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domingo, 12 de diciembre de 2010

Día 33: Recorriendo el Barrio Sants con Stella

La salida de hoy fue bien tarde, por lo intenso de las dos jornadas anteriores, así que hoy decidimos sólo pasear por el barrio.

Primero, sacamos a pasear a Stella  (la bull terrier de Massi, uno de los compañeros de piso) por la Plaza cercana y aprovechamos de comprar las cosas para preparar un almuerzo ligero, en la xarcutería y el supermercado que están a la vuelta. (Finalmente no resultó tan ligero, por la cantidad de jamón serrano que llevaba el sandwich).


En fin, dimos después una vuelta al Parc Joan Miró, donde se encuentra la  última escultura hecha por el artista  para Barcelona, Dona i ocell  o Mujer y pájaro, mide 22 metros, y está recubierta de cerámica roja, amarilla, azul y verde, colores que caracterizan su trabajo y que representa una forma femenina con sombrero y sobre éste la imagen de un pájaro.

Hay también en el parque dos bibliotecas una infantil y otra "normal" también manejadas por la fundación.

Ya, al anochecer nos decidimos a ir a comer. Luego de 30 minutos de conversada caminata por una parte más afrancesada de la ciudad, llegamos al restaurante Non solo Pizza (Enric Granados, 110, Barcelona, Eixample), un lugar pequeño, tranquilo y cálido con la mejor comida italiana fuera de Italia, en el concepto del anfitrión. 

Ordenamos una insalata Caprese con Burrata, con Kumato y mozzarella burrata... estaba deliciosa, la textura suave de la mozzarella y el ácido preciso de este tomate, que aparentaba estar verde, la elevan como la mejor ensalada Caprese que he probado en mi vida, además de la más original.

De segundo plato ordenamos Frange e Funghi para compartir, y la porción lo permitia con facilidad. Se trataba de una pasta ancha y plana, con una salsa de champiñones exquisita, aún cuanto un poco pesada, característica que me impidió seguir por el postre (el Tiramisú prometía).

Toda la experiencia, más bebidas (siempre servidas con hielo y una rodaja de limón), salió la no despreciable suma de 46 euros con propina, pero valió cada centavo por el sabor, originalidad  y calidad de los platos y la excelente atención. Lo único malo es que recuerdo que hacía mucho calor dentro y a la salida el aire afuera estaba heladísimo.

Regresamos caminando a casa, lo que resultaba imperativo para comentar de la cena.

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