En el techo del Riad hay una terraza, diseñada como carpa de Tuareg y adornada con cojines de colores, lámparas y sombreros ... que permite pasar frescos esas horas de la mañana...ahí sirven el desayuno petit dejeneur, muy completo y casero que incluía, pan de cebada, pan blanco, baghir, huevos, miel y yoghurt, más jugo, cafe, leche y por supuesto te a la menta...
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Logramos salir de ese exquisito espacio y tomamos un petit taxi para que nos llevara a la Gare de Marrakesh... 30 dh y 10 minutos más tarde ya estábamos ahí. Compramos nuestro ticket a Fez por 195 dh (sólo en efectivo).
Caminamos a través de la Ville Nouvelle por el barrio de Hivernage, donde pudimos apreciar las maravillosas fuentes de agua y el teatro de la ópera, pasando luego por el sector de Gueliz y su avenida principal Mohammed V, que desemboca en la Mezquita Koutubia que es la más importante de la ciudad, llena de banderas nacionales que coloreaban más la escena rosada y verde.
En el camino encontramos una Patisserie Tradicionel, donde con muy poco éxito pedí Cuernos de Gacela... el lenguaje a señas no es fácil cuando el concepto es tan especifico, pero entre tanto intento aconteció lo inesperado: "Oooo! Corns du Gazelle!" dijo la vendedora y por fin pude probarlos (40dh los 250 grms), son una especie de mazapán, o sea, pasta de almendra hidratada con agua de azahar y cubierto por una masa finísima, una delicia. (Los negocios establecidos son un tema, todos tienen vitrinas donde exhiben dulces y panes... pero también entran abejas y otras veces moscas... en mi pastelería no ocurría eso, era muy delicada y limpia.)
La entrada a la medida no es fácil, por la avenida Mohammed V hay un tránsito caótico, pasan motos, autos y buses rapidísimo y a centímetros de ti y tampoco hay semáforos. Afortunadamente llegamos a salvo .
Una vez ahí y luego de rodear uno de los maravillosos jardines, pudimos apreciar la Mezquita Koutubia, que data del siglo XII, y es la más importante de Marrakesh, su minarete mide 70 metros y es visible desde prácticamente todos los puntos, dominando toda la Medina. La rodean hermosos jardines, que la hacen aún más destacada.
Seguimos por el sector de la Puerta de Bab Agnau, donde anidan las cigueñas, allí nos invitaron a un showroom de alfombras, donde nos sirvieron te y explicaron la diferencia entre las alfombras árabes, las Berebere y las de tejido típico de Marrakesh (en telar y bordada con lana de camello), luego entramos a la herboristería, donde se conseguía el aliño 35 especies, nuez moscada y curry además de productos de belleza, como la Henna, Gasshoul y Savon Noir a precios bastante módicos.
De ahí pasamos al sector del Kashba o Royal Quartier, y avanzamos por el barrio Judío llamado Mellah, donde pudimos ver el Mercado Techado y hacer algunas compras.
Visitamos otra Herboristería, donde compré agua de Azahar y de Rosas, todo que me serviría para el Hamman que tenía en mente tomar más tarde.
Saliendo de allí caminamos hacia el Sector del Palais de la Bahía, donde pudimos ingresar previo pago de 10 dh.
El Palacio fue construido en el siglo XIX para ser residencia del Sultán. Su nombre quiere decir Brillante, y lo es, por lo lujoso de su decoración y alhajamiento, (realmente breathtaking, adjetivizado por Lonely Planet) y porque no hay ni un solo centímetro que no esté adornado, incluyendo obviamente los suelos - con azulejos Zellij tan propios de Marruecos- y los jardines estupendos y muy verdes
Salí de ahí un poco mareada, creo que ha de haber sido algún síntoma del Mal de Stendhal, aunque la visita llenó todas mis expectativas del lujo sultanesco, mosaicos, arquitectura arábica, así que estaba lista para descansar antes de emprender la siguiente jornada.
Regresamos a la Plaza Jemaa El Fna al atardecer, cuando todo empieza a moverse, lo primero que encontramos fueron los Aguadores, de vestidos multi colores, quienes por unos dirhams te sirven agüita en sus cuencos.
Después dimos con el encantador de serpientes, tal como en los cuentos... Gonzalo quiso sacarse fotos con ellas (por 20 dirhams) y yo estaba enferma de los nervios, mientras una chica al mismo tiempo me seguía con una jeringa para hacerme un tatuaje Henna... ritmo frenético! ... absolutamente todo el mundo quiere venderte algo en esa porción de plaza, incluso un paseo con monos o leerte la suerte en un idioma que ni siquiera puedes comprender.
Avanzamos por las cocinerías donde todos te invitaban a entrar y a probar, caracoles, cerebro y carnes desconocidas ... todo el mundo comía, locales y extranjeros y a nadie parecía disgustarle.
Esa tarde comimos ahí, en un local que se veía ordenado y limpio ... yo comí brochetas de carne asada y vegetarianas, más una porción de Pastilla para compartir, que es uno de los platos más tradicionales de Marruecos, y se trata de un hojaldre, relleno de pollo, perejil y almendras, pero que resulta dulce al paladar por su claro sabor a canela. La cuenta por la comida y el gratísimo momento que pasamos con el asador y los chicos que atendían salió 110 dirhams, con bebidas y agua, ofreciéndonos ellos te a la menta, haciendo gala de la hospitalidad Marroquí.
Desde ahí nos fuimos de compras, yo me compré tres túnicas preciosas, por 300 dirhams (negociados desde los 800 dh, igual se que perdí)
El punto alto de esta jornada de compras fue negociando una camiseta de fútbol, para Niki ...cuando el vendedor escuchaba Daddy Yankee y le pasé via Bluetooth una canción que tenía guardada en mi celular del último disco no sé por qué (cierto Rocío?), se alegró tanto que nos rebajó el precio mucho más de lo esperado.
Terminada la jornada de compras, nos detuvimos otro momento en la plaza a mirar, mientras me tomaba un juguito de naranja exquisito por 6 dh, y volvimos al Riad, feliz de haber visto este espectáculo y sintiéndome aún más afortunada por ello !!!
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