunidad, previo pago de 10 Dirham, tienen derecho a ingresar aprovechar el agua y el vapor durante el tiempo que estime necesario.
Conversé con la encargada que me ofrecía un servicio “turístico” por 100 Dirhams que incluía savon noir y la ayuda de una Tayabaste, que además de rellenar las cubas, me daría un masaje … previa negociación del precio ( algo más de la mitad), me hicieron pasar a un camarín, donde se encargaron de guardar mis cosas - sólo puedes ingresar con traje de baño o ropa interior y con lo que hayas logrado reunir de productos de belleza (en las inmediaciones del recinto hay pasajes llenos de tiendas donde venden savon noir, aceites aromáticos, ghassoul, piedra pomes y las esterillas de plástico que sirven para tumbarse dentro del baño) – y luego me llevaron a un cuarto de cemento pintado de blanco a media luz donde permanecí “al vapor” mientras mi encargada llenaba los baldes con agua caliente, tibia y fría.
Antes de llegar a mi “rincón”, debí atravesar la habitación donde las Fasís y sus niños se estaban bañando (los Hamman son estrictamente separados por género, pero los niños más pequeños pueden compartir con sus madres) y ahí me quedé sentada sobre mi esterilla, mientras la Tayabaste me frotaba con toda clase de ungüentos y me instruía a girarme cada vez que consideraba necesario.
Vi desde mi lugar mujeres, probablemente amigas o vecinas quienes cariñosamente se ayudaban a desenredar el pelo o aplicarse algún producto en la espalda donde no alcanzaban mientras conversaban, vi a madres bañando a sus hijos, que parecían entender naturalmente la diferencia de los cuerpos, más allá de todo pudor … luego apareció el hijo pequeño de la mujer que me ayudaba, a quien también ella mojó, frotó con savon noir, lavó el pelo y atendió con dedicación… yo también me sentí niña en ese momento …
Vi desde mi lugar mujeres, probablemente amigas o vecinas quienes cariñosamente se ayudaban a desenredar el pelo o aplicarse algún producto en la espalda donde no alcanzaban mientras conversaban, vi a madres bañando a sus hijos, que parecían entender naturalmente la diferencia de los cuerpos, más allá de todo pudor … luego apareció el hijo pequeño de la mujer que me ayudaba, a quien también ella mojó, frotó con savon noir, lavó el pelo y atendió con dedicación… yo también me sentí niña en ese momento …
Esta experiencia, finalizó con un masaje estilo Tailandés y con una sesión de masaje en el pelo, luego la Tayabaste me ayudó a vestirme, me peinó y me abrigó, advirtiéndome, medio en francés y medio en señas de los peligros de los cambios de temperatura … y yo me fui agradecida y relajada y con mi piel y pelo, más brillantes que nunca.
Después del renacimiento que implicó el paso por el Hamman y reunida con Gonzalo que también tomó su Hamman, aunque más básico que el mío, seguímos perdidos por las callejuelas de la Medina, viendo artesanos en sus talleres haciendo todos los oficios, creando los productos que después manufacturados se venden en los zocos de Marrakesh, pero acá a vista del transeúnte estaban martillando suelas, cosiendo babuchas, o grabando el metal, todos invitaban a entrar a ver, podía sacar fotos (la otra más linda del viaje) y conversar dentro de lo poco que puedo en francés y árabe, aunque confirmé que la sonrisa es universal, como también la admiración del trabajo y el respeto por quien lo hace…
Seguimos hacia un sector lleno de tiendas de de alfombras, donde se obtenían piezas Bereber y otras de fibras naturales y de camello, además, por unos Dirhams más te conducían a la terraza donde se conseguían espléndidas vistas de la ciudad y también de la Mezquita Qarawiyin, que data del año 852, siendo la segunda más grande de África, después de la de Casablanca, pero donde tampoco pudimos ingresar.
Regresamos al Riad a acomodar nuestras compras y a buscar las mochilas, descansar un rato. y a disfrutar de sus bondades y la magnífica decoración... y por supuesto a tomar te a la menta ... el whisky Berebere, conforme nos indicó el garzón.
Tomamos desde allí un petit taxi para regresar a la Gare, a tomar el tren a Casablanca. Compramos comparamos el ticket si mayor problema por 110 dirhams y llegamos a la estación Casa Voyageurs, tres horas después, cerca de las 9 de la noche.
Decidimos quedarnos al lado de la estación en el Hotel Ibis (www.ibishotel.com/es/hotel-2032-ibis-moussafir-gare-casa-voyageurs/index.shtml) , donde además pudimos tomar al fin una cerveza, de marca Casablanca, por 20 dh, con un panini simple...
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